La historia de la cooperativa láctea Cotar es la de las 1000 caídas, y 1001 levantadas. Es una historia que empezó hace exactamente 90 años con un proyecto de un grupo de trabajadores y recientemente ha vuelto a sus bases. La de una empresa que está grabada en la retina de los consumidores rosarinos, que hoy recupera su prestigio pero también resiste en los tribunales por un posible desalojo.
“Cotar es un ave Fénix”, expresó Emiliano Medin, actual presidente de la cooperativa, en diálogo con Bichos de Campo. Y no exagera en su descripción, porque a esta pyme láctea “le cantaron las cuarenta” muchas veces en sus décadas de historia. La última de ellas fue hace muy poco, cuando, luego de que los trabajadores recuperaran nuevamente el mando, la anterior sociedad declaró la quiebra e inició una disputa legal de la que aún no tienen resolución.
Por eso, mientras crecen en producción, recuperan mercados y sacan a flote esa marca característica de la cuenca lechera santafesina, incluso con proyectos de exportación en carpeta, cargan con esa “mochila pesada” -como la describe Medin- y esperan con ansias poder cerrar este año aniversario con una buena noticia.

“Nos falta la frutilla del postre, que es la vía judicial. Esperamos festejar los 90 años con eso resuelto”, explicó el presidente de la firma que hoy tiene 123 socios y unas 200 familias emparentadas, muchas de las cuales ya acarrean tres generaciones dentro de Cotar.
El problema concreto que hoy afrontan, en realidad, no es propio, sino que corresponde a la anterior firma. La Sociedad Cooperativa de Tamberos de la Zona de Rosario (Cotar) inició sus actividades en 1935 e inauguró su propia planta industrial -con uno de los secaderos más grande de Sudamérica- en 1954. Así funcionó hasta 2022, cuando, tras muchas crisis y el “pasamanos” entre privados, quedó al borde de la quiebra.
Para no cerrar sus puertas, ese mismo año los trabajadores conformaron la Cooperativa de Trabajo de Rosario (Cotar, también, según sus siglas) y se pusieron al mando de la empresa. Ya no como empleados, sino como dueños en partes iguales con una representación legal y un Consejo Directivo.
Fue al año siguiente, en 2023, cuando la anterior sociedad presentó su quiebra para iniciar un proceso de liquidación que hoy amenaza con ese proyecto de recuperación. Será la Justicia la que determinará hacia dónde caerá la moneda.
Si se percibe confianza entre los trabajadores es porque han sido partícipes necesarios del cambio que atravesó Cotar desde que fue recuperada. “A la primera gestión le costó mucho reflotar el proyecto porque la empresa había dejado un hueco y era muy difícil salir a negociar”, explicó su actual presidente, que asumió el mando en 2024 pero acompañó de cerca a sus predecesores.
Es que la historia de la firma habla por ellos, y no sólo en términos positivos. En el año 98, cuando corría riesgo de ir a la quiebra, Cotar fue intervenida por Sancor, que la administró hasta 2017, cuando terminó su contrato e ingresó el fideicomiso Lácteo Santafesino, de orden provincial. En 2019, la SRL Coma alquiló la marca y la sostuvo hasta 2021, sin poder revertir la pérdida de confianza, la baja producción y las interrupciones en la cadena de suministros.
“Cuando llegó el vacío total, tomamos las riendas a los trabajadores”, explicó Emiliano, que personalmente, antes de ser la cara visible de la firma, había sido operario de gran parte de los puestos de la empresa, desde el sector de pasteurización hasta la logística.

Es curioso ver cómo en ese mismo lugar, en la antigua planta ubicada en Humberto Primo 1255, la historia adquiere un nuevo comienzo. Según explicó el presidente de la actual gestión, han tenido un “crecimiento exponencial” de la producción, entre su propio portfolio y lo que hacen a fason, y la seriedad que han demostrado como empresa hoy les acerca propuestas de grandes firmas para sumar nuevos contratos.
“La empresa está saneada económicamente, es estable y saludable, y tiene proyectos. Está más viva que nunca”, destacó Medin.
Los ilusiona la posibilidad de producir más que sólo leche en polvo para terceros y, por qué no, empezar a exportar cuando la situación judicial se normalice. Capacidad les sobra, pues su planta está preparada para procesar 500.000 litros diarios y 3 millones semanales y la idea, dicen, es “ponerla a tope paulatinamente” con muchos de sus proyectos ambiciosos.

Si bien aún cargan con la pesada mochila judicial, a la espera de que se les permita hacer una oferta formal y frenar el proceso de quiebra de la anterior sociedad, saben que otra de las aristas más desafiantes ya la cubrieron, que fue recuperar la confianza. No sólo con sus proveedores, que pertenecen en su mayoría a otros circuitos cooperativos, sino con los consumidores.
“Estamos volviendo a posicionar a Cotar donde corresponde, apuntando al recuerdo de la gente de Rosario y el Gran Rosario y a federalizar nuevamente la marca como lo fue en algún momento”, explicó Emiliano.
Postres, yogures, leche fresca y en polvo, chocolatadas, dulce de leche, quesos y mantecas llevan el logo de Cotar en su envase. En total, el portfolio abarca unos 50 productos, que en su mayoría producen ellos mismos con turnos rotativos y actividad las 24 horas.
El cooperativismo ya no representa un tercio de la cadena láctea, como alguna vez, hace décadas, lo hizo. Todo lo contrario: experiencias como esta quedan pocas. Si sobrevivir en un sector de por sí en crisis ya es un hito, lo es más aún cuando no hay grandes grupos económicos en la retaguardia, sino un conjunto de trabajadores y una tradición por mantener.

“No nos olvidamos de dónde venimos”, resume Medin. Lo dice porque Cotar integra circuitos comerciales y de suministro con muchas otras cooperativas, en el marco de la federación La Nueva Argentina y por fuera de ella.
Pero también por la forma que han encontrado de agradecerle a los consumidores su fidelidad, como lo fue la reciente decisión de bajar el precio del sachet de leche y congelarlo por 60 días, en un contexto de recesión. Así lo decidieron a mediados de agosto, y esa rebaja del 20% sigue aún vigente.
“Es una devolución de gentileza. No queríamos mirar para el costado en este contexto”, relató Emiliano. Eso también es cooperativismo, del que lamentablemente poco queda en el sector pero que, por fortuna, demuestra que hay mucho terreno aún por recorrer.
 
			 
					
 
                             
                             
                             
                             
                            


