Puede que su trabajo diario le recuerde a los mejores recreos en el patio del colegio, cuando cambiar figuritas para llenar el álbum era cita obligada. Lo cierto es que el agrónomo Leonardo Togno es el encargado de coleccionar semillas como si fueran figuritas para que el banco del INTA La Consulta tenga la más amplia colección de hortalizas y aromáticas. Es el principal en la Argentina de este tipo.
Este banco de germoplasma para socorrer a los productores de una zona muy especializada en estos tipos de cultivos (y el Cuyo lo es) fue iniciado en los noventa y, hasta el momento, lleva acumuladas unas 5 mil variedades diferentes, de las cuales un 40% corresponden al tomate, un fruto muy producido en Mendoza, San Juan y La Rioja.
Lo curioso del trabajo de Leonardo es que actúa como “curador” de la estación experimental y, en vez de hacerlo con muestras pictóricas o esculturas, lo hace con semillas.
“Esa gran colección es un acervo genético que nos ayuda a tener respuesta a problemas que puedan suceder en el futuro”, explicó el investigador a Bichos de Campo, tras una recorrida por las instalaciones instaladas en la experimental del Valle de Uco.
Pero no se trata solo de acumular. Las hileras repletas de estanterías y frascos con semillas requieren de un trabajo activo del curador, que debe velar por mantenerlas “vivas”, con poder de reproducción, para que sean útiles al momento de usarlas. “No es sólo un museo, sino que hay que trabajarlas”, observó Leonardo, y eso significa que, de forma periódica, las evalúan. Si es necesario, se las siembra a campo para obtener más ejemplares frescos que puedan germinar. Y así evitar perder una figurita difícil.
Esa gran reserva de semillas que tiene el INTA La Consulta es de libre acceso para quien lo necesite, sea parte del organismo o no. Eso significa que, si un mejorador está investigando nuevas variedades de cebollas, por ejemplo, puede sellar un acuerdo de transferencia con el banco de germoplasma y disponer del material. Y también viceversa: La estación experimental se nutre del aporte de terceros de diferentes rincones del país.
De hecho, esa es la parte del trabajo que más disfruta el curador, que recorre provincias y se encuentra con productores para sumar nuevas variedades a su interminable álbum de hortalizas y aromáticas. “Se termina volviendo un vicio”, reconoce Leonardo, que difícilmente abre sobrecitos y encuentra figuritas repetidas, ya que, cuando se trata de especies vegetales, las diferencias sutiles son también importantes.
“A menos que una variedad ya haya sido registrada y ya haya tenido un proceso de endogamia y de pérdida de variabilidad, no vamos a encontrar dos poblaciones iguales”, explicó.
En ese sentido, una cuota importante de su búsqueda la aporta el entusiasmo de otros investigadores o productores, que le acercan sus semillas para que las pruebe e incluya en su colección. “La búsqueda es desde lo más primitivo que podamos encontrar, desde las variedades silvestres y antiguas, hasta las más nuevas que puedan ser incorporadas”, afirmó el especialista.
Mirá la entrevista completa con Leonardo Togno:
Desde ya que, como se trata de un acervo, cuanto más ejemplares haya, mejor. Pero también es clave que se haga una curaduría de ese material ya que, advierte el investigador, “de nada sirve tener una estantería llena de cosas que no se conocen”. Por eso es que, además del monitoreo continuo del poder de germinación, se estudia su morfología y resistencia para dar las mejores respuestas cuando se necesite ese germoplasma.
Un ejemplo local ilustra esa tarea. En el caso del tomate, hortaliza clave para la producción mendocina, han detectado que hay ciertas variedades más resistentes a las olas de calor que otras. Recolectar esa información y contar con las semillas en su banco es vital para que, en próximas campañas, los productores puedan elegir en base a los pronósticos.
De hecho, con el tomate les sucede que suman nuevas semillas continuamente, no sólo porque se produce en la región, sino también porque tiene variaciones visuales muy claras. “Eso a la gente le encanta y por eso cada vez busca más”, afirmó Togno, que por la misma razón considera como figuritas difíciles a variedades de plantas como repollo, brócoli y coliflor. No sólo son muy poco sembradas en la zona, sino que las diferencias entre cada población son casi imperceptibles.
Huelga aclarar que el trabajo que llevan adelante en la estación experimental requiere de mucho capital humano y económico. Para no poner en riesgo ese tesoro que tienen en sus estanterías, usan un mecanismo de copia de seguridad y envían ejemplares de cada una de sus muestras al INTA Castelar. Si algo sucede en su estación, el curador sabe que también tiene figuritas en otra parte.