“Vamos a tener más camaritas que la Municipalidad de Tigre”, bromean en los pasillos de la Secretaría de Agroindustria. La chanza refiere a las cámaras de control que están terminando de instalarse en frigoríficos y en molinos harineros, y que ya comenzaron a transmitir imágenes que son observadas desde el centro de monitoreo de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario, la ex ONCCA.
Las cámaras forman parte del equipamiento que desde Agroindustria, y en consenso con las cámaras empresarias de ambas ramas productivas, se obligó a comprar a las empresas de una lista amplia de proveedores de esa tecnología. En el caso de los frigoríficos, los Controles Electrónicos de Faena (CEF) ya tienen algunos meses de funcionamiento. Y en el caso de los molinos, muchos ya las compraron y deberían estar oprativas a mediados de marzo próximo.
Los números de camaritas que envían señales hacia Agroindustria impresionan: serán largamente más de 2.000. Por eso la broma que compara este centro de monitoreo contra la evasión y subfacturación en carnes y trigo con el que montó y explotó electoralmente Sergio Massa cuando era intendente de Tigre, y que se ponía como ejemplo de una medida a favor de la seguridad en el conurbano.
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Según la información oficial hay un total de 411 frigoríficos que compraron hasta aquí los Controladores Electrónicos de Faena (CEF), como se denomina pomposamente a una serie de dispositivos electrónicos que están montados en la playa de faena de las plantas que sacrifican vacunos. Cada uno de ellos, según la marca, dispone de varias camaritas que envían las imágenes de lo que sucede de modo constante. Pero el mayor interés de los funcionarios pasa por las llamadas “cajas negras”, que pueden almacenar los datos finos de cada faena por lo menos por un lapso de dos años.
Con la harina de trigo, un sector donde se estima que la evasión llega al 30% de la moliendo total (que es de casi 6 millones de toneladas anuales del cereal), los controladores electrónicos de “molienda” que se han vendido hasta ahora son 160. Aquí hay todavía más camaritas por cada planta, casi una docena. Así que el número final de señales hacia el centro de monitoreo se multiplica.
Suena curioso, pero el operativo para lograr semejante despliegue de equipos electrónicos, que a la vez han tenido un alto costo para cada una de las empresas, ha contado con un alto apoyo institucional de las cámaras que representan tanto a los frigoríficos y matarifes como a la industria molinera. El negro y la competencia desleal que existe en ambos sectores asusta hasta a los más valientes.
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En el caso de las carnes, a partir de la constitución de la Mesa de las Carnes y el cambio de Gobierno, la Dirección Nacional a cargo de Marcelo Rossi viene aplicando una serie de medidas que han provocado un fuerte blanqueo de operadores en la actividad, a punto tal que la cantidad de matarifes matriculados ante el RUCA (Registro Único de Operadores) se multiplicó diez veces.
El esqueleto del nuevo sistema de control es que los faenadores deben pagar un anticipo impositivo antes de iniciar cada faena, porque de lo contrario esta no se autoriza y es considerada marginal. El control electrónico aquí es la frutilla del postre.
Hasta ahora el sistema ha permitido a la AFIP duplicar la recaudación del IVA y de aportes sociales en el sector, aunque hay resquicios. Por eso, en los últimos días Agroindustria intimó a 90 matarifes que se estaban apoderando de una porción del IVA que debían reintegrar a los ganaderos. La mayoría corrigió rápidamente esta situación, pero el menos 30 matrículas fueron suspendidas por no hacerlo.
En el caso de los molinos, cada vez que los inspectores de la dirección de control comercial salen a visitar plantas hacen estragos. En las últimas horas, por ejemplo, se informó sobre operativos en Santa Fe, Córdoba, Formosa, Mendoza y Corrientes, y en todos los casos “se detectaron molinos que operaban de forma irregular”, según dijo un comunicado oficial que brindó detalles sobre esas anormalidades.