El clima está complicando nuevamente a la producción agropecuaria de la Argentina. En regiones de Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero las inundaciones dan por tierra con la cosecha de cultivos como el algodón y el girasol, malogran la posibilidad de la resiembra de soja y obligan a mover el ganado hacia zonas más altas.
Según declaró a Canal Rural el analista Cristian Russo, de la Red GEA de la Bolsa de Comercio de Rosario, ya habría entre 500 y 700 mil hectáreas agrícolas en situación “crítica” y otras 2 millones de hectáreas de cultivos que pasaron a condición “regular”. Pero a esa fotografía se suma otro trastorno propio de años tan húmedos como este: el exceso de malezas en los lotes atenta contra el rinde del cultivo y hasta pone en riesgo las campañas futuras.
De Sobre este asunto, el docente de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (Fauba) y especialista en malezas, Fernando Oreja, explicó a Bichos de Campo: “La campaña arrancó complicada. Los días fríos hicieron que a los cultivos les costara establecerse, y luego las lluvias provocaron que no se hicieran los trabajos de pulverización correspondientes”.
Oreja señaló que a los problemas habituales se sumó la falta de piso, lo que impidió que se hicieran las aplicaciones en los momentos convenientes, es decir, en estado de plántula o con 2 o 3 hojas, como indican los marbetes. “Cuando finalmente se puede entrar al lote ya no es suficiente con la aplicación presupuestada y es ahí donde hay escapes” de malezas, indicó.
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Entre las malezas más amenazantes, Oreja citó: “En estos días las que causan más problemas son la Rama Negra, esa siempre está presente, el Yuyo Colorado; diferentes especies de Amaranthus, dependiendo la zona. Hacia el norte aparecen las clorideas, como Borrelia. Hacia el sur el Sorgo de Alepo. Además estamos teniendo problemas con gramíneas, más que nada como Chloris, Pata de Ganzo y Echinochloa”.
El especialista agregó que hay productores “que están buscando alternativas, tratando de complementar el uso de herbicidas con medidas no químicas como el uso de cultivos de cobertura, modificando la fecha de siembra y la densidad. Muchas veces son medidas que se subestiman pero que pueden tener impacto importante sobre las malezas. También se sobrestima al herbicida”.
Finalmente Oreja se refirió al uso de herbicidas con mayor poder residual. Dijo al respecto que “esos productos necesitan actuar en una capa superficial del suelo donde están las semillas de las malezas. Pero cuando llueve tanto, esa capa del herbicida se va a otras inferiores inferiores y supera el banco de semillas del suelo. Entonces no tienen efecto para inhibir el crecimiento de la malezas”, indicó.