Las empresas agroindustriales no suelen estar nunca del todo limpias, eso es casi un imposible. El entorno que las rodea suele ser campo, donde vuela la tierra. La maquinaria necesita grasa y aceite. Los graneles que se manejan suelen dejar polvillo flotando en la atmósfera. Definitivamente es muy difícil que una planta que moviliza cotidianamente grandes volúmenes de granos esté limpia.
Salvo que uno vaya a la planta de Argencrops, que procesa legumbres para exportación. No se sabe cómo hacen, pero allí las hermanas Villafañe no solo manejan el negocio pujante que montó su padre, fallecido hace poco tiempo. Además mantienen la enorme planta impoluta, todo ordenado, los pisos brillantes. Las mujeres nos reciben con barbijo, pero no por temor sino porque así lo ordenan las reglas. Hay una pulcritud extrema.
Sucede en la pequeña comunidad jujeña de Las Pampitas, cercana a Perico. Argencrops es una enorme planta procesadora con varios galpones, que exporta entre 8.000 y 10.000 toneladas de diversos granos como porotos, garbanzo, lentejas y arvejas. Por más de 17 años, desde 2006, el fuerte de la empresa ha sido producir, procesar y exportar las distintas variedades de legumbres del norte argentino.
Rita Villafañe es la gerente de esta planta exportadora, y junto a su hermana y a otras mujeres manejan este pequeño impero fundado por su padre, Raúl, a quien describen como “un apasionado de las legumbres, quien trabajó en el rubro por más de 40 años”.
En esta empresa familiar se procesa materia prima que proviene de productores de Tucumán, Salta y Jujuy. Es imposible que con tantos camiones circulando todo luzca tan limpio.
“Hacemos acuerdos de producción con algunos productores de legumbres de diferentes variedades. Aquí en el norte lo que más se trabaja son los porotos. Hay una cantidad enorme que no conocemos porque no consumimos mucho en el mercado local, pero hay muchos tipos de porotos que el mercado exterior sí los demanda”, dijo a Bichos de Campo Rita, quien trabaja junto a su hermana y su madre.
La gerenta de Argencrops resaltó las variables que se tienen en cuenta para poder exportar el 99% de la producción que procesan. “Trabajamos con mucho intercambio de información de mercados, tendencias y volúmenes productivos de otros orígenes, para tratar de tener la mejor opción a la hora de comercializar, tanto en variedad, en calidad, como en precios”.
-¿Cómo funciona esta planta, una vez que entra la cosecha del campo?
-Acá llega la mercadería natural del campo. Tenemos poroto de toda la zona productiva. El corazón productivo de la Argentina de porotos está en Salta y en Jujuy también se hace una parte. Ingresa y sigue todo un proceso de tamañado, limpieza, abrillantado, empaquetado, hasta que sale listo para mandarlo al país de destino. Tenemos estándares bastante exigente de proceso y de trabajo, porque además estamos certificados. La planta está certificada con la norma FSC 22.000.
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Según la empresaria, esta certificación rige los pasos para llegar a una legumbre de calidad superior y mayor alcance en el mercado. “Es un una certificación que garantiza la inocuidad, la calidad y la trazabilidad del producto, vista desde campo hasta que llega a góndola prácticamente. La certificación nació un poco por demanda de los mercados. Las exigencias de inocuidad han crecido también después de la pandemia por cuestiones de seguridad alimenticia. la certificación ha sido muy bien recibida porque nos ha posicionado en algunos mercados”, explicó.
-¿Estas legumbres se procesan con un pedido previo de los mercados?
-Así es. En el 80% de los casos sí. Tenemos un volumen y un presupuesto de venta con mercado ya identificado con los que venimos trabajando. En la empresa hace más de 17 años, tenemos como una gimnasia de mercado bastante aceitada. Después van apareciendo operaciones quizás un poquito más puntuales, dependiendo de las demandas esporádicas de algunos países. Por ejemplo, poroto negro en el caso de Brasil, cuando le falta a veces. Se trabaja mucho con información de mercado, obviamente.
Argencrops cuenta con cinco naves, una línea de producción, clasificación y limpieza, similar a las grandes exportadoras. Sin embargo, se autodenominan como una mediana empresa que tiene como pretensión a corto plazo agregarle valor al poroto de descarte y desarrollar otra línea de producción.
“En el mercado nacional la proteína más importante es la carne, por una cuestión cultural. Pero en otros países la proteína vegetal es la más importante. De hecho, las legumbres son la principal fuente de proteína vegetal que tenemos como alternativa. Si bien acá se consume poco, ha venido creciendo en los últimos años. Argentina es un jugador súper importante en la producción de estas legumbres y hoy prácticamente se lo lleva todo el mercado internacional”, detalló Villafañe.
-¿Entonces están pensando en elaborar alimentos basados en plantas?
-Sí, estamos trabajando en esa tendencia. La idea hacer todo aquí (en la planta) darle valor agregado y bueno, venderlos al mundo y también en Argentina, bajo la marca de Argencrops.
-¿Cambia algo el ser mujeres a la hora de llevar adelante un trabajo que generalmente lo hacen hombres?
-Hay algunas cuestiones en las que nos va a costar un poquito más, pero bueno, creo que con mucho trabajo, paciencia y esfuerzo. No, no es imposible. De hecho hoy somos muchas mujeres acá en la empresa y yo cada vez veo también más mujeres en empresas, colegas. Vamos creciendo, vamos ganando espacio.
Como sea, cuesta encontrar un poroto negro donde va el alubia blanco. Sorprende.