La historia argentina sería graciosa y divertida si no fuera tan dramática y dejara fuera de carrera a tanta gente.
Si uno busca el término “Remito Electrónico Cárnico” dentro de los archivos de Bichos de Campo, habría que remitirse a septiembre de 2019 para recordar que fue en ese momento -cuando todavía gobernaba Cambiemos- cuando la AFIP decidió implementar ese instrumento de control para el comercio minorista de carne. Lo había ideado la gestión macrista como cierre de una serie de reformas impositivas para la cadena de ganados y carnes. Pero luego cambió el gobierno y no se supo nada más.
En medio de un mar de dudas, comenzó a regir el remito electrónico de carnes
Hasta ahora. Tres años después, luego de que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner abandonara casi por completo la estrategia de control fiscal sobre uno de los sectores alimenticios claves, la nueva conducción de la AFIP, a cargo de Carlos Castagneto, emitió este viernes la Resolución General 5259/2022 , que vuelve a relanzar el Remito Electrónico Cárnico (REC) y lo vincula directamente con la emisión de otros comprobantes fiscales entre carnicerías y distribuidores de carne.
Primero algo de historia: en su gestión, el gobierno de Mauricio Macri impulsó un nuevo sistema de control fiscal en la cadena: matarifes y frigoríficos no podrían faenar ninguna cabeza de ganado sin antes no pagar un anticipo impositivo por IVA e Ingresos Brutos. De este modo logró ordenar la primera etapa del comercio mayorista de carnes. Pero al llegar a las carnicerías, que son más de 100 mil en todo el país, todo se iba al diablo, porque muchos de esos contribuyentes se negaban a emitir facturas (para no cambiar de categoría, de monotributistas a responsables inscriptos).
Los matarifes abastecedores comenzaron denunciando esta situación, y la AFIP en los tiempos de Alberto Abad respondió con la creación del REC; un documento electrónico de carga online que debía comenzar a respaldar todas las entregas de carne, desde el ,mayorista a la carnicería. De su aplicación a partir de septiembre de 2019 se supo poco y nada. El nuevo gobierno peronista discontinuó por completo estos esfuerzos para domesticar uno de los focos de evasión más importantes que hay en el país, por cifras multimillonarias.
Ahora la gestión Castagneto parece retomar la ofensiva trunca. Recordó en la nueva resolución que el REC es el “único documento válido para amparar el traslado automotor, dentro del territorio de la República Argentina, de carnes y subproductos derivados de la faena de hacienda de las especies bovina/bubalina y porcina”. Pero reconoció que hasta ahora no funciona demasiado bien, porque ante los problemas para su aplicación muchos matarifes o no lo usan o falsean directamente los datos, porque sus clientes carniceros se niegan a registrar las compras.
“En uso de sus facultades de verificación y control, esta Administración Federal detectó sujetos destinatarios de mercaderías trasladadas que no son los receptores de las facturas o los comprobantes equivalentes”, reconoció la AFIP. En rigor, es vox pópuli que para completar la exigencia del REC muchos operadores utilizan Cuit apócrifos y otras argucias.
“La operatoria utilizada trae aparejado beneficios financieros e impositivos para los operadores del sector que desarrollen sus actividades fuera del marco legal”, se avivaron los sabuesos, tres años después.
Por eso decidieron: “Para impedir ello, corresponde fijar el procedimiento para consignar en los comprobantes electrónicos que respaldan las operaciones de venta de carne y/o subproductos derivados de la faena de hacienda de las especies mencionadas, el o los números de aquellos REC vinculados”.
Este es la resolución:
RS-2022-01650340-AFIP-AFIP
Es decir que la AFIP apuntará ahora a desbaratar maniobras con el Remito Electrónico a partir de poder vincular cada uno de esos documentos con una factura o comprobante fiscal correspondiente. “La presente medida permitirá dotar de mayor transparencia al sector, combatir la competencia desleal, completar el circuito de trazabilidad de la cadena cárnica y evitar maniobras evasivas que promueven la marginalidad y distorsión del mercado”, prometió la nueva gestión.
Por eso, el primer artículo de la vieja resolución de creación del REC fue reescrito de este modo: “Los sujetos obligados a utilizar el Remito Electrónico Cárnico establecido por la Resolución General N° 4.256 y sus modificatorias, a los fines de consignar en los comprobantes electrónicos confeccionados en los términos de la Resolución General N° 4.291, sus modificatorias y complementarias, que se emitan para respaldar las operaciones de venta de carne y subproductos derivados de la faena de hacienda de las especies bovina/bubalina y porcina, el o los números de aquellos remitos vinculados, deberán observar lo dispuesto en esta resolución general”.
En adelante, entonces, los minoristas de la carne quedan obligados a ligar factura de venta con cada REC. “Al momento de confeccionar el correspondiente comprobante electrónico de facturación, se deberá seleccionar la actividad por la cual se está realizando el mismo, con el objeto de identificar el o los REC emitidos a incorporar en dicho documento”.
Otro artículo de la nueva normativa recuerda que “se encuentran obligados a emitir el Remito Electrónico las personas humanas, sucesiones indivisas, empresas o explotaciones unipersonales, sociedades, asociaciones y demás personas jurídicas que desarrollen cualquiera de las actividades que se detallan a continuación: a) Frigorífico/Establecimiento faenador. b) Usuarios de Faena. c) Abastecedor. d) Despostadero. e) Consignatario de Carnes. f) Consignatario Directo”.
Veremos cuánto tiempo dura esta nueva ofensiva de la AFIP, que esta vez -a diferencia de lo que sucedió en el anterior gobierno- impulsó estos cambios en soledad y sin requerir opinión del ex Ministerio de Agricultura y sus organismos vinculados, como el Senasa.