En el sector lechero argentino se está produciendo una “revolución silenciosa” que promueve incrementos sustanciales de productividad de la mano de un cambio de paradigma sistémico.
En Bichos de Campo hace tiempo que venimos hablando al respecto. Pero cuando el impacto de esa “revolución” se observa en cifras, los números no dejan de sorprender.
Datos oficiales, publicados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), reflejan que en apenas dos años los tambos que producen más de 10.000 litros diarios de leche pasaron en el mes de septiembre a representar el 25,0% de producción nacional a un 29,3% con apenas un 5,8% de la cantidad total de empresas.
En la vereda de enfrente, el 45,8 del total de tambos producen actualmente apenas el 12,7% de la oferta argentina de leche con una producción inferior a 2000 litros diarios. Dos años atrás ese segmento representaba el 14,7% de la oferta total.
Pero el dato más impactante es que en los últimos trece años, a pesar de las enormes dificultades económicas y financieras presentes en la Argentina –con una pandemia de por medio–, el sector lechero se las ingenió para incrementar la productividad a una tasa anual promedio del 2,7%.
Si se analiza la situación del último lustro (2017-2021), la tasa de crecimiento anual de leche del tambo promedio fue ¡del 5,4%! Y no es casual que ese período coincida con la aceleración de la “revolución silenciosa” que viene experimentando el sector tambero.
Las dos protagonistas principales del fenómeno son las provincias de Buenos Aires –en primer lugar– y Córdoba, mientras que las restantes cuencas lecheras, si bien cuentan con casos empresarios excepcionales, vienen en general más rezagadas.
En la actual coyuntura, mientras que los sistemas lecheros “artesanales” experimentan cada vez mayores dificultades, los grandes tambos van ganando, año tras año, escala y eficiencia productiva en base a sistemas voluntarios de ordeñe, robotización, galpones que aseguran mayor confort animal ante las inclemencias climáticas, mayor control y estandarización de raciones, tecnologías remotas que permiten detectar celo y problemas de salud de manera individual y fuerza comercial propia o bien a través de “pools lecheros”.