La exportación de productos lácteos marcha a buen ritmo y promete alcanzar un nuevo récord en volumen y divisas al cabo de 2021, siempre que la política oficial no meta la cola y termine ocasionando perjuicios en un negocio que por ahora viene funcionando bien.
En principio se espera que eso no suceda, como pasó con la carne vacuna, porque recientemente se firmó un acuerdo de precios entre industriales y autoridades nacionales tendientes a garantizar el abastecimiento interno a precios cuidados de un listado de productos lácteos. A cambio se asumió el compromiso justamente de no limitar las ventas al extranjero de otros productos. Los principales son la leche en polvo y los quesos.
Entre enero y mayo desde Argentina se exportaron 155.139 toneladas de lácteos, lo que significa un incremento en volumen de 21,2%. También significó un ingreso de 492,5 millones de dólares, marcando un crecimiento de 21,5% respecto de igual periodo de 2020.
Ese nivel de despachos al extranjero de los diferentes productos que genera la industria significó que los destinos de exterior tuvieran una participación de 26,3% sobre la producción total de leche fluida.
En este escenario, Jorge Giraudo, del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA), indicó que para este año se espera un nuevo récord exportador.
“Las proyecciones son de un aumento del 2% en la producción y esa mayor oferta tendría destino de exportación, lo que representaría finalmente el 25 o 26% del total, lo que significaría un valor récord en volumen y en importes. Vamos a superar los 1.000 millones de dólares y los 3.000 millones de litros de leche”, indicó el especialista.
Luego agregó que el 47% de lo que se despacha al extranjero es leche en polvo, otro 24,5% son quesos y el resto los demás productos. “En ese contexto el consumo interno sigue garantizado y en niveles altos de 185 litros por habitante al año”, afirmó Giraudo.
¿Y por qué se exporta más? El analista agregó que los precios del mercado mundial son buenos y traccionan los embarques, aunque las empresa locales no acceden a los buenos precios que se cobran en Nueva Zelanda, que es el referente global en el mercado lácteo, y que superan los 4.000 dólares por toneladas de leche en polvo.
Esto se debe en parte por el impacto de los derechos de exportación o retenciones, que quitan 9% del ingreso. También porque el país no posee tratados que permitan ingresar a mercado como China con preferencias arancelarias. Finalmente porque lo que se exporta se liquida al tipo de cambio oficial, que está bien desacoplado del valor real de la divisa y que evoluciona a un ritmo menor al de la inflación.