“Mi sueño siempre fue vivir en el campo. Soy paisajista de toda la vida y mi primer acercamiento fue estudiando Producción Orgánica Vegetal en FAUBA, donde descubrí la Biodinámica. En 2013 alquilé el primer invernadero donde plantamos tomate cherry y albahaca”. Así comienza su historia Marcela Benbassat, creadora de Huerta Grande, predio de producción biodinámica de 1,25 hectáreas ubicada en Loma Verde, Escobar.
Marcela eligió la biodinámica por la visión holística de esta forma de producir, ya que integra al humano con las plantas, los animales, la tierra y el cielo. “No existe uno sin el otro, somos todos juntos y todos juntos somos vida”, reflexiona. “Así, revitalizar el suelo es clave y mientras la agricultura convencional trabaja en un suelo muerto a partir de la aplicación de herbicidas que matan todo ser vivo, la Biodinámica comienza revitalizando el suelo. Cuanta más vida hay en la tierra más fuertes crecen las plantas. Por eso decimos que es muy importante vivificar la tierra”.
“Trabajamos integrando la energía del sol con su luz y su calor. Con la energía de la luna que tiene que ver con el agua, el movimiento de las mareas o simplemente la energía del amor que mueve montañas. En Huerta Grande sembramos con amor, cultivamos y cuidamos con cariño y cosechamos con mucha alegría para cada uno de nuestros clientes. ¿Qué comemos cuando comemos?, ¿Qué energía elegimos comer?, esas son las preguntas”.
A la producción de hortalizas han sumado la producción de vinagre de manzana y de pera. Esta primavera comenzaron a producir también semillas de flores de herbáceas que, además de embellecer los cultivos, sirven para atraer polinizadores, mariposas y colibríes que son benéficos para la huerta. La idea es agregar valor a los cultivos para mejorar su comercialización y el próximo paso es construir una cocina para elaboración propia de diferentes productos.
En el emprendimiento trabajan seis personas; tres de ellas se dedican a labores en el campo mientras que las tres restantes se involucran en actividades de venta y atención al cliente. Actualmente se está realizando una evaluación social y económica de Huerta Grande como parte de una tesis grado de la carrera de Agronomía. El objetivo es arrojar luz sobre la viabilidad financiera de un establecimiento hortícola de estas características, ponderar su rol social y ambiental, e identificar sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas.
-Usted menciona que los productos biodinámicos están cargados de energía. ¿Se puede medir?
-Son vitales, frescos llenos de colores, aromas, y sabor. Llenos de vida y energía. Nuestros cultivos son vida. Y también son alimento para el alma. Al comer verduras y frutas llenas de energía, recién cosechadas, frescas, nos sentimos más vivos más saludables, sentimos más alegría. Nosotros no lo medimos, pero sí se puede medir, por ejemplo con cromatografías. Actualmente una especialista, Laura Ramos, está haciendo esta investigación en Huerta Grande comparando nuestro suelo vivo con el de una huerta convencional.
-¿Tienen algún proyecto con la comunidad?
-Abrimos la huerta varias veces al año y hacemos recorridos, cursos y eventos especiales. Recibimos muchas visitas de universidades que hacen distintas investigaciones comparando el suelo de una huerta biodinámica y otra convencional. Nos gusta compartir la huerta con nuestros vecinos, mostrar que es posible plantar y cuidar una huerta sin ningún tipo de agroquímicos. Y comer alimentos sanos. El día de la Pachamama nos reunimos alrededor de la boca de la tierra por donde todos juntos le damos de comer y beber. Así le agradecemos todo lo que nos da durante el año y festejamos el amor a la naturaleza.
-¿Quiénes son sus clientes? ¿Qué comentarios recibe?
-Vecinos del partido de Escobar, mayormente. Están muy contentos porque nuestros alimentos no solo son más sanos, sino también más sabrosos y también valoran los servicios ecosistémicos que brinda Huerta Grande. Les encanta venir, recorrer, probar nuevos sabores como las mostazas, el ruibarbo o las borrajas. Alguna vez alguien dijo que somos un faro que va iluminando y contagiando entusiasmo por una vida más amorosa para nosotros y para nuestra tierra. Y que nuestra salud, la salud de las plantas, de los animales y de nuestra tierra, es una sola salud.
-Además de producir y vender, ¿qué buscan con Huerta Grande?
-Trabajar en forma armoniosa, con mucho respeto, cuidado y alegría. Queremos fomentar el cambio de paradigma predicando con el ejemplo y refutando a los resignados y descreídos que producen alimentos con grandes inputs de insumos y energía sucia. Los que trabajamos en la huerta todas las semanas nos llevamos un cajón lleno de verduras y frutas agroecológicas y biodinámicas; la salud empieza acá en nosotros y así se lo trasmitimos a nuestros clientes. Es posible y hermoso vivir en salud. Crear un ambiente donde el respeto, el amor y el trabajo en comunidad es la clave y así superaremos la inercia que frena la transformación socioeconómica que tanto necesitamos para no destruir nuestro entorno (y para no sucumbir, en consecuencia, como especie).
-Todavía hay muchas personas, incluso técnicos, que no creen que la agroecología sea posible. ¿A qué considera que se debe este descreimiento?
-Hay muchas personas a las que no les gustan los cambios. El sistema actual está muy instalado y en general “los rindes económicos son más valiosos que la salud”. El cambio en la alimentación es todo un proceso que lleva tiempo, que va contra todo lo aprendido hasta hoy. Hay que desaprender y volver a aprender, y eso no es fácil.
-Usted hace mucho hincapié en la salud…
Es que somos lo que comemos. Los cambios son difíciles, llevan tiempo, pero cuando te das cuenta de que así ya no te enfermás, que comprás menos medicamentos, que te sentís mejor y más vivo… ¿Qué más hay para decir?