A todo y a todos nos llega la hora. En el último tiempo ese parate lo afrontó la RAE, la institución que monitorea a la lengua española y sus cambios. Porque ella no sólo debe analizar los nuevos términos que circulan por ahí –no decimos ladrones sino chorros- sino prestar atención a las pujas sociales.
El debate que por estos días ocupa muchos -sino todos- los espacios gira alrededor del lenguaje inclusivo. No te enojes Raúl, simplemente una porción de la sociedad no quiere quedarse afuera. Igual seguro ya te enojaste.
Es en este marco de resquebrajamientos, tironeos, enojos y también festejos, que al ingeniero agrónomo José María Cano se le disparó una pregunta en la cabeza: ¿Por qué usamos la palabra “explotación” para hablar de la producción agropecuaria? No solo la usan los productores. También el Estado la toma como válida. El INDEC, por ejemplo, en sus Censos Agropecuarios habla de EAPs (Explotaciones Agropecuarias)
“En lo cotidiano, vemos que el lenguaje utilizado por nuestros hijos es diferente al nuestro, donde encontramos que la búsqueda está basada en la inclusión. Así, vemos que las palabras crean sentido y que, con el tiempo, algunas van tomando una connotación agresiva”, manifiesta Cano mientras Raúl se vuelve a indignar.
Pero este ingeniero tiene un punto muy importante. La definición de “explotación” en los diccionarios refiere a sacar provecho, tanto de las ganancias como de los beneficios de algo, en clave de abuso. Y el sector agropecuario, en medio de una crisis ambiental y social que siempre acusa al que produce de ser causante de mucho daño en la Tierra, viene trabajando para cambiar esa concepción.
“Desde el punto de vista de los recursos, está más que demostrado en distintas instituciones como Aapresid, INTA, CREA y otras organizaciones, que trabajamos sobre recursos renovables, incluso en nuestro país y en el mundo, se habla de la posibilidad de regenerar suelo mediante algunas prácticas agronómicas”, afirma Cano. Un buen ejemplo puede ser el proyecto Ovis21, que realiza un manejo holístico de pastizales.
“Desde la mirada ambiental, somos empresas ligadas a la tierra. Argentina es líder mundial en conservación de suelos. Hoy todas las instituciones tienen áreas de investigación sobre biodiversidad, cultivos de servicio, estudio de rotaciones que nos permitan trabajar sin afectar nuestros recursos principales”, indicó el ingeniero.
Antes de que alguien salte, porque acá no hay charquito ni se hace oídos sordos a manejos incorrectos que puedan existir, porque malhechores hay en todos lados… Lo que se remarca es el creciente interés de las más importantes instituciones del sector en revertir esta situación y generar conciencia, siempre apuntando a los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU.
“Desde la mirada social, las empresas agropecuarias poseen un sentido comunitario demostrado a lo largo y ancho de nuestro país: el vínculo con las escuelas, almacenes, clubes sociales, de todos los actores del campo, está más que demostrados”, concluyó.
¿Y entonces que propone José María Cano? Reemplazar la palabra explotación, que no alude a los valores que el sector proclama tener, por “Unidades Productivas Agroalimentarias”. ¿Se podrá?