Desde que el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) aprobó en 2019 las primeras caravanas electrónicas, para así habilitar la posibilidad de que los ganaderos optaran por esa tecnología para la identificación individual de sus bovinos , las ventas de este tipo de dispositivos crecieron geométricamente. Actualmente cerca del 10% de las cabezas del rodeo nacional utilizan esa tecnología, revelando una vertiginosa adopción por parte de los productores.
En Villanueva, la empresa que comercializa en el país las caravanas de la marca internacional Allflex y que domina 60% de ese negocio, se sorprendieron con los datos que surgen del propio Senasa: entre enero y mayo de este año la venta de caravanas electrónicas creció nada menos que 400% respecto de igual tramo del año 2022, informaron.
“Nosotros comenzamos vendiendo unas 15/20 mil mensuales cuando arrancó en 2019 y ahora estamos cerca de 120 mil mensuales”, confirmó esta visible tendencia Germán Pereyra, el director de márketing en esa firma de insumos ganaderos.
Para que se entienda bien de qué estamos hablando: Cuando a principios de este milenio la Unión Europea comenzó a exigir la trazabilidad de los vacunos, para así asegurarse conocer el origen de la carne que importaba, la Argentina optó por un sistema de trazabilidad basado en caravanas plásticas que llevan un código y permiten saber a qué rodeo pertenece cada animal, para así identificar el campo donde fue criado. Pero no mucho más. En cambio, del otro lado del Río de la Plata, el Uruguay se decidió de entrada por estas caravanas electrónicas, más costosas pero que tienen un abanico de beneficios mucho mayor.
El dato de que las ventas de este tipo de caravanas inteligentes crezcan a una velocidad de 400% anual habla a las claras de que los ganaderos argentinos -que ahora tienen la posibilidad pero no la obligación de utilizarlas- están descubriendo los beneficios de esta tecnología, ya que la misma permite leer los datos sobre cada animal que lleva la caravana electrónica colgada de sus orejas, y mediante un bastón especial digitalizar la información, enviarla a una base de datos y utilizarla en combinación con múltiples plataformas y aplicaciones que resuelven diferentes dilemas ganaderos.
“Por ejemplo, en un campo con 500 madres, podremos ver cuál tiene un problema para tratarla y dejar a las restantes 499 tranquilas. Esto tiene un alto impacto productivo, en los costos, así como en el bienestar de los animales y de las personas que trabajan día a día con ellos”, explicó el médico veterinario Santiago Russo, asesor de Villanueva.
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Eso del lado del productor, quien con dicha información puede interactuar con múltiples App y optimizar sus indicadores tranqueras adentro. Pero quizás en otro punto del planeta, un consumidor interesado en saber de dónde viene el corte de carne que está comprando puede escanear el código de barras en el supermercado: en el celular le aparecerá no solo en qué campo fue criado ese animal, donde se faenó, con qué edad, que tratamientos veterinarios se le hicieron, si proviene de un campo libre de deforestación y muchos otros etcéteras.
“Desde que la posibilidad de utilizarlas se oficializó en 2019 notamos que el mercado va adoptando muy velozmente la caravana electrónica, porque resulta mucho más fácil hacer toda la trazabilidad. Hoy su uso acelera la adopción de otras tecnologías por parte del productor y le permite registrar todo tipo de eventos del animal. Pero también es el mercado externo el que se lo esta pidiendo”, explicó Pereyra a Bichos de Campo. “El mercado exige saber lo que está comiendo”, insistió.
La identificación electrónica habilitada por Senasa consiste en un sistema de identificación por Radiofrecuencia (RFID), integrado por un lado por la caravana electrónica y por otro lado por un bastón lector. Ese bastón tiene una memoria en la cual se almacena la información, tiene una batería que dura unas 15 horas, y lee las caravanas a 40 centímetros del animal, porque está pensado para el trabajo en la manga. En tanto, la caravana es un “elemento pasivo” que solo cuenta con un chip recubierto con un plástico altamente resistente. El chip contiene una memoria donde se graban los 15 dígitos que también vienen impresos en el exterior. La vida útil de la caravana es de aproximadamente 12 a 15 años.
Según el directivo de Villanueva, según los datos del Senasa en los últimos meses se han estado vendiendo cerca de 1 millón de caravanas obligatorias para la identificación animal y de esas ya el 10% corresponden al modelo electrónico habilitado. “Nosotros creemos que esa participación hubiera sido mucho mayor, del 20% o 25%, si hubiera habido disponibilidad del producto en el mercado local”. Pero tanto la proveedora de la marca Allflex como sus competidoras han tenido problemas con la importación del insumo ganadero. “A muchos clientes nos vimos obligados a decirle que no podíamos venderle más porque no había, pero si hubiera seguro venderíamos todo”, declaró Germán.
-Las ventajas están claras, pues esta es la puerta de entrada a la digitalización del negocio ganadero. ¿El costo de estas caravanas electrónicas no es una limitante?
-La diferencia de precio con una caravana convencional ronda el 7 a 1. Pero los beneficios con los ahorros de tiempo de trabajo en la gestión, en la eficiencia por mayor información, o en el trabajo en la manga terminan pagando con creces el producto, cuyo valor está rondando los 2,5 a 2,7 dólares al tipo de cambio oficial. Respecto del valor de cada animal, son chirolas. y realmente la mejora en la gestión del campo termina amortizando ese costo.
-¿Y no están discutiendo con Senasa hacer un uso obligatorio?
-Por ahora no se discute y sigue siendo optativo. Es una decisión de Estado, de política comercial que supongo en algún momento se va a resolver. Los uruguayos hacen toda su trazabilidad con medios electrónicos. La licitación la hace el Estado, que luego provee de la caravana a los productores. Pero ellos tienen todos los mercados abiertos para su carne, y hoy a la Argentina le está faltando eso. Yo supongo que en algún momento el sistema va a migrar todo a lo electrónico- respondió Pereyra.