Los agroquímicos están en el ojo de la tormenta social y las empresas que los producen sienten esa interpelación. Basf es una de las grandes compañías globales de insumos agrícolas, y como buena firma alemana, tiene una vara muy alta al respecto de la adopción de tecnología. Por eso no escapa de la discusión.
“Celebro que ocurran varias discusiones entre el campo y la ciudad. Muchas se potenciaron en pandemia, pero creo que realmente hay que conversar, explicar y entender opiniones desde ambos lados. Nos parece súper válida la preocupación social, y eso nos da la chance de explicar qué es lo que hacemos”, dijo a Bichos de Campo Hernán Ghiglione, Gerente de Innovación y Desarrollo de BASF.
Ghiglione aseguró que “la respuesta no viene solo de empresas como Basf, sino también de un conjunto de instituciones que involucran organismos estatales como el INTA o el Senasa, que están tan involucrados como nosotros en saber que los fitosanitarios que utilizamos sean realmente seguros. Ese es un mensaje muy claro que tenemos que dar”.
Mirá la entrevista completa a Hernán Ghiglione:
-¿Y cómo innovamos en el agro para hacer un mejor uso de agroquímicos y de otros insumos? ¿Podría ayudar toda esta corriente con la agricultura de datos?
-Si. Hace algunos años que el agro experimenta este cambio tecnológico. El uso de tecnologías digitales nos permite ser más eficientes y sustentables. Al hacer una agricultura más eficiente utilizamos el mismo o menor nivel de recursos para producir más, y por otro lado y algo que nos preocupa a todos, nos mueve el poder ser más sustentables.
-¿Y cómo?
-Los ingenieros agrónomos siempre quisimos tratar de enviar ese mensaje al usuario al trabajar con BPA, lo que incluye utilizar insumos en el momento, en el lugar y con las dosis correspondientes. Creo que estas tecnologías nos ayudan en ese sentido, porque nos ayudan a mapear las situaciones de los lotes y a construir mapas de aplicación variable para poder aplicar sólo en donde necesitamos hacerlo y con dosis y momentos correctos.
-¿Cómo se instala Basf en este territorio?
-En Basf tenemos una tecnología en particular que se llama Xarvio, y que tiene funcionalidades que nos permiten saber qué va a pasar de acá a un par de semanas, lo que posibilita al productor el poder llegar de modo correcto a ese control o manejo de enfermedades o malezas.
-¿Cómo opera Xarvio? ¿Incorpora datos climáticos?
-Si, incorpora cultivos, variedades, y tiene cargada por detrás una serie de datos con determinadas susceptibilidades a enfermedades por ejemplo, y eso lo combina con una geo localización, es decir, dónde estás trabajando y con qué tipo y serie de suelos, y todo a su vez con predicciones climáticas. Con todos esos datos se genera un algoritmo potente que es capaz de decirte que de acá a dos semanas si podés, por ejemplo, llegar a tener un ataque de roya en trigo. A medida que te vas acercando a esa fecha la predicción se vuelve mucho más fuerte. En definitiva, es lo que hemos hecho siempre los agrónomos, pero ahora digitalizado. Antes nos pasábamos horas recorriendo los lotes, y muchas veces pasando por lotes que estaban bien y que no necesitaban nuestro ojo. Pero otras veces en lotes donde llegabas tarde. Con Xarvio ahora podés planificar tus actividades de modo tal de llegar en tiempo con los productos y dosis que correspondan. Todo esto va en favor de una agricultura más sustentable.
– ¿Xarvio es un desarrollo de Basf para la comunidad de Basf o para todos los productores?
-Es una solución digital de Basf para todos los agricultores y tiene dos funcionalidades: una más masiva porque se trata de reconocimiento de malezas, plagas o enfermedades que se obtiene con una foto de celular, y luego tiene otra parte llamada Field Manager que trabaja con monitoreo y predicciones. Ya hay más de 4 millones y medio de usuarios que las utilizan en el mundo y en Argentina hay 15 mil usuarios porque es más nuevo. Hicimos un pre lanzamiento hace un año, y hace poco hicimos un lanzamiento más fuerte. De todos modos vemos que está funcionando bien, por eso creemos que acá también crecerá mucho.
-¿Y generamos en Argentina buenos niveles de datos?
-La adquisición de datos a través de estas plataformas en general tienen dos componentes: uno que es más automático y que tiene que ver con un satélite o con un dron que genera imágenes que luego se convierten en datos. Y un segundo componente que son los datos que el usuario carga. Mucha de esa información es, por lo general, información que ya manejan los agrónomos. Todos sabemos sobre qué tipo de suelo estamos trabajando, y más allá de que la conectividad puede ser un problema, hoy te diría que la mayoría de estas plataformas tienen capacidad de trabajar online y offline. Xarvio puede trabajar de modo desconectado y en el momento en que el usuario se conecta sube todo a la nube. El punto clave pasa por convertir el dato en información, porque somos buenos generando grandes cantidades de datos a nivel mundial, pero lo que necesitamos es capacidad de análisis que nos permita tomar mejores decisiones, y creo que los que trabajamos en agricultura digital estamos enfocados en eso.
-¿El secreto entonces es hacer los algoritmos correctos? ¿Identificar qué algoritmos serán útiles para los productores?
-Exacto, y que además funcionen. El algoritmo operará mejor mientras funcione, y además lo hará con menos error; eso demanda más tiempo. Sobre ese aspecto es donde ponemos más atención, para que la herramienta sea realmente una solución. De lo contrario será solo una buena herramienta para tomar datos, que es algo que no soluciona demasiado la vida.
Mirá la promoción oficial de Xarvio:
– ¿Cómo te imaginás el agro que se está configurando a partir de esta nueva tecnología?
-Es muy claro esto de que el cambio es constante y cada vez más acelerado. El recambio tecnológico que antes venía cada 10 años ahora llega antes. Habrá una convivencia grande entre el trabajo agronómico que hacemos hoy, todas estas tecnologías digitales y la automatización de máquinas que ya empezó. Ya en 2017 se logró cultivar una hectárea de cebada en una universidad de Inglaterra sin ninguna intervención humana. Es solo que falta que eso encaje en precios, costos y demás cuestiones para que se vuelva masivo; pero eso va a pasar y ahí sí tomarán cada vez más relevancia estas tecnologías y bajará nuestra intervención humana en el agro, pero no me imagino un cambio de juego total donde el agrónomo no tenga ningún tipo de injerencia en las decisiones a campo. Creo que la toma de decisión final seguirá quedando en manos del agricultor y de los agrónomos y técnicos, porque lo automático nos puede ayudar en el corto plazo, pero pensando en un marco de sustentabilidad es muy importante la mirada humana. El desafío está en cómo nos preparamos como agrónomos para ese futuro.
-¿Te puede dejar afuera de la competencia si no te subís al tren?
-Sí, pero el punto es en qué tren subirse. ¿Cómo hacer para que un agrónomo que egrese dentro de 5 o 6 años esté preparado para las tecnologías que hoy no conocemos? Yo no visualizo que el desafío pase por la técnica o por la tecnología en sí misma, sino por la adaptación nuestra al uso y a la extracción real de valor que tienen estas tecnologías. Por eso creo que es un desafío educativo muy grande, y esto vale también para médicos u otras ramas, en formarnos para tecnologías que aún no existen. En el agro debemos mantener ese equilibrio de aprender y enseñar las técnicas y tecnologías fundamentales tales como ecología, ecofisiología de cultivos, algo que es obligatorio, pero eso tiene que estar combinado con nuevas tecnologías que todavía no están.
-En tu caso, ¿por qué te metiste de lleno en la innovación?
-Mi carrera siempre estuvo vinculada a la innovación y al desarrollo. Yo soy agrónomo de la UBA, me doctoré allí y trabajé muchos años en todo esto. Y me sumé hace 15 años en Basf desde un lugar más cercano para el productor. Me parece que una cuestión de la que ninguno de nosotros estamos exentos es la capacitación constante. En el pasado uno aprendía técnicas o tecnologías y luego se le daba el título y se iba a trabajar a campo. Yo creo que eso terminó, porque ahora el aprendizaje es constante y hay que aprender y desaprender, es decir, sacarte de la cabeza algunos paradigmas para absorber nuevos conocimientos. No podemos quedarnos con lo que ya conocemos.