Los comentarios que realizan los diversos productores hortícolas que se dedican al cultivo de tomate de Jujuy y Salta, dicen más o menos lo mismo:
“Nos ofrecen entre 3 mil y 4 mil pesos por cajón y en algunos casos hasta 2 mil”.
“Con el precio de este año no logramos cubrir los costos”.
“Cosechamos el tomate solamente porque hay mucha gente que depende de esto, sino quedaría en la planta”
“Empresas como Otito, hace dos años, nos ofrecía 1200 pesos por jaula de descarte y, hoy, apenas 600 y el costo es de 500 pesos por jaula para el cosechero”.
La situación se agrava de tal manera que este jueves algunos productores se trasladaron a la Plaza Manuel Belgrano de la capital jujeña para llevar adelante un “tomatazo”, distribuyendo su producto a quien pasaba por la zona de la protesta. “Los productores estamos tirando mucha verdura, por eso la trajimos hasta acá, para compartirla con la gente que la necesita y así el gobierno nos presta un poco más de atención ya que la situación es muy crítica”, comentaba un productor agrupado en la UTT de esta provincia.
En conversaciones con Bichos de Campo, diversos actores de la cadena hortícola de Salta y Jujuy, explicaron la situación por la que atraviesa la producción de tomate local y analizan los pormenores de esta actual crisis.
Uno de ellos es Sergio Alarcón, pequeño productor que comanda dos fincas, una en Monterrico y otra en Fraile Pintado (Jujuy), con las que alterna la producción de tomate.
“El problema aquí en el norte y no tan solo en el norte, es que la verdura no vale nada y no es el problema únicamente con el tomate. Hay mucha verdura y eso no ayuda con los precios. El tomate es caro para producirlo, se necesita mucho sacrificio, mucho tiempo y hoy no vale nada”, definió de entrada.
Prosiguió Alarcón: “Las importaciones nos están haciendo daño porque Paraguay está metiendo tomate, Chile también, hasta Brasil. Hace diez días Bolivia metió tomate a Mendoza y todo eso influye en el precio. Sumado que acá hay mucho tomate que no se puede vender porque los precios no cierran ni para sacarlos de la planta y mucho menos para llevarlo al mercado”.
“Los insumos están en valor dólar y todo aumenta, menos el precio de nuestra producción, así que no sabemos cómo seguir. Las agroquímicas nos apoyan, pero ellos también tienen sus obligaciones con otras empresas. Es toda una cadena, sustento de un montón de gente”, comenzó diciendo a Bichos de Campo este experimentado productor.
Juan García es ingeniero agrónomo, tiene su finca en Colonia Santa Rosa (Salta), donde produce caña de azúcar y tomate. Gran conocedor de la zona y de la producción de tomate, agregó que “hay un ciclo normal de subida y bajada del precio de las hortalizas. Generalmente de unos años malos, la gente se va quedando con menos capital, se produce menos, se invierten menos, y el precio se va para arriba. Cuando hay buen precio, el productor se entusiasma y produce más y, esa mayor oferta, va en detrimento de los precios. Depende más de la oferta que de la demanda. La gente puede estar con poca plata para comprar, pero cuando hay poca hortaliza, vale mucho igual”.
Los productores explican que el año pasado fue muy bueno y esto, no sólo, envalentonó a los propios, sino que entusiasmó a productores de los países vecinos. “El año pasado, con los buenos precios, entra Chile hacia la Argentina y quedan enamorados porque logran, en algún momento, más de 25 dólares por un cajón de 15, 16, 18 kilos. Ahora, con la este dólar, nos ponemos más fáciles para que entren cosas desde afuera. Por suerte, para nosotros, Brasil tuvo problemas sanitarios fúngicos y entró menos tomate, sino hubiera sido escandaloso”, añadió.
Por su parte, el agrónomo Nicolás Licudis, de la empresa Río Grande Semillas SRL, con sede en Perico (Jujuy), aportó su análisis a esta compleja situación: “Nosotros realizamos ventas de semillas y productos a campo en la zona productora de tomate y otras hortalizas como es Fraile Pintado y Chalican. Acompañamos la producción hace años y sabemos que ésta problemática que manifiestan los productores, tiene varias aristas”.
“Partimos del año pasado que fue una excelente campaña. Tuvimos condiciones agroclimáticas muy favorables y el precio acompañó durante gran parte de la campaña y al productor le fue bastante bien. Efecto de eso, productor que hacía una hectárea se animó a hacer tres, el que hacía cinco se animó a hacer siete, ocho. Por lo tanto, se incrementó el volumen de producto lo que trae una mayor oferta en el mercado y una merma del precio. Si a esta dinámica, se le suma todo lo que ingresa importado, sin protección alguna, la problemática se acrecienta”, estableció.
No sólo los productores locales están afectados por esta situación. Normalmente las agroquímicas empiezan a cobrar por los insumos a partir de mayo o, junio. “El año pasado, a mediados de junio, casi el 100% de productores nos habían pagado toda la cuenta. Ahora estamos agosto y deben quedar pendientes de cobro un 40%. El productor está pagando a cuentagota”, señaló Licudis.
Por su parte, José Luís Checa, presidente de la Asociación de Productores de Frutas y Hortalizas de Salta, sumó su experiencia sobre esta situación. “Este año ha sido un poco atípico porque los fríos llegaron tarde. Al principio de nuestra campaña (mayo/junio) nos superpusimos con la producción de Mendoza y del cordón platense, que suelen salir de circulación en esa época. A toda esta mayor oferta se sumó el tomate de los países limítrofes”.
“No hay que olvidar que andamos con un bolsillo flaco, la gente anda con poco poder adquisitivo y que se consume poco. Todo esto fue un cóctel que se estrelló y los precios del tomate bajaron estrepitosamente, tanto que no vale la pena cosecharlo porque los costos de producción no te dan para para llegar al mercado del sur”, convalidó.
Para conocer los costos de una hectárea de tomate recurrimos a Sergio Alarcón. Comentó: “El costo que tenemos por hectárea de tomate depende de la variedad que pongamos. Pero, suponiendo que hablamos de una variedad que es bien competitiva, muy requerida por los comisionistas, llamada Reggina, estamos hablando de 2.6 millones para 12500 semillas. Sobre esa base se calcula, casi 5 millones para una hectárea, solamente de semillas. La tonelada de abono triple 15 vale 1,1 millones. Eso es lo que se utiliza por hectárea, porque se hace una base y después se echa un poco de nitrógeno, se echa un poco de potasio para el engorde”.
“Luego hay que contemplar el arriendo que está 2 millones de pesos por hectárea. La preparación del suelo que es una pasada de cincel y de rastra se puede calcular en 80 mil pesos. Se necesitan 5 manos para dejar un terreno bien preparado. A todo esto, hay que sumar los agroquímicos, que serían los insecticidas, la mano de obra, entre otros gastos. Todo eso genera costos entre 12 a 15 millones de pesos por hectárea de tomate”.
Sobre el balance productivo, García agregó: “Vos no andas mal si tu tomate vale 12, 13, 14 dólares, hasta un piso de 10 o 9 dólares. Ahí te moves bien, pero este año se nos incrementaron todos los costos, el flete a Buenos Aires, el cajón vacío, el jornal. Entonces no conviene producir. Nuestro producto de mejor calidad ya no puede competir con el de Chile y, nuestro producto de menor calidad, el que va a la industria, tampoco se puede aprovechar, porque desaparecieron los salseros, es más barato traer salsa de tomate de China que la salsa de tomate que se produce en la Argentina. Esa es la situación en la que estamos nosotros”.
Otro de los cambios que afecta a los productores es el vínculo con los compradores, Nicolás Licudis comentó que “notamos una dinámica nueva en este año, y es que el productor entregaba la fruta y el cobrador, el comisionista, le decía que le pagaba después. Antes no era así, ahí nomás cargaban y ahí nomás le daban el efectivo, sin especulación”.
Ninguno de los entrevistados tiene un mapa que los saque de este laberinto. Asumen que existe cierta ciclicidad, propia del sistema hortícola, pero miran con desazón la falta de diálogo con los sectores de gobierno, la fuerte presencia de competidores extranjeros, la porosidad de las fronteras y las estructuras del contrabando, como fue el caso reciente de la Finca Karina, en Aguas Blancas. También remarcan la necesidad de que el dólar se encarezca para que desaliente las importaciones y se abran los mercados pero, a su vez, la contradicción de que los costos seguirían aumentando.
“Este va a ser un año difícil, un año complicado para todos, los empresarios y los consumidores, porque tenemos que aprender a vivir con estas nuevas reglas de mercado, sin inflación y sin subas en los sueldos pero, además, habiendo quedado muy caros en dólares. Hoy existe la libertad para que nos inunden de productos importados, sobre todo frutihortícolas, nos pasa con la banana, este verano pasó con los mangos y con los tomates durante todo el año. Hoy vas a Jujuy y tenés mango peruano, paltas peruanas, tomates bolivianos, cosa que hace mucho tiempo que no se ve”, afinó Checa.
“Desde la asociación siempre tuvimos diálogo con todos los gobiernos de los últimos años, y propusimos que hayan reglas similares con nuestros vecinos, recibimos toda la mercadería de ellos y nosotros no podemos exportarle tomates a Paraguay o a Chile, porque siempre salen con alguna traba burocrática”, comentó.
“Normalmente un país productor tiene reglas como para que el sector no desaparezca. El sector alimentario debería ser estratégico para cualquier país, debe defenderlo para no depender de nadie en la parte alimentaria. Pero al sector frutihortícola nunca se le dio la importancia, llámese hoy tomate, pero también las bananas en el norte, en la zona de cuyo están las manzana importadas. En el país nunca se le dedicó un minuto de tiempo a cuidar la fruticultura de las regiones. Queremos y pedimos reglas claras y reciprocidad con los países vecinos y la respuesta que tenemos es que eso lo tiene que decidir el mercado y que el consumidor avalará si compra tomate de Chile o de Argentina, mientras tanto el sector se va fundiendo. La verdad que está complicado el panorama”, concluyó Checa.
La superficie total del país con tomate, tanto para industria como para consumo, se ubica alrededor de las 17 mil hectáreas promedio, con rendimientos que, en algunos casos, pueden alcanzar las 80 toneladas por hectárea. En Salta y Jujuy la zona hortícola se circunscribe al valle del rio San Francisco, a la cuenca del Orán y sectores de la del rio Bermejo, con cosechas que escalan entre abril y octubre, con rendimientos cercanos a las 50 toneladas.