En los últimos días el traslado todavía parcial del aumento de los valores de la hacienda a los precios minoristas de la carne vacuna fue (otra vez) noticia en los medios nacionales. A pesar de que el sector cárnico trabajó –pandemia mediante– para incrementar el nivel de faena y producción, las subas llegaron de todas formas.
Tales incrementos de precios –propios de la dinámica del mercado con el actual nivel de stock bovino– y su repercusión social despertaron temores, por parte de diferentes actores de la cadena cárnica, de eventuales intervenciones en el mercado de parte del gobierno nacional.
“No está en el gobierno la intención de intervenir (el mercado ni las exportaciones). Se necesitan dólares y desarrollo territorial. El camino a desandar es el de la prosperidad y el trabajo”, aseguró hoy el subsecretario de Ganadería de la Nación, José María Romero, durante la última jornada ganadera virtual del presente año organizada por la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales de la Argentina (Fifra).
Romero agregó que en las reuniones de las autoridades nacionales con los referentes del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) se pidió una rebaja en los derechos de exportación aplicados sobre las exportaciones de ciertos cortes bovinos, además de mayores reintegros para las embarques. El funcionario aseguró que en el ámbito de ese debate “buscamos la forma de que el sector de la carne se pueda desarrollar”, aunque consideró, de todas maneras, que el sector debe hacer esfuerzos “para que la gente pueda acceder a precios accesibles” al producto.
El subsecretario de Ganadería agregó que, según su criterio, el problema está en el estancamiento de la producción y que para resolver eso es necesario favorecer el agregado de valor, lo que implica la transformación de granos en proteínas animales: “El camino para salir es agregar valor en el sector agropecuario, agregarle valor a los cereales y producir más carne”, sostuvo.
En los últimos treinta años al menos, según datos oficiales, la oferta de carne bovina en la Argentina está estancada en torno a un promedio de tres millones de toneladas, cifra que, si bien tres décadas atrás podía resultar holgada, con el crecimiento de la población ya no lo es tanto.
Según Romero, el crecimiento en la oferta de carne se debería dar por una mejora tanto en los índices reproductivos de la cría como en los niveles productivos del resto de la cadena, lo que además debería venir acompañado por cambios en el hábito de consumo orientados a que los argentinos puedan aceptar cortes provenientes de novillos más pesados, de manera tal de lograr animales doble propósito. El funcionario también dijo que ese cambio debería ir acompañado por una modernización del sistema de comercialización, en el cual al menos una porción de lo que actualmente se distribuye en medias reses pase a ser vendido seccionado “en partes”.
En tanto, Daniel Urcía, el presidente de Fifra, dijo que en la cadena “la preocupación está instalada” respecto la posibilidad de eventuales intervenciones gubernamentales, aunque remarcó que “el país necesita dólares y las exportaciones aportan 3000 millones y es necesario apostar a sostener ambos mercados, tanto el interno como el externo”.
Al cierre del presente año se espera una faena total de más de 14 millones de animales y un incremento del peso medio de faena, lo que terminaría generando una mayor producción a la lograda en 2019.
Por su parte, los consultores de Agroideas, Federico Santángelo y Fernando Gil, indicaron que la suba reciente en los precios minoristas de la carne vacuna no hay que buscarla por el lado de la oferta, sino “en la demanda”
Santángelo explicó que la demanda china sigue firme –este año representará cerca del 75% del total del volumen de carne bovina exportado por la Argentina– al tiempo que “la reactivación de la vida social y las ayudas que dio el gobierno a través de programas de asistencia incrementaron la demanda interna, que no parece dispuesta a querer consumir menos de 50 kilos (por persona promedio anual)”.