Liliana Jiménez Molina es la presidenta de la Junta Directiva de una asociación de pequeños productores y productoras de cacao y frutas orgánicas certificadas en el municipio de Nilo, departamento de Cundinamarca en Colombia.
Además de ser ella misma productora, desde 2016 tiene el título de María del Campo, que es el homenaje que realiza la Federación Nacional de Cacaoteros a la Mujer Cacaocultora de Colombia, con el propósito de darle identidad a la cacaocultura colombiana y exaltar el rol de las mujeres en el sector.
En total son 20 familias que integran esta asociación que se llama PROASOAGRO y que acaba de cumplir 7 años de vida. La mayoría de las familias tienen raíces ancestrales campesinas. Sin embargo, también hay algunas que decidieron dejar la ciudad e ir al campo para dedicarse a la producción agrícola.
Las unidades productivas de las familias son de aproximadamente 3 hectáreas, es decir que la asociación tiene aproximadamente 60 hectáreas de cultivos orgánicos enfocados especialmente en frutas y cacao. Ellos mismos elaboran sus propios insumos de fertilización, sobre todo compostajes (utilizan microorganismos de montaña), bioinsumos y lombricultura.
“El municipio de Milo no es de tradición de cacao, los cultivos se sembraron hace 20 años y ahora estamos en un proyecto de mejoramiento de volumen y calidad porque la productividad es de aproximadamente 500 kilos por hectárea, cuando el promedio es de unos 800 kilos”, explica Liliana. “Esto se debe no a ser orgánicos sino a que hay pocos árboles y ya avejentados, por eso vamos a rehabilitar varios de ellos injertando clones que tengan una adaptación a nuestro clima porque nosotros estamos en bosque seco tropical que no es el clima óptimo para el cacao, que va mejor con la humedad”.
También están con un proyecto de viveros para producir el número de plantas que necesitan para la resiembra ya que apuntan a tener al menos 800 árboles por hectárea (hoy hay 500/600). Las cosechas de frutas y cacao son dos veces al año y toda la recolección se realiza de manera manual debido a la pendiente del terreno cultivado.
“Una hectárea de cacao ideal debe tener unas 1.000 plantas con un rendimiento de 1 a 1,5 kilos por planta, pero como estamos en una región montañosa y de mucha piedra, no es posible. Por eso nosotros tenemos un rinde de 1 kilo por árbol y, como además los árboles están envejecidos, a veces tenemos menos”.
El producto orgánico al que le han encontrado un mejor mercado es al cacao en grano seco que es adquirido por distintas empresas y chocolaterías para su transformación. A la vez están dando valor agregado a sus productos elaborando barras de chocolate orgánicas certificadas marca BIOKOA, que endulzan con panela orgánica, también certificada.
“Nuestra producción es completamente sostenible con el ambiente y comprometida con la salud, bienestar y nutrición de nuestras familias y de quienes consumen nuestros productos”, enfatiza Liliana. “Por ello nos hemos dedicado a la agricultura orgánica y desde hace seis años estamos certificados bajo las normas de Colombia, Estados Unidos y Europa”.
En relación a cómo los afecta el COVID, Liliana cuenta que la Pandemia llegó a Colombia en el momento en que iniciaba la cosecha de cacao y frutas del primer semestre del año, lo que hizo más difícil la logística de comercialización de los productos. “A la vez, los precios se han visto afectados porque los clientes y consumidores han disminuido el consumo de productos que pueden tener un mayor precio, como puede ocurrir con los orgánicos, sin embargo seguimos trabajando y esperando que esto pase”.