Los probióticos ya no son solo cosa de yogures. Investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata desarrollaron una levadura que podría convertirse en una alternativa real al uso de antibióticos como promotores de crecimiento en animales de granja. El invento ahora dio un paso clave para salir del laboratorio, ya que la empresa argentina Beneficial Germs firmó un acuerdo para escalar la producción y comenzar su comercialización.
La cepa se llama Kluyveromyces marxianus CIDCA 9121 y fue desarrollada por equipos del CIDCA, el IIFP y el CINDEFI, tres institutos de investigación de La Plata. Los científicos lograron validar su efecto probiótico tanto en ensayos de laboratorio como en animales. La levadura llega viva al intestino, compite con bacterias dañinas, mejora la mucosa intestinal y favorece la absorción de nutrientes.
Lo más interesante es que se elabora a partir del permeado de lactosuero, un subproducto poco valorizado de la industria láctea. Así que además de reemplazar antibióticos, el proceso permite dar un nuevo uso a ese residuo.
“El uso excesivo de antibióticos en la cría animal genera un problema global: aumenta la resistencia antimicrobiana y eso amenaza el uso terapéutico de los antibióticos que tenemos disponibles para tratar enfermedades humanas”, explicó Martín Rumbo, uno de los investigadores del proyecto. “En nuestras pruebas vimos que esta levadura puede ser una alternativa real”, agregó Sebastián Cavalitto, otro de los responsables.
En principio, se apunta a incluirla en la dieta de cerdos y aves. La empresa que tomará la posta se llama Beneficial Germs, es una PYME de Moreno, provincia de Buenos Aires, y se dedica a la biotecnología aplicada a la nutrición animal y humana. Firmó con el CONICET y la UNLP un convenio de licencia que le permitirá registrar la cepa, producirla a escala y lanzarla al mercado en un plazo estimado de dos años.
“Para una empresa chica como la nuestra, avanzar sola con una tecnología así sería muy difícil. Esta alianza nos permite combinar el conocimiento de los científicos con nuestras capacidades productivas”, explicó Germán Cairó, presidente de la firma.
El acuerdo también incluye una patente presentada en Argentina y Brasil, y fue gestionado por el área de Vinculación Tecnológica del CONICET, que ofició como nexo entre el sector científico y el mundo empresario. Detrás de este desarrollo están los investigadores Graciela Garrote, Martín Rumbo, Sebastián Cavalitto y María Dolores Pendón, becaria del CONICET.