El master en producción animal y ex investigador del Conicet, Juan Elizalde, liquidó en su participación en el Congreso de AAPRESID la sensación de que en la Argentina actual se vive un fuerte proceso de crecimiento de la ganadería vacuna. “Dese 2005 a la actualidad, tras 15 años en producción estamos igual tras una caída sostenida. Hablamos de 3,1 millones contra 3,05 millones” de toneladas de carne, subrayó.
Elizalde realizó un análisis de los datos estadísticos de exportación de carne, donde se comprueba que actualmente, a pesar de tanto hablar del “boom ganadero”, los embarques registran un repunte pero con niveles que sigue bajos respecto a 2005, pasando de 772 toneladas en ese año a 630 mil toneladas estimadas para 201. Por supuesto que, frente a mínimos históricos registrados en el año 2013, la situación actual es mucho mejor. Pero dista bastante de ser un récord.
“Entre 2015 y 2019, cuando muchos se entusiasmaron con el cambio de gobierno, vemos que en ese período la producción de carne aumentó un 19% y la exportación subió un 69%. La ecuación indica que si produzco lo mismo y exporto el 69% más lo único que puedo resentir es que la gente deje de comer carne para exportar. Es decir, se lo saco al consumo interno. Porque no hay excedente”, sostuvo el experto.
Elizalde apoyó esa afirmación con datos del consumo per cápita de carne, que en los últimos 15 años cayó a un ritmo de 1,8 kilos anuales por habitante. En rigor, los argentinos consumían 70 kilos anuales en 2005 y bajaron a 49 kilos per cápita en la actualidad. “De ahí se sacó la carne para exportar”, sentenció Elizalde.
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“Lo que tenemos acá claramente es que si no producimos más, de algún lado hay un desequilibrio”, afirmó.
¿Y se puede exportar más si no se crece en producción? Elizalde puso el foco en la necesidad de nuevas formas de manejar la producción: “La faena de julio fue la más alta de los últimos tiempos, son los primeros terneros con buen crecimiento y son buenos novillos. El problema principal es por qué la situación actual no permite un equilibro ordenado entre consumo y exportación. Y el problema es de eficiencia productiva del stock de hacienda”, dijo.
En ese sentido, señaló que la gran vocación por aplicar tecnología en la ganadería usualmente “queda diluida en un mar de ineficiencia”. Cono dato, señaló que de 2011 a 2019 crecimos en stock 720 mil cabezas por año y el crecimiento de la producción de carne pasó a 62 mil toneladas por año. “Esto es, por cada vaquillona preñada que pongo en el rodeo produzco 89 kilos por cabeza. Pero si tomamos el kilo de carne carcaza por cabeza en ese período vemos que estamos clavados en los 51 kilos de carne carcaza por cabeza”.
Para clarificar el concepto, Elizalde sostuvo que “todo lo que incorporamos de tecnología se diluye en un mar de cabezas que después terminan generando 51 kilos de carne por cabeza. Evidentemente nuestro sistema tiene eficiencias no arregladas desde mucho tiempo, y los que aplican tecnología, en las pocas empresas que lo hacen, no terminan luciendo el rodeo nacional que no utilizan tecnología”, dijo.
A modo de ejemplo mencionó que “se avanza en una cosa y se empeora en otra, ya que se incorpora el feedlot pero no se hacen buenas pasturas”.
“El impacto en la producción de carne entonces no se nota. No hay que hacer apuestas en esto a futuro, no hay que apostar desde una empresa ganadera como si fuera un casino. Hay que hacer un plan ordenado de crecimiento analizando el negocio”, concluyó.
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