Me apunta con corrección el colega Ezequiel Tambornini: Los alimentos importados con el tipo de cambio oficial (97,2 $/u$s) están de alguna manera subsidiados, dado que los mismos ingresan con un valor inferior al que tendrían que tener si fuesen abonados con el valor real del dólar (145,8 $/u$s cotiza ahora el “contado con liquidación”). La brecha es de más o menos de 50 pesos por dólar operado en este rubro.
Tiene razón Ezequiel. La brecha cambiaria con la que la Argentina convive desde hace rato actúa subsidiando las importaciones y castigando a las exportaciones. Con las compras de alimentos sucede lo inverso a lo que denuncian, por ejemplo, los productores de soja y otros productos de exportación. En ese caso a ellos los exportadores les pagan un producto dolarizado a los 97 pesos del cambio oficial. Pero cuando se dan vuelta para cambiar esos pesos por dólar billete (o en la compra de campos, de maquinaria o de ciertos insumos) deben pagar a un dólar de 146 pesos. La brecha en contra es de los mencionados 50 pesos.
Rescatemos la idea inicial que dice que lo que es un castigo para exportar, es un premio para importar.
¿Puede ser este subsidio encubierto un estímulo económico suficiente como para hacer crecer las importaciones de cosas que los Argentinos producimos y usualmente no necesitamos importar? A nosotros en Bichos de Campo nos ocupa el rubro de los alimentos, que a los argentinos nos sobran (salvo en unos pocos rubros, como las bananas, el café, el cacao o el kiwi.
¿Están creciendo las importaciones “subsidiadas” por la vigencia de la brecha cambiaria? Esa es la pregunta.
En las góndolas de algunos supermercados, por estos días, se pueden comenzar a notar alimentos importados de los más insólitos orígenes (como el choclo en lata importado desde China que abre esta nota). Esta situación ya les recuerda a algunos lo vivido a finales de la década de los 90, cuando el atraso cambiario forzado por la Convertibilidad era una tentación para que los supermercados se convirtieran en importadores, porque los márgenes de vender un alimento llegado del extranjero eran mucho más suculentos que con los productos nacionales.
Este tipo de operaciones de importación de alimentos procesados puede pulsarse en los informes del INDEC sobre el comercio exterior. Para el primer bimestre de 2021, marcan que la Argentina ha gastado Más de 320 millones de dólares en importar alimentos y bebidas, tanto procesados y para su uso industrial. Por supuesto es mucho más lo que exporta la Argentina en materia de alimentos. Pero este dato no debería dejar de llamar la atención. Especialmente porque el mayor salto se da en el subcapítulo “Preparaciones de hortalizas, frutas u otros frutos o demás partes de plantas”.
Tomando los datos de todo 2020, lapso en el que la brecha cambiaria estuvo más vigente que nunca, el INDEC registró que la Argentina gastó 509 millones de dólares para importar alimentos listos para consumir en el hogar, contra los 371 millones utilizados para dicho fin en 2019. Es decir hubo un salto de 37,2%.
El año pasado, además, en los rubros “Alimentos y bebidas básicos y elaborados fundamentalmente para la industria”, las importaciones totales crecieron casi 18%, desde unos 1.900 millones de dólares en 2019 a 2.300 millones en 2020. Es decir, para importar alimentos para procesar, la Argentina gastó unos 400 millones de dólares de más entre un año y otro. ¿Subsidiados?
La pregunta es esa: ¿Se puede dar el lujo la Argentina en este momento de escasez de dólares de destinarlos a comprar productos que ya se producen aquí? En todo caso, a partir de otro informe del Ministerio de Agricultura, será bueno revisar en qué rubros se están registrando esas importaciones.
- En el rubro animales vivos, por ejemplo, la Argentina gastó 23 millones de dólares, especialmente en genética avícola, de equinos y de cerdos. Allí el volumen de importaciones se mantuvo estable.
- En el rubro Carnes, la Argentina gastó más de 104 millones de dólares, de los cuales 58 millones corresponden al rubro porcino (son habituales las compras de cortes congelados a Brasil), 32 millones al rubro bovino (sobre todo carne congelada importada desde Brasil) y otros casi 8 millones al complejo avícola. Aquí en general la salida de dólares ha decrecido respecto de 2019.
- En el rubro Pesca, donde la Argentina también es netamente excedentaria, se utilizaron 150 millones de dólares para pagar 42 mil toneladas de productos importados. La mayoría de esa plata (unos 100 millones) fue a pagar las famosas latitas de especies -como el atún- que aquí no se capturan.
- En el rubro lácteos el ajuste de las importaciones el año pasado ha sido sustantivo, ya que se achicaron 41%. De todos modos, todavía se gastan 25 millones de dólares, sobre todo en leches especiales, quesos y otros productos especiales. Recordemos que a la Argentina le sobra cerca del 20% de la leche que produce y podría elaborar ese tipo de lácteos.
- Llama la atención el fuerte salto en el gasto para la importación de huevos y sus derivados. La Argentina gastó casi 5 millones de dólares en ese rubro, con un crecimiento de 167% respecto de 2019.
- En el rubro legumbres se utilizaron 7,8 millones de dólares para comprar especialmente lentejas y porotos. Es un pecado dadas las posibilidades de producción que tienen la Argentina en esos rubros. Aquí las compras crecieron 14% entre un año y otro.
- En el rubro Hortalizas los dólares asignados para importarlas fueron 141 millones, y la inmensa mayoría (78 millones) para conservas o latas, el producto más encontrado en los supermercados. Aquí la demanda de dólares pegó un salto de casi 40% entre 2019 y 2020. Llamativamente se gastaron 3 millones de dólares en importar ajos frescos (con un salto de 7798%), otros 5,4 millones para importa cebolla (619% de suba), 840 mil dólares para adquirir tomate fresco (1809% de alza), casi 1 millón de dólares para importar papa fresca (creció 274%) y 7,6 millones para otras hortalizas frescas (349% de aumento).
- Suena increíble pero también crecieron las importaciones de cereales, que demandaron 29 millones de dólares oficiales, 1% más que en 2019. En volumen, las compras en este rubro crecieron mucho más (24%) y redondearon unas 30 mil toneladas. ¿En qué rubros? La mitad del dinero (25 millones) se utilizó para traer maíz para siembra y otros 10 millones de dólares se fueron en importar arroz y cebada.
- En el complejo sojero las importaciones son inmensas (más de 5 millones de toneladas) y el gasto parece muchísimo para un país que rebalsa de soja: se utilizaron 1.978 millones de dólares. Pero se supone que la Argentina recupera esa cifra con creces, pues se trata de la soja que ingresa de Paraguay y Bolivia bajo el régimen de importación temporaria. Se trae el grano, se procesa aquí y se reexporta como aceite o harina.
- Hay “otras oleaginosas” que, sin embargo, demandan divisas del mercado oficial de cambios, unos 8 millones de dólares en 2020. Aquí el salto respecto de 2019 llegó al 29%.
- La Argentina gastó otros 5,76 millones de dólares oficiales para ingresar cítricos, es decir en frutas que aquí abundan. En ese rubro las importaciones crecieron 81% en dólares y eso tuvo mucho que ver con la escasez de limón (la Argentina es la mayor exportadora del mundo), por la cual debieron importarlo por 3,4 millones (1207% de aumento). Pero otros 1,6 millones de dólares se utilizaron para comprar pomelos.
- Otro millón de dólares (en realidad 1.264.000 dólares) se gastaron el año pasado en comprar del extranjero manzanas y peras. No hay demasiado para decir. Aquí el salto fue del 25% respecto de 2019. En frutas, otro gasto llamativo fueron los 400 mil dólares utilizados para traer arándanos.
- Un rubro donde tradicionalmente hay importaciones importantes es el de los frutos secos, ya que la oferta local es insuficiente. En 2020 la Argentina gastó 41 millones de dólares en adquirir avellanas, almendras, nueces y otros frutos de ese tipo. El gasto ha crecido nada menso que 72% entre un año y otro.
- El principal producto de consumo masivo importado por la Argentina sigue siendo la banana, ya que la oferta local atiende solo el 10/15% del mercado. Se gastaron en importarla el año pasado 243 millones de dólares, un 24% más que en el año anterior. Otros 100 millones de dólares se fueron en comprar otras frutas no tradicionales, ya sea en conservas o tropicales en fresco.
- Sin grandes cambios, el rubro grasas y aceites representó una erogación de 72 millones de dólares para pagar importaciones, la inmensa mayoría en margarinas y otros aceites de origen vegetal.
- Fueron más de 38 millones de dólares los gastados para traer productos de la molinería, en especial copos de cereal, cuyas importaciones crecieron 26%. Llama la atención en este rubro el fuerte salto de las importaciones de harina de trigo (522%) y las de la famosa polenta o harina de maíz, que aumentaron 52% y demandaron 4 millones de dólares.
- La Argentina consumió otros 142 millones de dólares en el rubro infusiones. Aquí son tradicionales y necesarias las compras de café, que aquí no se produce y que demandó más de 100 millones. Pero en 2020 otros 36 millones de dólares se utilizaron para importar yerba mate. El extraño salto en este rubro fue de 691%.
- En otros rubros también la demanda de divisas ha sido más intensa el año pasado. Se gastaron 16 millones de dólares en aromáticas (con un salto del 52%) y 21 millones en especies (subieron 49%). Otros 16 millones de dólares se utilizaron en azúcares especiales. Unos 2 millones de dólares en aceite de oliva (crecieron 95%).
- Cerca de 5 millones se fueron en importar vinos (con un 7% de aumento), 12 millones en bebidas sin alcohol (-5%), 4,7 millones en jugos de frutas (-24%), 62 millones en bebidas alcohólicas (-4%), 160 millones en preparados alimenticios y pastas (2%). Y otros 25 millones en aceites esenciales (con un salto del 25%).
- Otros 166 millones en productos de confitería. Aquí entra a tallar otro producto que no produce la Argentina, el cacao, con más de 115 millones de dólares.