Aunque se retiró hace tiempo de la función pública, el nombre de Marilú Bonhomme no pasa desapercibido entre los veterinarios que integran Senasa, ni entre quienes manejan los principales frigoríficos del país. Como ex directora de aquel organismo, especializada en inocuidad y sanidad, dedicó gran parte de su carrera profesional a recorrer las instalaciones de distintas plantas frigoríficas del país, donde perseguía la excelencia en materia sanitaria.
Si bien su deseo era originalmente trabajar con caballos, las normas de la época se lo impidieron y la llevaron a ejercer dentro el sector privado. Uno de sus primeros pasos fue en el antiguo frigorífico Wilson.
“Quedaba en Valentín Alsina, a la orilla del riachuelo. Las barcazas con las medias reses salían de ahí. Después eso cerró y el doctor Bruni, que estudió conmigo y llegó a ser presidente de Senasa, me invitó a trabajar en el organismo. Ahí empezó mi historia”, contó Bonhomme en una charla con Bichos de Campo.
Mirá la nota completa acá:
Ya ingresada en el área de control y habilitación de frigoríficos, la veterinaria afrontó una prueba de fuego con el caso de los pollos Mazzorin, un negociado de finales de los 80’ que implicó una gran importación de pollo de distintos países.
“Había pollos de Venezuela, de Yugoslavia, de Francia, de otros lados. Fue un negociado político de la época y cayeron casi todos en el frigorífico La Pampa. Terminaron entrando cerca de un millón de pollos y no sabían dónde meterlos. Ese frigorífico, del que yo era la jefa, tenía siete hectáreas en pisos ahí en La Boca. El pollo llegó en buen estado pero comenzó a ponerse feo. Salían todos los días camiones para tirarlos en el CEAMSE. Fue una historia del país que sirvió para darse cuenta de cómo la pata política mueve las cosas como se le da la gana”, relató la veterinaria.
Aquella experiencia ofició casi como un despertar profesional, ya que desde entonces Bonhomme comenzó a levantar la bandera del trabajo coordinado entre el Estado y la actividad privada, como forma de resguardar la salud pública.
“En esto no se puede prescindir del Estado. Con controles, las cosas son mejores. Cuando no los hay, tenemos problemas. La salud es la salud. Es una responsabilidad, yo quiero que los alimentos estén controlados por gente de Senasa. La cuestión de la salud animal y de las enfermedades transmitidas por alimentos es un tema que tiene que estar aceitadísimo”, afirmó.
Y a continuación, sostuvo: “Si en ciertos organismos hay 10.000 personas y hay 5000 que no deberían estar porque sobran, yo no lo sé ni tampoco soy quién para decir lo que sobra o no de Senasa. Pero en el mundo Senasa es sumamente calificado. Yo he viajado a muchísimo países y me he dado cuenta del respeto que nos tenían por nuestras capacidades. Nosotros tenemos muy buen nivel técnico”.
En este sentido, la profesional valorizó el rol de los técnicos que se ocupan de supervisar el buen funcionamiento de las plantas, que realizan sugerencias de adecuación y que se encargan de su habilitación.
“En los años que yo estuve, que fueron como 30, el papel de Senasa hizo que en las exportaciones tengamos muy pocos problemas. En otros países del mundo los hay. Comparado a, por ejemplo, Estados Unidos, nosotros somos superiores mil por mil. Nosotros somos buenos y no por las empresas. Cuando vos vas a otros países y ves los frigoríficos, vos te das cuenta que nosotros tenemos técnicos de calidad y excelentísimos obreros”, destacó Bonhomme.
Aún así, la veterinaria reconoce que hay cuestiones a mejorar, no solo en lo que respecta a la comercialización de carne sino también al interior de Senasa.
“Hoy en día te digo que los buenos profesionales de Senasa, debido a lo poco que ganan y a otras cuestiones, tratan de irse. Los mejores se van. Y en los frigoríficos hace falta mucha gente con capacidad”, indicó.
Y agregó: “El Senasa para mí, para los que hemos trabajado ahí, y para los que siguen trabajando, es un gran lugar que como todo lugar tiene gente buena, gente mala, gente mejor, gente peor, pero que sirve. Hay que reformarlo, hay que trabajar en ello, se ha complejizado mucho porque las políticas son alternantes”.
-No perdimos la cultura cárnica, tenemos la capacidad técnica, y sin embargo sigue latente el sueño de ser los grandes exportadores de carne del mundo. ¿Estamos en condiciones de serlo?- le preguntamos Bonhomme.
-Yo pienso que no, porque no tenemos ni a dónde ni con qué. Siempre me acuerdo cuando vinieron los chinos por primera vez, imagínate darles de comer a todos los muchachos de China. El jefe de esa misión me decía “ponele que te digamos si a todo, ustedes me mandan carne para una semana”. Nosotros no tenemos esa capacidad, hoy en día la zona ganadera se fue corriendo. Ahí entra la política del Estado. Tiene que haber gente que diagrame cosas como dónde colocar un frigorífico. Antes el pueblo se hacía alrededor del frigorífico. Hoy a nadie le interesa el tema.
-Para vos finalmente uno no está como representante de Senasa en un frigorífico para entorpeces, sino para ayudar. Vos querés que al empresario le vaya bien.
-Pero más vale. Si los colegas de Senasa trabajaran no con el frigorífico sino para el frigorífico, sería mucho mejor. Yo por lo menos a donde voy a trabajar siempre digo que los colegas de Senasa tienen estar a la par del control de calidad y de la gente del frigorífico, que son los que trabajan con él y para él. Nosotros tenemos que apoyar eso. Para eso servimos.