El sector hortícola, que suele ser referenciado como muy informal o precario, desde lo sanitario a lo laboral, también está atravesando un proceso de digitalización interesante. Se trata de la llamada “Horticultura 4.0”, que es una tecnología basada en la obtención e interpretación de todo tipo de datos, obtenidos mediante sensores o capturas de imágenes.
Esos datos se suben a la nube (Big Data), se procesan y son bajados y tomados por varios actores de la cadena para medir variables, prevenir enfermedades, y hasta tener información puntual de la empresa productora y del lote, en una suerte de trazabilidad. “El que entra en esta tecnología va a ir a paso lento, pero hacia adelante”, afirmó a Bichos de Campo Daniel Tawil, un ingeniero agrónomo que apuesta fuerte a la introducción de estas innovaciones.
Hace más de 10 años Tawil fundó una fundación llamada Horticultura Argentina Sustentable, con una rama social puesta en los trabajadores, y con otra puesta en el desarrollo de la bio-horticultura, donde trabajan con abejas para polinizar y no usan agroquímicos. También incursionó en hidroponia, donde ha visto buenos resultados.
Y aunque la escasa conexión a internet que hay en el medio rural no siempre ayuda, Tawil ya se imagina en funcionamiento una red recolectora de datos en el cinturón del Gran La Plata, uno de las regiones hortícolas más importantes que tiene la Argentina. Allí, asegura, “hay una cantidad de horticultores que están dejando la informalidad. Las terceras generaciones están empacando en origen, con maquinas tamañadoras, y utilizando riego por goteo computarizado”, agregó.
“De este modo, las empresas van a convivir con mucha información virtual. Cuando cada sector implemente esto, partiendo desde el productor en el origen de la cadena, hasta llegar al transporte y recepción en grandes supermercados o en el Mercado Central, llegará un momento en que tendrás una facilidad de trazabilidad, y el consumidor podrá ingresar y ver, desde el nombre de la empresa, hasta el lote e historial del producto”, puntualizó.
Mirá la entrevista completa a Daniel Tawil:
Una de las ventajas de este sistema, de acuerdo al agrónomo, es que, “aplicado al periurbano de La Plata, se podría habilitar a unos 100 productores a levantar información de sensores o de plataformas, e incluso tomar ellos las fotos por celular o tablet, y esa tecnología podría llegar a la estación de Gorina. Se podría medir temperatura y humedad, la presencia de insectos, y hasta cuáles serían las condiciones predisponentes de enfermedades para prevenir que se expandan a las zonas de producción”.
Tawil, que estuvo cuatro años en Israel, donde se especializó en genética del tomate y luego de regreso a la Argentina desarrolló el tomate cherry junto con los israelíes, explicó que la información más útil para recoger y analizar de parte de un horticultor tiene que ver con variables relacionadas al clima.
“El año pasado hicimos un monitoreo permanente de temperatura y humedad a través de sensores, pero si a estos les cambiás el bulbo, podrían funcionar como tensiómetro y medir cantidad de agua del suelo. Es decir que los sensores pueden ir cambiando sus bulbos de acuerdo a las variables que quieras registrar y subir de modo online o diferido”, remarcó.
A modo de ejemplo de que, a medida que se van usando los sensores, se pueden controlar más y mejor las variables climáticas, Tawil relató que “en febrero de 2019, en el periurbano de La Plata detectamos 50 grados centígrados debajo del invernadero, y en esas condiciones, las resistencias genéticas de la semilla se bloquean. Entonces se generan conflictos entre quien compra y vende esas semillas. Los sensores te alertan el tema de la temperatura, para que puedas mejorar esos estándares de sanidad”.
Otra de las incorporaciones que pueden hacerse en un invernadero, según Tawil, es la de un “fitomonitoreo” de plantas.
“Por ejemplo, en el tomate podés poner un aparato que mide de manera online el crecimiento del diámetro, lo que te permitirá ajustar variables como el riego, si agregás un tensiómetro y entonces podrás saber si estás regando demás o bien si estás dilatando el crecimiento”, desarrolló.
Además de los sensores, Tawil mencionó la posibilidad de conectar a una plataforma, que toma el GPS del celular; y mediante la cual, a medida que se recorre el lote, se pueden tomar imágenes que ayudarían a detectar una enfermedad, referenciar el foco de la misma, y entonces, a la hora de aplicar determinado producto, pulverizar solo en ese foco cerrado, y no en todo el invernaculo. “Ahí ahorrás producto y estimulás las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA)”, remarcó el ingeniero agrónomo.
The Organic hydroponic vegetable garden
No es una tecnología que avance a pasos agigantados. En la horticultura generalmente los ciclos tienen siete años, pero si de algo está seguro Tawil, es de que las nuevas tecnologías agropecuarias ya están presentes en la horticultura. Si desean contactarse con Daniel Tawil, pueden hacerlo enviando un mail a su correo electrónico daniel.tawil@gmail.com