El sector porcino espera activar inversiones en los criadores y plantas de faena que les permitirían incrementar de forma significativa la producción.
Las empresas del sector acordaron el año pasado con el ministerio de Desarrollo Productivo y el Banco Nación créditos blandos con tasas subsidiadas. El financiamiento sería a 7 años con 1 de gracia. La tasa al 22% anual por los primeros 5 años, y del 24% o 30% para los últimos 2 años, según se trate de una pyme o de una empresa grande.
Ante ese estímulo financiero unas 40 firmas del sector presentaron sus carpetas para poner en funcionamiento un plan que incorpore 25.000 cerdas al ciclo productivo. Estas madres generarían cerca de 70 mil toneladas adicionales de carne porcina. Es decir, el plan permitiría un crecimiento del 10% ya que el año pasado se produjeron 690 mil toneladas.
Del total de proyectos hay una docena que tienen el ok de Desarrollo Productivo y que estarían por recibir la aprobación del Banco Nación. “Monetizar esos créditos es muy importante, porque pondría en marcha inversiones en un país que la necesita pero además porque inflación mediante el dinero se devalúa” explicó Adolfo Franke, de la Asociación de Productores de Porcinos.
Dicen en el sector que esta mayor oferta de carne porcina ayudaría a liberar el mismo volumen de carne vacuna para la exportación, porque consideran que la carne de cerdo es el reemplazo natural de esta y además llega al público generalmente 15/20% más barata.
Eso está por verse, porque el gobierno definió que pretende un piso de 50 kilos por habitante y por año de carne vacuna. Está claro que teniendo en cuenta la crisis económica y el nivel de pobreza hay un 50% de la población a la que le cuesta el acceso al producto, y dentro de ese porcentaje una franja que directamente no la consume. Así, el definitiva el promedio ponderado es mayor al que informan las estadísticas oficiales, lamentablemente.
Mientras el sector porcino reclama los créditos para que su apuesta por el crecimiento se haga realidad, al mismo tiempo se encuentra con dificultades por la mayor competencia de la importación de carne de cerdos que llega mayormente de Brasil. El vecino país en particular nos vende bondiola, el corte más aceptado por el mercado interno y de los que se venden con márgenes positivos para compensar otros que se suelen negociar a contra margen.
“El año pasado, hasta noviembre inclusive, se importaron 36.000 toneladas sobre una producción de 634 mil toneladas res con hueso” advirtió Franke. El volumen importado equivale a un 5,6% de la oferta nacional, que se vio incrementada en la segunda parte del año por la caída de las exportaciones.
Analistas del sector creen que esas importaciones tienen que ver con la intención de mantener a raya el precio de la carne y especialmente el de la vacuna. Pero ese objetivo no se dio, ya que su valor aumentó 60% el año pasado.
Para los empresarios tiene relación con el tipo de cambio atrasado, ya que la carne ingresa al tipo de cambio oficial en un contexto encima de bajos precios en Brasil. “La bondiola entra al país a 300 pesos y al carnicero se la venden al mismo precio que las empresas locales, cerca de 450/500 pesos el kilo. El negocio lo están haciendo un grupo de importadores, el gobierno no ve beneficios en el control de precios y se perjudica al sector productivo”, dijo el asesor Juan Uccelli.