La inseguridad alimentaria en Argentina sigue dando tela para cortar. Se estima que 3,2 millones de personas son las que afrontan día a día condiciones de “inseguridad alimentaria grave”, según el último informe presentado por la ONU y otros organismos multilaterales.
En este marco, el trabajo de la Fundación CONIN es central. Fundada en 1993 por el Dr. Abel Albino, utilizando de referencia los trabajos del Dr. Fernando Mönckeberg en Chile, esta ONG trajo a la Argentina un nuevo modelo para tratar los casos de desnutrición infantil y sobre todo, para crear estrategias que sirvan a su prevención.
En resumidas cuentas, se trata de la instauración de centros de tratamiento ambulatorios y específicos, que evitarán que estos niños con malnutrición severa ingresen a centros de tratamiento general, donde puedan adquirir otras enfermedades. Este enfoque ha resultado en más de 17.000 niños recuperados en todo el país. CONIN cuenta con 100 centros de prevención distribuidos en 18 provincias.
“La malnutrición es un desequilibrio, por carencias o excesos, en cuanto a los aportes energéticos o de micronutrientes. El déficit son todos los tipos de desnutrición y el exceso que son el sobrepeso y la obesidad. Históricamente hemos relacionado la carencia a la pobreza y el exceso a la abundancia y el sedentarismo. Hoy se sabe que en Latinoamérica conviven ambas patologías y se pueden dar en una misma comunidad, familia o individuo”, explicó a Bichos de Campo Natalia Zavaroni, nutricionista y directora operativa de la Fundación CONIN.
Esta problemática no es ajena a la situación mundial general, y se ha agravado sustancialmente con la pandemia. Reportes internacionales analizados por esta Fundación indican que esta crisis generará mayores complicaciones en lo económico, sanitario y nutricional, y que afectará de lleno en la situación socioeconómica de estas poblaciones vulnerables en el futuro.
Mirá la entrevista completa a Natalia Zavaroni acá:
-En Argentina tenemos exceso de producción de alimentos. ¿Cómo definís este contrasentido?
-Es parte y atraviesa al concepto de malnutrición. La inequidad en la distribución de los alimentos no es algo sólo de acá. La falta de seguridad alimentaria tiene que ver con diversos factores, entre ellos los sistemas alimentarios. Son cadenas gigantescas que van desde la producción, elaboración, transporte, almacenamiento, comercio, mercado, precios, ventas y desperdicio. Dentro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible que se han propuesto para el 2030, los países tienen que trabajar para resolver la malnutrición en todas sus formas.
Desde esta perspectiva, lo que pase en los primeros mil días –que van desde la concepción hasta los dos años de la persona- serán claves para su desarrollo posterior. La malnutrición afecta a la salud actual y futura: actual porque aumenta la morbimortalidad al no desarrollarse las defensas necesarias, y futura por generar cambios en la musculatura y en el desarrollo cognitivo.
“Impactará en el desenvolvimiento escolar y laboral. Ésto genera perpetuación de la pobreza”, aseguró la especialista.
-Hay minorías que dicen que no hay que comer carne, que la leche es mala. ¿Es un lujo dar cierto tipo de debates? En todo caso, ¿Qué dieta necesita un chico de dos años para ser fuerte?
-Es bueno discutirlo porque sino la comunidad termina opinando de algo que no conoce. Es muy importante lo que pase con la mama en el embarazo. La lactancia materna es lo mejor que le puede pasar a ese niño. A partir del año tiene que comer lo que come la familia, y debe ser saludable. Mientras más chiquito va a requerir más proteínas de alto valor biológico, y eso va a ir modificándose en la primera infancia hasta la adolescencia. La carne es saludable siempre que sea bien consumida.
Zavaroni indicó que lo importa es controlar que no se trate de carne ultra procesada. En este sentido se refirió a un informe sobre el que trabajó CONIN, que demostró que la cantidad de carne consumida por las poblaciones vulnerables no difiere sustancialmente de la adquirida por las clases más altas. Por el contrario, la diferencia está en el tipo de carne (si es blanca o roja) y en los cortes y su calidad.
“Este tema del lunes sin carne tiene muchísimos años, su origen es de la época de guerras donde se proponía no comer algún alimento para que le llegue a las tropas. Las poblaciones vulnerables no comen carne todos los días, por lo que promover un día sin su consumo no afectará y está dentro de las recomendaciones. Se puede comer carne de forma adecuada”, concluyó.