El Estado no se queda con 1 de cada 3 camiones de soja que salen del campo, como se suele decir en el sector para explicar el impacto de los derechos de exportación, que son de 33% sobre el precio FOB del poroto. El Estado se queda con bastante más dinero. Casi con la mitad del valor bruto de la soja, sumando todos los impuestos.
Según los datos de FADA, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina, la presión fiscal es mucho mayor al 33% de retenciones y llega al 45% del valor bruto del producto en impuestos nacionales. Otro 2% suman a esa presión los tributos provinciales y hay un 0,2% adicional de las tasas municipales.
Pero además los chacareros cobran en pesos a la hora de vender un producto que tiene un valor dolarizado. Eso equivale a unos 340 dólares si se toma -como corresponde en este tipo de negocios- la cotización oficial. Pero en realidad al valor de mercado los productores cobran cerca de 200 dólares o solo el 37% del valor FOB de exportación, que el Ministerio de Agricultura fijó este jueves en unos 550 dólares. Es sobre ese valor que se descuentan las retenciones.
Eso que chupa el Estado de la producción sojera no reingresa a la cadena productiva (salvo por las compensaciones a los pequeños productores pagadas a fin de año, que implicaron unos 6.700 millones de pesos o la devolución de menos de 2% de lo recaudado por retenciones). Este es uno de los problemas que explican porque no crece la siembra ni la producción de la oleaginosa en los últimos cinco o seis años.
Claramente, de todos los impuestos que se le cobran al productor de soja el que tiene más incidencia son las retenciones. Haciendo cálculos sobre un valor FOB de 509 dólares, que es el informado por Agricultura para negocios pactados para abril de 2021, las retenciones de 33% significan 168 dólares de descuentos que recauda la Aduana y que además deben sumarse a las reservas del Banco Central debido a la obligatoria liquidación de las divisas. En decir, el Estado se apropia del “dólar billete”, como se dice comúnmente.
En definitiva, al chacarero que vende soja le entran al bolsillo unos 30.000 pesos por tonelada (o 29.150 pesos según la ´última pizarra de Rosario), porque si bien el producto cotiza en dólares en los diferentes mercados no se paga en esa moneda sino en pesos argentinos, que actualmente debe ser de las mercaderías menos deseadas en la economía local, que está bastante dolarizada como muchos de los insumos del agro, aunque el presidente Alberto Fernández todavía no lo sepa.
Esos 30.000 pesos calculados al dólar que circula, el dólar bolsa o contado con liquidación, significan cerca de 200 dólares, que significan menos del 40% del valor FOB de cada tonelada que se exporta.
De esta forma se entiende el ánimo del productor que asume el riesgo productivo, climático, económico y político, pero que es el último orejón del tarro. El Estado ya no es solamente socio sino el mayor accionista del negocio llamado soja y que el año pasado.
Siembran y cosechan en tierras de dudosa procedencia, explotan a niños, mujeres y hombres, envenenan el medioambiente con pesticidas, hacen usufructo del agua. Son el cancer de la Argentina, apoyan a las facciones neoliberales y golpistas, son quienes propician la inflación y los golpes de mercado, estafan al estado. En un pais de politicas serias que se ajusten a derecho estarian presos.
Se nota que nunca agarro una pala. Y que.sis.un chupa teta del estado.
Ponete a laburar hermano