Contra la mayoría de los pronósticos, Javier Milei fue elegido este domingo como nuevo presidente de la Argentina y asumirá el 10 de diciembre, aunque antes deberemos transitar por una transición más que tumultuosa. Su rival, el ministro de Economía Sergio Massa, incluso reconoció la derrota antes de que se conociera el escrutinio.
El economista libertario se impuso al candidato oficialista por una holgada diferencia de más de 10 puntos, por 56 a 44%. A partir de este resultado se abre ahora un panorama incierto en lo político y económico. Teóricamente el resultado debería ser favorable para el sector agropecuario, porque los postulados de Milei claramente se ubican más cerca de los reclamos históricos del campo, como la libertad de comercio, que se achique el Estado y que se alivie la presión fiscal sobre el sector privado. Pero ese devenir es incierto y el escenario podría terminar siendo negativo. Las dudas dominan toda la escena.
Haciendo lecturas apresuradas del resultado electoral, algunas cosas quedaron algo más claras que el fututo: La primera es que la mayoría de la gente está muy fastidiosa con el actual gobierno, sufre la crisis económica y no creyó que Massa, que en todo momento intentó despegarse del gobierno que integra, sea diferente a Alberto Fernández y Cristina Kirchner, otros dos grandes derrotados. La vocación de la mayoría de la sociedad por el cambio, por sobre el continuismo, quedó en evidencia, aunque cuando la mayoría de los analistas consideren la elección de Milei como un salto al vacío.
El gran apoyo que cosechó Milei se notó desde temprano con la activa participación de la población: al final del día había votado el 76% del padrón, una muy buena concurrencia teniendo en cuenta que mañana lunes es feriado y mucha gente aprovechó el fin de semana largo para hacer turismo lejos de sus casas y los lugares de votación.
Pasadas las 20 horas, con más del 80% de los votos escrutados, la justicia electoral comunicó que Milei se había quedado con el 56% de los votos, sacando una diferencia de 12 puntos con la fórmula oficialista, que se había impuesto por siete puntos en la elección general del 22 de octubre. Quedó claro que la mayor parte de los votos de Juntos por el Cambio y también los que cosechó el gobernador cordobés Juan Schiaretti se mantuvieron en la vereda opositora, a pesar del gran intento del oficialismo por demonizar al candidato libertario, hoy convertido en Presidente.
El voto agropecuario, si tal cosa existiera, se pronunció claramente a favor del cambio, ya que en las provincias con mayor actividad productiva (como Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos o Mendoza), el resultado fue claro a favor del libertario. Lo mismo sucedió en el interior de la Provincia de Buenos Aires. Pero el secreto que explicó este resultado fue que en los partidos del conurbano, que suelen definir esta disputa, el conteo de votos fue parejo y Massa no sacó la diferencia que necesitaba.
El gran interrogante ahora es qué hará Milei, sobre todo pensando en la reapertura de los mercados el martes. La principal intriga es qué sucederá con el tipo de cambio, cuya cotización “oficial” el gobierno peronista mantiene pisada y con una brecha de más del 100% respecto de las cotizaciones reales del mercado. Massa también será clave en la transición hasta el 10 de diciembre: aunque el poder de fuego del Banco Central es muy limitado, habrá que ver cómo opera para que la fuerte corrección cambiaria que se preanuncia no termine en desbande.
“Me he comunicado con Javier Milei para felicitarlo”, dijo el ministro, que asumió prácticamente el poder pleno en un gobierno de Alberto y Cristina visiblemente desgastado, y que invirtió un dinero de dinero público para tener mayor suerte en las urnas. Pero también aclaró: “Desde mañana la responsabilidad de dar certezas y transmitir garantías es del nuevo presidente y esperamos que así lo haga”. También se mostró generoso al proponer desde mañana “poner en marcha mecanismos de enlace y transición para el recambio democrático, para que los argentinos no tengan ni dudas ni incertidumbres”.
Tras esas palabras, todas las miradas giraron hacia el bunker libertario, que ni siquiera ha definido quien será su ministro de Economía (y mucho menos se le conoce candidato a secretario de Agricultura), ni tampoco ha definido con precisión cuál será su propuesta para encarrilar la crisis cambiaria y dominar la inflación, que a su vez ha sido la principal causa del empobrecimiento de gran parte de los argentinos y seguramente una de las principales razones para que triunfase la oposición.
Uno de los primeros dilemas a resolver será la relación y convivencia de Milei con el ex presidente Mauricio Macri y el sector de Juntos por el Cambio que se pronunció a favor de su candidatura y que ya gobernó el país entre 2015 y 2019. De ese equipo podría nutrirse el libertario para conformar un gobierno con chances de timonear esta crisis. Pero también aquí reinan las dudas: basta saber si Milei aceptará o no moderar algunas de sus proposiciones más polémicas.