En los últimos años comenzó a tomar fuerza una forma de pensar la producción de alimentos posando la lupa sobre la forma en la que se originan, agregando conceptos como el de la sustentabilidad.
En diversos rubros del sector agropecuario este cambio está impulsado por actores que buscan replantear el negocio agrícola o ganadero, haciendo hincapié en el cuidado ambiental, la contaminación, imitar la naturaleza, y conservar los recursos.
En la producción bovina, el ultimo eslabón, el de la terminación o encierre a corral, siempre gozó de mala reputación, desde que se comenzó a practicar hacia fines de la década del ´90. Y esa imagen está cambiando.
“La historia del feedlot en Argentina es relativamente nueva, pero ha avanzado a pasos agigantados”, dice Fernando Storni, presidente de la Cámara Argentina del Feedlot, con quien Bichos de Campo dialogó en búsqueda entender esta nueva forma de pensar un modelo ideal de producción.
“La Cámara tiene 27 años, pero el feedlot como tal lleva unos 20 o 25 años en plena expansión”, dice. Durante ese tiempo, la industria ha pasado de preocuparse por cuestiones básicas de infraestructura a abordar temas complejos como la nutrición, la sanidad y, más recientemente, la sustentabilidad.
El feedlot, que alguna vez fue visto con escepticismo por su impacto ambiental, está en el umbral de una transformación. “El feedlot ha tenido un desarrollo y una evolución significativos. Al principio, nos preocupábamos por el comedero y el hormigón. Ahora, estamos mirando cómo hacer las cosas de una manera más amigable con el medio ambiente”, explica Storni.
Una de las grandes preocupaciones actuales es cómo los residuos de la actividad se manejan de manera más responsable. “Tenemos que pensar en cómo procesamos los efluentes y la bosta. La gestión adecuada de estos subproductos es esencial para reducir nuestro impacto ambiental”, señala Storni. La incorporación de tecnologías que permiten reutilizar estos residuos como nutrientes o bioenergía es vista como una solución prometedora.
Además, la nutrición de los animales está bajo el microscopio. “Estamos explorando dietas que reduzcan la emisión de metano. Por ejemplo, ciertos aditivos pueden disminuir significativamente la producción de este gas”, dice Storni. Estas innovaciones no solo son beneficiosas para el medio ambiente, sino que también ayudan a mejorar la eficiencia económica del feedlot.
Pero la sustentabilidad no se detiene en el manejo de residuos y la nutrición. Storni también destaca la importancia del bienestar animal. “No es solo una cuestión de ética, sino también de economía. Un animal bien tratado tiene un mejor rendimiento”, asegura. La mirada hacia las generaciones futuras y cómo se trata a los animales durante su vida es un factor crucial en la evolución del feedlot.
La sustentabilidad, para Storni, es un concepto amplio y en evolución. “Definir la sustentabilidad en un feedlot es complejo. Tiene que ver con ser capaces de mantenernos en el tiempo, con las tres patas fundamentales: lo económico, lo social y lo ambiental”, explica. Para él, la sustentabilidad es un objetivo de mejora continua. “Así como hemos avanzado en nutrición y sanidad, también debemos seguir mejorando en aspectos sustentables”.
Storni no duda en señalar las áreas que aún requieren atención. “Hay prácticas que deben evolucionar. Por ejemplo, algunos feedlots todavía tienen deudas pendientes con el manejo de efluentes”, dice. La eficiencia en la producción y el uso responsable de antibióticos también son áreas críticas donde se necesita avanzar.
Un tema reciente que ha generado debate es la calidad del aire en los feedlots. En algunas provincias, como Buenos Aires, comenzó a ponerse el ojo en la calidad del aire de los encierres a corral, y ya se están haciendo estudios para evaluar el impacto de la actividad. “Estamos empezando a trabajar en el control de la calidad del aire, pero muchos de los requisitos son costosos y difíciles de implementar”, menciona Storni.
En resumen, Fernando Storni pinta un cuadro de un feedlot en transformación, donde la sustentabilidad se convierte en el eje central. Incluso, el diálogo entre este medio y el referente ganadero se registró en Agropecuaria La Criolla, de la familia Barrios Barón, en América, considerado como de punta en la transformación hacia la sustentabilidad ganadera.
La industria está tomando medidas para adaptarse a los nuevos requerimientos sociales y ambientales, buscando un equilibrio entre la eficiencia económica y la responsabilidad ambiental. “Estamos avanzando, y aunque el camino es largo, el cambio ya está en marcha”, afirma Storni con optimismo.
Mirá la entrevista completa con Fernando Storni:
– En este recorrido de entender qué está pasando en la industria ganadera y, particularmente, en la forma de producir carne, ¿cómo ves la evolución del feedlot y su impacto ambiental?
– La historia del feedlot en Argentina es relativamente nueva, pero ha avanzado mucho en los últimos 20 a 25 años. La Cámara tiene 27 años, pero el feedlot comenzó a expandirse masivamente hace un poco más. Al principio, nos concentrábamos en temas básicos como la infraestructura, pero ahora estamos abordando cuestiones más complejas como la nutrición, la sanidad y, sobre todo, la sustentabilidad.
– ¿Qué pasos se han tomado para hacer el feedlot más amigable con el medio ambiente?
– Uno de los aspectos cruciales es el manejo de los residuos. Tenemos que mejorar cómo procesamos los efluentes y la bosta. La idea es transformar estos residuos en nutrientes o bioenergía para reducir nuestro impacto ambiental. Además, estamos investigando dietas que reduzcan la emisión de metano, lo cual también contribuye a la sostenibilidad del feedlot.
– ¿Cómo ves la evolución del feedlot en términos de bienestar animal y otras prácticas sustentables?
– El bienestar animal es fundamental. Un animal bien tratado tiene un mejor rendimiento económico y es también una cuestión ética que debemos considerar. La sustentabilidad en el feedlot implica integrar una producción intensiva con la minimización de los impactos ambientales, como la gestión eficiente del agua y la bosta. La sustentabilidad es un proceso de mejora continua, y estamos en ese camino.
– ¿Cuáles crees que son las prácticas más urgentes que deben cambiar en la industria?
– No hay una sola práctica que destaque por encima de las demás, pero sí hay áreas que requieren atención. Por ejemplo, algunos feedlots todavía tienen problemas con la gestión de efluentes. También es crucial seguir avanzando en la eficiencia productiva para reducir las emisiones de metano y utilizar antibióticos de manera responsable.
– ¿Cómo imaginas el modelo ideal de feedlot que reúna las expectativas sociales y ambientales?
– Es difícil definir un modelo ideal, ya que cada empresa y cada feedlot es diferente. Sin embargo, podemos aspirar a una economía cada vez más circular que integre el bienestar animal y minimice los impactos ambientales. Esto incluye el manejo de residuos, el uso eficiente de recursos y la integración de prácticas que reduzcan la huella ecológica de la producción.
– Si tuviéramos que definir la sustentabilidad específicamente en un feedlot, ¿cómo la describirías?
– La sustentabilidad en un feedlot implica poder mantener la actividad a lo largo del tiempo, considerando las tres dimensiones: lo económico, lo social y lo ambiental. Es un proceso de mejora continua, donde avanzamos en la eficiencia productiva, el manejo de efluentes y la atención al bienestar animal.
– ¿Qué prácticas consideras que deberían cambiar con mayor urgencia en la industria de producción de carne?
– No hay una práctica única que deba cambiar de inmediato, pero hay varias áreas que requieren atención. Por ejemplo, algunos feedlots aún tienen deudas pendientes con la gestión de efluentes. También es crucial seguir mejorando en nutrición y eficiencia para reducir las emisiones de metano y usar antibióticos de manera responsable.
– Hemos escuchado que en algunas provincias, como Buenos Aires, se están implementando controles sobre la calidad del aire en los feedlots. ¿Cuál es la posición de la Cámara respecto a estos requerimientos?
– Estamos empezando a trabajar en el control de la calidad del aire, pero algunos de los requisitos son costosos y complicados de implementar. La Cámara está buscando formas de cumplir con las normativas sin imponer una carga económica excesiva a los productores. Es esencial encontrar soluciones prácticas y viables que permitan mejorar sin comprometer la sostenibilidad económica de la actividad.
– En términos de impacto social, ¿cómo están abordando la responsabilidad social y las condiciones de los trabajadores en los feedlots?
– La responsabilidad social empresarial es clave. Estamos viendo una evolución en cómo las empresas manejan el bienestar de sus trabajadores y su impacto en las comunidades cercanas. Esto incluye asegurar condiciones de trabajo adecuadas y contribuir positivamente al entorno social en el que operan.