El Congreso se prepara para aprobar un marco regulatorio para la producción, industrialización y comercialización del cannabis para uso industrial (no recreativo, claro). Cuando esa legislación esté vigente, será legal obtener licencias para el cultivo de cáñamo con variedades que tengan menos del 1% de THC o valor psicoactivo.
Para comprender cómo viene el panorama en el mientras tanto, Bichos de Campo consultó a María Laura Sandoval, quien es especialista en cannabis y cáñamo, además de embajadora de la Asociación Latinoamericana de Cáñamo en Argentina.
-¿Qué formas existen actualmente para realizar un cultivo de cannabis de forma legal?
-Hay dos formas. La primera es por la Ley de Investigación Nº 27.350, con los proyectos autorizados por la autoridad de control (Secretaría de Medicamentos y Tecnologías Médicas, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación). En este caso, deben ser proyectos de investigación, pero también existe un formato de convenio con esta autoridad con el fin de cumplir el objeto de la ley, que es el de brindar acceso a derivados de cannabis con fines medicinales a pacientes con diversos diagnósticos.
-¿Y la otra forma?
-Mediante un instituto que está presente en la Ley 27.350, que es el Reprocann, o Registro de Autocultivadores (como se lo conoce), que permite que usuarios de cannabis con fines medicinales puedan inscribirse para tener un cultivo en su casa, así como también transportar consigo flores o lo que se conoce como “aceites”. El registro es muy simple, se hace mediante la aplicación “Mi Argentina”, y necesita una receta médica emitida por profesional registrado en el Reprocann.
-En cuando al cultivo en sí, ¿qué condiciones y cuidados requiere?
-Depende de cual sea la finalidad. Por ejemplo, si hablamos de un cultivo de cáñamo a cielo abierto, la especie es muy noble: sus raíces son amplias y esto incluso favorece en la poca aparición de malezas, y va a estar bien siempre y cuando no haya exceso de agua. En términos generales, en los mercados, se solicita trazabilidad desde punto cero y es común que se trabaje con los estándares de Global GAP (Buenas Prácticas de Agricultura).
-Entonces, ¿se puede hacer agroecológico?
-No solo se puede sino que casi por regla general se debe. Los mercados internacionales tienen como norma general el impacto ambiental, puesto que el cultivo en sí ya es un mejorador de suelos y un especial productor de oxígeno, entre otras bonanzas que ofrece el cannabis y el cáñamo a nivel impactos positivos.
-¿Y el cannabis medicinal?
-Ahí el cultivo es más delicado porque en el uso de la flor son muchos los factores que pueden sobreexcitar la planta y aumentar su tenor de psicoactivo, por lo que los controles (las modalidades son generalmente en invernadero o cultivo 100% cerrado) se realizan sobre la humedad, las luces, la temperatura y los nutrientes. En ambas industrias (cáñamo o cannabis medicinal), los mercados rechazan el uso de químicos y se realizan pruebas respecto a residuos de metales pesados.
-Para que sea negocio, ¿a partir de qué superficie es rentable el cultivo?
-Depende del comprador que tenga el emprendedor o la empresa. En Italia es muy normal ver productores de tres o cinco hectáreas de cáñamo, y esto tiene relación con un sinnúmero de beneficios que ofrece el gobierno a los productores locales. En la Argentina dependerá de las opciones que presentemos. Primeramente está el modelo de agronegocio tradicional (una gran empresa proporciona la genética y enseña y controla los cultivos de los pequeños medianos productores); luego estará el componente innovación para ver si los pequeños y medianos generan “micro nichos” que integren procesos de industrialización (pequeños molinos de harina de cáñamo u otros procesos que utilicen subproductos de cañamiza y fibras, etcétera).
-Una vez producida la planta, ¿cómo se usa en la industria? ¿Pastillas? ¿Aceites?
-En el uso medicinal o terapéutico, en general hablamos de tres clases de productos: estándar farmacéutico (el más alto de calidad de producción y requiere grandes inversiones, puesto que se trata de cultivos 100% controlados en invernáculos); suplementos alimentarios (aquí ingresan los cultivos de cáñamo, muchos de estos productos tienen una etiqueta que dice HEMP) y cosmética terapéutica (cremas). Esto está en relación con la incipiente industria del “bienestar”, que en la mayoría de los países incluye productos que generan un buen impacto positivo en la salud humana, incluso fuera de lo que conocemos como “medicamento”. Respecto al cáñamo de usos industriales, se incluyen las semillas tostadas, harinas, industrializados de harina (pastas, galletas, etcétera), textil e industrializados de textil (ropa y calzado), alimento y salud animal y bioenergías, entre otros usos.
-¿Hay laboratorios especializados en Argentina?
-Se están creando, a partir de los proyectos de investigación ya aprobados por la autoridad de control, diferentes equipos que adquieren poco a poco la tecnología necesaria para trabajar los procesos específicos de cada proyecto. Cada laboratorio es diferente porque es muy difícil que dos laboratorios trabajen una misma genética, con el mismo propósito y de la misma manera.
-¿Cuál es el país emblema del cultivo de cannabis? ¿Por qué?
-Por lo general la gente piensa en Canadá, aunque la realidad actual de ese país en términos de cannabis presenta muchos desafíos por solucionar para mejorar el control del consumo de estos productos. Otros podríamos decir que es Israel, debido a las investigaciones que reivindicaron el uso medicinal contemporáneo, mediante el trabajo de Raphael Mechoulam. Independientemente de estas cuestiones, creo que estamos en una etapa donde los países van encontrando puntos de diferenciación a partir de sus estructuras económicas características, la aceptación social y, claramente, los cuadros regulatorios.
– Uno siente que hay interés en la Argentina por este cultivo. ¿Es así?
-Creo que en todas partes del mundo, y la prueba es el crecimiento en mercados bursátiles de acciones de empresas de cannabis, el cultivo tiene una atracción marketinera. Pero además de eso ya tenía diversos segmentos de público cautivos, desde los consumidores de uso adulto hasta los consumidores medicinales. Entonces el interés en nuestro país es de base, el mismo que en el resto del mundo, pero se le agrega el interés del sector agropecuario que engancha muy bien para trabajar en una estructura agroproductiva.
-¿Y hay interés en el agro local tradicional?
-Muchas veces escucho hablar del sistema californiano (una empresa con “hub” de almacenaje e industrialización que ofrece la genética y el “know how” de cultivo a pequeños y medianos productos con un acuerdo de precios) y me da mucha gracia porque es la estructura agroproductiva de Argentina desde hace décadas. Entonces creo que independientemente de las motivaciones particulares de cada emprendedor o empresario, acá tenemos un sistema donde el cáñamo encaja muy bien, y donde tenemos un sector de laboratorios y una creciente ola de empresas de biotecnologías que también están decididas a innovar.
-¿Cómo ve la producción y el negocio local de acá a cinco años?
-Creo que van a existir muchas producciones primarias y que la industrialización va desarrollarse en menor medida en el sector alimentario. En principio me parece que no va a haber una explosión de industrialización porque no veo las herramientas políticas, regulatorias y económicas pero ¡ojo!, no las veo hoy, pero espero estar equivocada y que realmente suceda lo mejor para todas las comunidades argentinas. Aun así, por superficie disponible para cultivos, nuestro país tendrá un papel preponderante a nivel internacional, en especial porque se trata de cultivos con suministros de bajo costo que incluso se pueden producir evitando costos operativos de materiales de importación.
-O sea que potencial tenemos…
-Sin duda. Y podemos jugar muy bien en los mercados internacionales de diversas subindustrias del cannabis y el cáñamo. Pero también vamos a ir perfeccionando las cuestiones regulatorias a medida que se vayan viendo las cuestiones que debemos modificar, lo cual es algo muy normal en la mayoría de los países que dan apertura a este tipo de negocios.
Fotos: LAIHA Latin America Industrial Hemp Association