Los productores chaqueños se sientes olvidados por la política y se ven obligados a convivir con la inseguridad a diario, al punto tal que muchos decidieron armar potreros al lado de sus casas o la de los cuidadores.
Ese es el caso de Lorenzo “Titín” Reche, quien guarda la hacienda en un corral al lado de la casa donde vive el casero en la semana y a donde va él los fines de semana. “Nos quedamos despiertos cuidando las vacas hasta las 2 o 3 de la mañana”, cuenta. Su campo está ubicado a pocos kilómetros de Machagai.
A Lorenzo le robaron varias veces. En una ocasión había comprado dos toros de cabaña para mejorar la genética del rodeo de cría pero “en un rato me llevaron uno que me había costado 250 mil pesos”.
Hace pocos días le sacaron un par de animales y el jueves a la noche le entraron nuevamente al campo. No es fácil llegar, ya que tiene organizado un sistema de producción “Voisin” que implica la subdivisión en potreros y para llegar hasta la hacienda hay que cortar varios alambrados.
Pues parece que eso no amedrenta a los ladrones. “Me cortaron 7 alambrados, algunos de 5 hilos” contó Titín. “Entonces salió mi empleado y le empezaron a tirar tiros, se metió en la casa y me llamó, le dimos aviso a la policía que los esperó fuera del campo y ahí se dio otro tiroteo. Como iban a caballo cortaron el lazo de las 2 vacas y el ternero de 150 kilos y huyeron hacia la reserva aborigen Chaco, donde viven”, relató.
El productor chaqueño dijo que “la zona es tierra de nadie. Sólo contamos con el apoyo de la policía, que se arriesga y trabaja a la par nuestra, pero de la política no recibimos ayuda alguna. Nos dijeron que iban a crear una fiscalía rural pero eso no avanzó y cuando reclamamos nos respondieron que no había presupuesto, así que no tenemos a nadie que investigue estos casos”.
Lorenzo dijo que entre los productores de la zona hay mucho desánimo. En las últimas horas mantuvieron una reunión para ver qué medidas podían tomar para sumar seguridad. Algunos proponían un sistema de control con drones de los movimientos nocturnos que pueda haber en los caminos rurales. Pero Reche admitió: “Fue más que nada una instancia para hacer catarsis porque le vemos pocas posibilidades de solución al tema. Hay productores que tienen ganas de dejar los campos, de irse a otras provincias y muchos que están pensando en irse a Paraguay”.
Según contó, los ladrones vienen de la Colonia Aborigen Chaco, que cuenta con 23.500 hectáreas. Allí faenan la hacienda y luego comercializan la carne en los pueblos de la zona como Machagai o Quitilipi.
“Uno va al kiosco, se compra unos caramelos y también milanesas, albóndigas, una nalga, todo sin control comercial ni bromatológico, a pesar de que contamos una unidad dedicada a ese tema y que el veterinario encargado cobra 180 mil pesos por mes. Es evidente que no hay interés alguno de la política por resolver el tema, porque saben que así hay carne barata para la gente y se ahorran entonces los pedidos de dinero de las organizaciones sociales. Por eso las autoridades no hacen nada”, afirmó el productor damnificado.