Uno de los mayores desafíos para las próximas décadas es la homologación de las producciones, especialmente en materia ambiental. Una de las exigencias impuestas para el comercio de los biocombustibles será contar con la certificación de la sostenibilidad ambiental. Y para eso será necesario cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
En Bichos de Campo ya hemos presentado a Rodolfo Bongiovanni, que es coordinador de la Plataforma Huellas Ambientales del INTA. Lo entrevistamos hace un par de meses y justamente nos contó sobre la importancia de estas mediciones. La novedad ahora es que, junto a investigadores del INTI y la Cámara de Industrializadores de Granos y Productores de Biocombustibles en Origen (CIGBO), este experto del INTA comenzó a presentar resultados de ese trabajo.
Aquí esa entrevista a Rodolfo Bongiovanni:
Este grupo de estudio lo que hizo es analizar las emisiones del bioetanol argentino y lo compararon con la nafta nacional y de la Unión Europea. Aquí ese biocombustible se elabora a partir del maíz cordobés y la caña de azúcar del NOA. Bongiovanni se basó en el primer grupo.
Aegún una publicación del INTA, Bongiovanni detalló que “el bioetanol argentino emite 19,9 gramos de dióxido de carbono equivalente por MegaJoule (19,9 g CO2eq/MJ), 2,5 veces menos que la nafta nacional que es de 69,5 g CO2eq/MJ”.
A su vez, el investigador comparó las emisiones del bioetanol con la normativa de la Unión Europea que establece de forma predeterminada 83,8 g CO2eq/MJ, es decir 3,2 veces superior al biocombustible argentino.
Bongiovanni especificó que “el balance energético (o huella energética, que comprende el total de energía directa e indirecta consumida en la producción de un bien o servicio) muestra que el etanol producido en Córdoba cuadruplica la energía invertida en el proceso productivo, ya que, por cada MegaJoule de energía obtenida, se invirtieron sólo 0,23 MegaJoule”. Y sentenció: “Estos datos son realmente muy alentadores”.
Como si estos datos no fueran suficientes, el investigador del INTA se refirió al impacto en la huella ambiental: “La diferencia de emisiones a favor de la producción de etanol implica un ahorro de 1,5 millones de toneladas de CO2 que no se emiten a la atmósfera”. Un estudio minucioso
Para obtener este valor del etanol producido en campos de productores de Córdoba -detalló el técnico- se relevaron los paquetes tecnológicos utilizados en la producción de maíz, sumado a los valores de las miniusinas que transforman el grano en etanol, los feedlots que aprovechan la burlanda, y los biodigestores que aprovechan los subproductos para producir energía eléctrica y térmica.
Víctor Giordana, presidente de CIGBO, coincidió con Bongiovanni en que el estudio permite comprobar que el sistema de producción nacional es eficiente en la reducción de emisiones y en balance energético. “Conocer en detalle cómo producimos nos permitirá homologar en el ámbito internacional que nuestra industria es sustentable”, se ilusionó.
Para Giordana, el estudio cuenta con una minuciosidad que contempla el cálculo de la producción de maíz, el origen de los insumos, el transporte y los valores de molienda. “Demostramos que el etanol argentino producido en origen cumple con los requisitos más exigentes”, sentenció.
Juan Cruz Molina, director regional del INTA Córdoba, destacó la importancia del estudio y aseguró que “este trabajo nos permite poner en valor el sistema de producción agrícola que utilizamos en la Argentina, basado en la implementación de las buenas prácticas agropecuarias y el agregado de valor en origen”.