Casi un año de trabajo transcurrrió para que el sector lechero pueda presentar este lunes las guías para el cálculo de Carbono y el protocolo de buenas prácticas en una tarea colaborativa, que combinó esfuerzos públicos y privados para que toda la cadena tenga una estrategia más sustentable.
En una presentación institucional que estuvo liderada por las Bolsas de Comercio de todo el país, representadas en el evento virtual desde Entre Ríos, contó con la asistencia de todas las instituciones y empresas que formaron parte de este proceso que propende a dar respuestas técnicas y científicas a todo el sector para hacer de la eficiencia y la sustentabilidad detalles concretos para ampliar el compromiso de la cadena en la búsqueda de mejores condiciones competitivas ante los mercados, los consumidores, pero sobre todo frente al ambiente.
El trabajo del espacio lechero se da en el marco del Programa Argentino de Carbono Neutro, que ya viene trabajando en otros sectores exportadores, siendo el caso de la lechería uno de los más abarcativos, por contemplar una actividad muy diversa en su instancia primaria, pero también industrial.
La presentación del Manual Sectoriales de Cálculo del Balance de Carbono y del Manual Buenas Prácticas Ambientales de Lácteos fueron desarrollados por profesionales e investigadores del INTA e INTI de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires, con los aportes de los integrantes de la Mesa Láctea compuesta por ABS Global, Adeco Agropecuaria SA, Capilla del Señor, Caraguatá SA, Cooperativa Guillermo Lehmann, FUNPEL, La Sibila SA, Manfrey, María Teresa Sur (Grupo LP), Mastellone Hnos SA, Nestlé Argentina, San Ignacio SA, Saputo y CREA.
El trabajo apunta a abarcar la mayor cantidad de tambos posible, sobre una base de 11.531 unidades productivas y 1.098 industrias lácteas, que atienden al mercado interno y al externo.
Sobre la base de las normas ISO 14.040, 14.044 y la 14.067, tomando como referencias las normas europeas PAS 2050 y GHS Protocol, además de la Metodología Común de Huella de Carbono (479/2015) y la Guía del IPCC elaborada por la Federación Internacional de Lechería, que permiten tener un recorrido metodológico para validar los resultados y su evaluación.
Cabe recordar que la huella de carbono es la suma de emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de todos los procesos productivos, que se acumulan en la atmósfera y que tienen impacto en el ambiente y los cambios en el clima.
El manual de Cálculo es una herramienta automática que resulta en un diagnóstico, con recomendaciones de mejora continua a partir de aportes colaborativos apuntados al sector primario y al sector industrial que permite estimar sencillamente el balance de carbono, a partir del relevamiento inicial que se hiciera en 24 tambos, donde se contempla la fermentación entérica, disposición y reutilización de estiércol, emisión de residuos de cultivos, aplicación de fertilizantes, uso de combustibles, cantidad de animales, limpieza y mantenimiento, otros insumos entre lo más destacado, siendo las excretas, los cultivos y los árboles de cada unidad productiva lo más relevante de la cuenta.
A partir de la colaboración de las industrias intervinientes en el desarrollo, se tomaron unidades declaradas de producto para poder medir de manera concreta por litro de leche cruda, un litro de leche entera larga vida, leche en polvo entera en bolsa de papel de 25 kilos, y queso semiduro Mozzarella envasado al vacío por cuatro kilos.
Paralelamente se fue trabajando en los manuales de Buenas Prácticas, que tienen los detalles para cada una de las instancias de los eslabones productivos.
María Paz Tieri es investigadora en el Area de Producción Animal del INTA Rafaela y del Instituto de Investigación de la Cadena Láctea (INTA-Conicet). Fue una de las encargadas de presentar estas herramientas y habló con Bichos de Campo para explicar de mejor manera el impacto de estos avances.
“Los manuales ya están disponibles y se pueden aplicar. Algunas empresas están más avanzadas en cuanto a la medición de carbono en sus sistemas. La realidad del sector lechero es que no todos tienen los datos necesarios y se trabaja con muchos valores de referencia, pero lo fundamental para arrancar es que hay que recopilar la información de un año para atrás y en muchos casos se va a poder aplicar todo el calculador, aunque en otros van a darse cuenta que al haber datos que faltan el productor va a tener que empezar a tomar nota de algunos aspectos”.
La investigadora y también docente de la Universidad Tecnológica Nacional advierte que este proceso puede advertir sobre la necesidad de modificar algunos manejos, pero siempre sobre una base de datos simples y directos como la cantidad de animales, el peso vivo, el porcentaje de preñez, tener un buen detalle de la dieta, cuántos se venden, cuántos están en la guachera, son todas cuestiones fundamentales de información.
“Es un proceso trabajoso pero que se puede empezar a utilizar de inmediato, aunque no van a poder aplicarlo en la totalidad de los tambos, pero sí en lo que son más prolijos en el manejo de la información y esto va a ir aumentando por una cuestión de incentivos en los sistemas de pago o algo similar”.
Tieri entiende que “esta mesa aportó al despertar de muchas empresas para empezar a trabajar con su huella de carbono”, lo cual se aplica a tambos, pero también en empresas lácteas de todos los tamaños.
Cabe destacar que en el relevamiento preliminar para la elaboración de las herramientas de medición se aportaron resultados muy variados, según los sistemas, los manejos, por eso es que no se puede estimar un promedio de la huella actual de carbono para el sector lechero, aunque se estima a mediano plazo tener cifras de referencia. “Esto va a depender del sistema y de su eficiencia, no sólo en cuanto a las emisiones, sino en la posibilidad de un mayor secuestro de carbono. En Argentina tenemos todas las realidades”.
Los manuales son gratuitos, bajo solicitud expresa a la Secretaría del PACN por correo electrónico a carbononeutro@bc.org.ar o ingresando a www.carbononeutro.com.ar para una implementación uniforme a nivel nacional y su posterior certificación individual por parte de las empresas, con sellos de balance y neutralidad.
Cumplir con este proceso le abre a los productores, a los industriales y al país en general la posibilidad de acceder de mejor manera a los mercados y de generar mayor confianza en el consumo. “Esto en algunos lugares empieza a tener un valor monetario y superar barreras arancelarias, pero principalmente el objetivo de conocer la huella o el balance de carbono es que quien va a consumir un producto pueda seleccionar según el impacto ambiental, o en los países a los que se exportan productos puedan definir en base a estos datos”.
María Paz concluye que “para las industrias los productos con menor impacto se van a revalorizar, mientras que para los productores se abre una oportunidad con los bonos de carbono que no sólo se restringen a empresas del sector, sino que ya hay muchas que están empezando a comprar bonos de carbono para reducir su propio impacto”.
Los manuales están disponibles y así este sector de la agroindustria puede empezar a mostrar sus números en cuanto al impacto ambiental, mejorarlos y obtener los beneficios de la producción responsable de alimentos. El camino está marcado, hay que dar el primer paso.