Las malezas resistentes son el principal flagelo de la agricultura extensiva. ¿Quién lo duda? La Red de Malezas Resistentes (REM) armada por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) releva la superficie afectada a nivel nacional por este fenómeno de rebeldía ante los herbicidas: a la Rama Negra -presente en unas 30 millones de hectáreas- se sumó en gravedad el Yuyo Colorado, que apareció sobre 20 millones de hectáreas. Pero también son amenazantes la Pata de Gallina, las Chlorideas, el Capín, el Sorgo de Alepo, el Raigrás y los Nabos. La lista parece interminable.
“Es preocupante que sigan apareciendo especies resistentes, por el costo para producir, por la merma del rinde y por la complicación que generan para su manejo. Cada vez tenemos más especies que se agregan a la lista. Entonces metemos más cantidad de herbicidas, lo que aumenta la presión de selección de especies resistentes. Es como que aceleramos el proceso”, advirtió Fernando Oreja, docente e investigador de la facultad de Agronomia de la UBA (FAUBA) y miembro de la asociación argentina de la ciencia de las malezas (Asacym).
De la lista mencionada al comienzo de la nota, Oreja comentó que “la mayoría tiene resistencia al glifosato y a algún otro mecanismo de acción, con lo cual se complica más el panorama”.
Agregó que “si bien hay especies que aparecen como resistentes en alguna región puntual, después ese mismo biotipo se empieza a dispersar hacia otros lotes y otras regiones. Un caso bien notorio es el del Amaranthus palmeri dentro de los yuyos colorados, el cual, además de generar resistencia a los herbicidas por presión de selección a través del uso reiterado de los herbicidas, provoca dispersión por gravedad o por la cosechadora, ya que no vuela por el viento como sí lo hace la conyza”.
La mayoría de las malezas son resistentes al rey de los herbicidas, el glifosato. Sobre esto, Oreja indicó que “en muchos casos ya no se usa glifosato porque no hay respuesta. Entonces, directamente se está reemplazando por otros herbicidas. De los 38 o 39 biotipos que tenemos registrados en Argentina, la mitad son resistentes al glifosato”, advirtió el experto de Bichos de Campo.
Escuchá el reportaje a Fernando Oreja:
“No creo que excluir este herbicida sea la solución. Creo que hay que complementar medidas de manejo no químicas que mejoren la habilidad competitiva del cultivo, como modificar la fecha de siembra, hacer fertilizaciones en tiempo y forma, aumentar la densidad o usar cultivos de cobertura, ya que es mejor tener el lote cubierto con especies vegetales el mayor tiempo posible”, agregó el miembro de Asacim.
Oreja insitió en que “hay distintas medidas de manejo que pueden ayudar a reducir la tasa de aparición. En primer lugar hay que conocer y entender la biología y el contexto en el que se encuentran las malezas. Y así se podría diseñar una estrategia de manejo para, por lo menos, tratar de reducir las semillas que ingresan al banco, limpiar la maquinaria antes de ingresar o al retirarse del lote, recorrer el lote de modo periódico para evitar que se escapen las malezas o alcancen cierto tamaño.
Otro modo de combatir malezas es a través de la aplicación de herbicidas a la dosis de marbete. El experto pidió prestar especial atención a la cantidad aplicada. “Es un mecanismo que está muy difundido. Pero acá muchos productores piensan que le pueden aplicar la mitad de dosis, total se controla igual. Pero lo que está haciendo en ese caso es generar una selección de especies resistentes”, alertó.