De acuerdo con los datos que publicó el Siglea correspondientes a febrero, el precio que se le pagó al productor de leche fue de 291,69 pesos por litro, lo que significa una suba de 18% respecto de enero y de casi 300% con relación a febrero del año pasado. Medido en dólares oficiales, ese precio es de nada menos que 35 centavos de dólar.
Si bien todavía no está el dato que comprar ese ingreso para los tambos con los costos que tuvieron en el segundo mes del año, está claro que la caída internacional del precio de los granos les está dando una mano a los productores de leche, ya que la relación con el maíz y la soja mejoró notablemente y se acercó a los promedios que requiere la economía tambera.
Con un precio de la soja en 250.000 pesos y uno del maíz en 150.000 pesos la relación leche/soja quedó en 1,2 y la relación leche maíz en 2 a 1.
Esta mejora en la ecuación económica de los tambos obedece a diferentes cuestiones y es coyuntural. Los problemas de fondo del sector, como por caso la falta de un mercado que transparente la comercialización, siguen brillando por su ausencia.
Uno de los motivos que justificó la fuerte recomposición de precios al tambero tiene que ver con la fuerte caída de la producción. La baja fue de 12,5% en enero respecto de diciembre y respecto del mismo mes del 2023.
Otro factor tiene que ver con la mayor salida del producto a los mercados internacionales, lo que permite capturar un mejor precio en un escenario cambiario más favorable al de los últimos años, ya que se devaluó, se achicó la brecha con los dólares financieros y el sector dejó de paga rderechos de exportación.
El tercer factor es la caída de los precios internacionales de los granos. La baja fue pronunciada, en torno a los 100 dólares por tonelada en el mercado internacional. Y encima este año habrá una oferta de granos mucho mayor a la del año pasado, con la posibilidad de hacer picado. Todo eso favorecerá además la producción de forraje para pasar el invierno.
Finalmente a los tamberos les tocó una buena. No es para tirar manteca al techo, pero al menos calma los nervios de los que venían bien complicados.