Allá lejos y hace tiempo, cuando las calles estaban libres de Covid-19, el Ministerio de Trabajo dictó la Resolución 13/2020 y le puso picante al comienzo del año. El 29 de enero se estableció la prohibición de la manipulación, carga y descarga de productos cárnicos de más de 25 kilos. ¿Todo un hito no? Pero no te entusiasmes, estamos a septiembre y sobre su aplicación no hay noticias.
Recapitulemos el devenir de estos últimos nueve meses. La resolución de enero estipulaba que a los 60 días de su publicación en el Boletín Oficial, la medida entraría en vigencia. En aquel momento, la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne se mostró contenta porque finalmente tuvo respuesta a un reclamo histórico.
Algunos sectores de la industria frigorífica también se ilusionaron con aquella decisión de las autoridades laborales, porque era la vía de entrada al cuarteado de la media res que tantas veces reclamaron: imposible que una media res pese menos de 25 kilos a menos que sea dividida en pedazos.
En palabras de Mario Ravettino, del Consorcio de Exportadores de Carne Argentina (ABC), “el trabajador de la carne está bajando en promedio 90 a 100 medias reses por día, de 90 a 95 kilos cada una. El estado psicofísico del trabajador tiene problemas y hay estudios médicos que así lo demuestran.”
¡Abramos el espumante y brindemos por los trabajadores entonces! Pero no es tan sencillo. El 12 de mayo, la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) suspendió la obligatoriedad de esta normativa y la prorrogó por otros 60 días, a través de la Resolución 43/2020, que fue publicada en el Boletín Oficial. Una de las excusas para la postergación fue la emergencia sanitaria, dispuesta por el poder ejecutivo en virtud de la pandemia. Sin embargo los rumores de posiciones contrapuestas entre los sectores de la carne no dejaron de circular por los pasillos.
A mediados de julio se cumplieron los 60 días de esa prórroga definida por la última resolución de la SRT y desde entonces la normativa pareció quedar congelada, como en un limbo. Como si fuera arte de magia el tema desapareció de agenda sin prorrogarse, pero tampoco sin aplicarse. La Federación Gremial de la Industria de la Carne se mantuvo en silencio al igual que los frigoríficos y el Ministerio de Trabajo.
“No hay decisión política de hacerlo y me extraña que los gremios, que deberían ser quienes más apoyan esto, no se hayan manifestado”, señaló Ravettino a Bichos de Campo.
Podría decirse que esta medida gatilla contra varios temas, además de la salud del trabajador. Uno de ellos es la cuestión sanitaria, donde las opiniones se dividen: algunos afirman que la manipulación de medias reses y su descarga a hombro favorece su contaminación, pero otros aseguran que en materia sanitaria es más peligroso el cuarteado dentro de las fábricas frigoríficas.
Pero el flanco que más discusiones genera es el comercial. Los frigoríficos exportadores creen que el fraccionamiento de la media res es el camino pues ellos ya hacen la despostada y pueden comercializar la carne según el tipo de corte. Pero buena parte de los frigoríficos “consumeros” no tienen infraestructura suficiente como para dar el paso hacia el cuarteado, y por eso quedarían en desventaja.
Los que apoyan ese último punto entienden que la venta de la res por cuartos permite destinar determinados cortes a los barrios que más los consumen. Mandar los mismos cortes a barrios con distinto poder adquisitivo significa incrementar los precios de los más consumidos y abaratar aquellos de menor salida. “Si se puede diferenciar por barrio y mandar a cada uno los cortes que se consumen, se está abaratando el precio de la carne en forma sustancial”, aseguró Ravettino.
Sin embargo Eduardo Malis, de la Cámara Argentina de la Industria Frigorífica (Cadif), dijo a Bichos de Campo que la medida de eliminar la media res es de muy difícil aplicación. “Para poder llegar con piezas a las carnicerías hay que organizar primero la industria frigorífica para atrás. La mayor parte de la industria tal vez no esté preparada para el cuarteo”, acotó. Consideró que es necesario pensar en otra práctica de negocio minorista.
Como sea, el debate desapareció en el aire y la resolución también. La media res sigue gozando de buena salud, a costa de la salud de los trabajadores que deben bajarlas desde el camión de reparto a las carnicerías. ¿Descuido pandémico o tema demasiado sensible?