Ludwig Wreesmann es un productor agropecuario en la región de Altenoythe, al noroeste de Alemania. Ludwig tiene produce junto a su hijo sobre 100 hectáreas. Es uno de los pocos alemanes que siembra como la mayoría en Argentina, bajo la siembra directa.
Si bien este concepto está muy extendido en nuestro país, donde tuvo origen, en el país europeo esta metodología no está tan extendida, dado que allá solo es adoptada por el 1% de los agricultores, contra casi el 90% de lo que sucede en Argentina.
Cuenta Wreesmann a Bichos de Campo que comenzó a usar la agricultura de conservación hace casi 30 años, casi a la par de Argentina, y ahora su hijo es quien está continuando con esta práctica. “Lo que hacemos es seguir los tres aspectos principales de la siembra directa. Utilizamos diferentes cultivos, mucha rotación de cultivos. Cultivos de cobertura, para que cada año no haya campos con suelo negro en la superficie. Eso es lo que hacemos”.
Además de sorprenderse por la sequía que redujo a la mitad la cosecha del verano pasado, Wreesmann conoce al dedillo lo que se hace en la agricultura argentina, y la compara con Alemania.
“Solo tenemos un 1% de siembra directa, y siembra reducida. Así que hay mucho potencial. Lo que aprendí ayer es que ustedes tienen alrededor del 80 al 90% de siembra directa. Así que tenemos mucho potencial. Pero lo que vemos es que los jóvenes agricultores quieren saber qué sucede en el suelo; cómo funciona el suelo, qué animales tenemos en el suelo, qué seres vivos o bacterias tenemos en el suelo. Y vemos que los jóvenes agricultores están interesados y quieren saber más de lo que aprenden en la escuela” narra el alemán.
Además, Ludwig explica que en su país está germinando una asociación de productores como Aapresid, la asociación argentina de productores de siembra directa. “Tenemos alrededor de dos tercios de sus miembros, somos 1.200, pero las granjas son más pequeñas, te imaginarás, y la mayoría de las granjas también tienen animales. Es por eso que nuestros problemas son diferentes a los de ustedes”.
En este escenario, le consultamos al agricultor europeo sobre el debate del presente, compuesto por la forma en la que se producen los alimentos, y las posibilidades de la agricultura de capturar carbono de la atmósfera para mitigar los efectos del calentamiento global.
Al respecto, Wreesmann describe: “Hay una discusión intensa al respecto, porque para nosotros, como agricultores de conservación, es fundamental aumentar la cantidad de carbono en el suelo, ya que sabemos que cuanto más carbono tenemos en el suelo, más fértil es y retiene más agua. Y así obtenemos muchas ventajas. Hemos estado haciendo esto desde hace muchos años, y sabemos cómo hacerlo y qué hacer en ese sentido. La discusión actual es vender ese carbono en forma de certificados a la industria, o a las empresas que deben comprar certificados de carbono. Y veo eso como algo muy crítico porque podría haber muchos problemas para nosotros, los agricultores, tal vez”.
Mirá la entrevista completa con Ludwig Wreesman:
– ¿Cuál es tu opinión sobre las grandes empresas que compran el carbono?
– Bueno, para mí esas empresas tienen sus problemas, pero creo que nosotros como agricultores no podemos solucionar esos problemas, ya que ahora almacenar carbono en el suelo es un punto y hay un nivel de carbono en el suelo. Entonces, depende del tipo de suelo que tengas si podés almacenar menos o más; si tenés un suelo arcilloso realmente bueno, ahí podés almacenar más carbono en el suelo. Hacemos todo lo posible para mantener la mayor cantidad posible de carbono en el suelo. Pero no podemos pretender mantener ese nivel de carbono en el suelo porque hay tantos problemas que pueden cambiar eso.
En mi opinión, lo que influye es el clima. Si hay temperaturas altas el próximo año, el carbono podría disminuir y quemar el suelo y si eso sucede, ya no podríamos retenerlo. Entonces, al final, si tenemos contratos con grandes empresas, no podemos pretender que tendremos este carbono durante 10 o 15, tal vez 20 años en el suelo. Los contratos podrían terminar. De ser así, yo no firmaría esos contratos porque no puedo pretender mantener el carbono en el suelo.
– ¿Qué pueden hacer ustedes al respecto?
– Bueno, creo que si tal vez modificamos el contrato de manera que el agricultor no corra riesgos por el suelo, podría funcionar mejor. Porque las empresas vienen y le dicen al agricultor: “Oye, agricultor, no cumpliste el contrato y quiero que me devuelvas mi dinero”. Esa creo que es la falla que tenemos. Entonces, si los contratos son así, entonces tenemos que cumplir los pedidos. Por supuesto que podemos asumir el riesgo sin problema, lo hacemos cada año; pero cuando esos riesgos son por menos dinero, el costo es demasiado alto para nosotros.
– ¿Creés que esta discusión es el presente o el futuro en Europa o en Alemania?
– Es parte del presente, pero por el momento solo en los periódicos y en algunos círculos que están trabajando en eso. Y es así, simplemente, que discuten sobre eso e incluso los científicos. Ellos ya saben y creo que opinarían como yo en este momento. Estoy almacenando carbono en el suelo para mí, para la fertilidad del suelo y no para alguien más. Y no venderé eso.