Las denominadas “retenciones cambiarias”, producto de la brecha entre el tipo de cambio oficial –artificialmente bajo– y el real, además de desestimular las exportaciones y la generación de divisas, complica a muchos sectores económicos que deben competir con prácticas desleales impulsadas por esa distorsión creada por el Estado nacional.
En febrero pasado, según el último dato disponible, las importaciones de carne porcina –en su mayor parte provenientes de Brasil– se duplicaron gracias a que los importadores que acceden a divisas al tipo de cambio oficial (114,5 $/u$s) tienen una ventaja competitiva enorme, dado que el tipo de cambio real, tomando la cotización presente en el mercado bursátil (MEP), es de 194 $/u$s. En otras palabras: con semejante distorsión, importar cualquier cosa al tipo de cambio oficial (subsidiado) es negocio.
La contrapartida de ese fenómeno perverso es que, así como los importadores que acceden a divisas al tipo de cambio oficial reciben una suerte de subsidio, los exportadores, en cambio, son castigados, porque por cada dólar generado reciben muchos menos pesos de los correspondientes.
Gracias a esa auténtica política de destrucción de valor, en lo que va del año las ventas externas de carne porcina se hicieron inviables, dado que, además de la competencia desleal, deben afrontar una inflación de costos crecientes en todos los órdenes del proceso productivo, comercial y logístico.
El consultor porcino Juan Luis Uccelli alertó que tal fenómeno está contribuyendo a planchar los precios internos del capón para poner en aprietos a la cadena de valor del cerdo, que tiene, en condiciones normales, un gran potencial para aumentar la oferta interna de carne disponible para la población argentina.
Los precios en pie quietos, los costos de producción en suba, el resultado en plena duda…. #cerdoargentino #porcinos pic.twitter.com/zpm0lKzrqi
— Juan Luis Uccelli (@juanluisuccelli) March 16, 2022
Por otra parte, al intervenir el mercado cárnico vacuno, el gobierno de Alberto Fernández también perjudica al sector porcino, dado que incrementa de manera artificial la oferta interna de carne bovina y, por ende, resta demanda potencial a la carne de cerdo, que es más barata.