Con mucho esfuerzo y dedicación, el rionegrino Fernando Capra cumplió un sueño personal que también es el de muchos ganaderos: abastecer con carne propia una carnicería manejada por él y su familia.
Buona Carne es la cristalización de ese orgullo, que en Choele Choel ya es sinónimo de calidad. Tanto es así que no se achican frente a los productos que han comenzado a llegar desde el norte de la barrera sanitaria, luego de la flexibilización impulsada por el gobierno nacional.
“No tenemos nada que enviarles. Las cabañas de la zona hemos sacado premios en Palermo y eso se debe a los 20 a 30 años de genética que le estamos metiendo a los campos. Y la gente se ha dado cuenta de que eso no es un gasto sino una inversión a largo plazo”, dijo Capra durante una visita de Bichos de Campo.
Mirá la nota acá:
La tradición ganadera de la familia se remonta a los años en que la zona estaba copada por los ovinos. Fue el abuelo de Fernando el testigo de la reconversión hacia los bovinos, que los impulsó a hacer cría, recría y terminación de animales, en una zona que planteaba –y aún lo hace- muchos desafíos.
“Son campos totalmente distintos a los de la pampa húmeda. Muy áridos, con mucho calor en verano y frío en invierno, y un régimen de lluvias escaso. Llegamos a tener 10 años de sequía donde perdimos casi el 50% del rodeo. Teníamos que malvender las vacas y no llegábamos a llenar el tanque de gasoil de la camioneta”, recordó el ganadero.

Aquel panorama obligaba a los Capra a enviar a sus terneros al norte de la barrera para ser engordados, los cuales retornaban ya como animales gordos y faenados. Eso, sin embargo, no le cerraba al productor, que quería seguir de cerca el desarrollo y evolución de su rodeo.
“Al cabo de unos años nos empezamos a preguntar por nuestro campo, en el que teníamos 300 vacas y no podíamos tener más. Ahí surgió la idea de hacer corrales de engorde. Primero nos animamos al destete híper precoz y luego a la terminación con maíz y núcleo”, contó Capra.
Lo que comenzó con un rodeo general, con vacas provenientes de distintas partes, terminó con uno enfocado en la raza Angus, gracias a la cual mejoraron todo su plantel.

“Trajimos genética de Huanguelén. Fuimos pioneros en la zona. Fueron vacas y empezamos a hacer toros. Ahora casi el 100% del rodeo es Angus negro y colorado”, señaló el ganadero. Este proceso se realizó previo al corrimiento de la barrera hacia el norte del Río Colorado. Por aquel entonces, Choele Choel se encontraba dentro de la zona buffer y debía aún vacunar contra aftosa.
Mientras que en un principio los novillos demoraban unos 5 años en engordarse, la renovación de la genética y la aplicación de nuevas herramientas de manejo le permitieron a la nueva generación acelerar los procesos.
En cuanto al alimento, gracias al crecimiento de la producción de maíz patagónica, que según el ganadero se incrementó en un 5.000% en los últimos años, redujeron su compra desde La Pampa.

“Ahora el gobierno provincial está apostando a la irrigación de la margen norte del Río Negro. Yo creo que unas 85.000 hectáreas se van a inclinar a la agricultura y a la ganadería”, sostuvo Capra.
Hoy la familia maneja un feedlot que hospeda a unos 200 a 250 animales en forma permanente, de los cuales 50 son destinados en forma mensual a abastecer la carnicería con cortes, mientras otro puñado sirve a la elaboración de embutidos y otros productos como hamburguesas.
Los terneros ingresan al feedlot con 260 a 270 kilos, algo que Capra califica como “impensado por fuera de Buenos Aires”, y salen con un peso de 420 a 440 kilos.
-¿Le recomendarías a otros ganadero hacer esto mismo que hiciste vos?- le preguntamos.
-Sí, es como vender su producción frutícola u hortícola en forma directa al consumidor, sin los intermediarios que siempre muerden en el medio. Pero esto es un negocio familiar: mi señora está en la caja, mi hijo atendiendo, mi hermano a cargo del campo y mi sobrino a cargo del engorde. Nosotros, una vez por semana, hacemos una reunión familiar y delineamos la próxima: cuántos animales vamos a sacar, cómo se vendió, qué se hizo, en qué se gasta. Eso hace que el negocio vaya fluyendo.
-¿Qué crees que necesita esta zona para terminar de explotar la ganadería?
-Creo que necesita que nos unamos todos con los ganaderos y delineemos políticas a largo plazo junto con el gobierno. El tema de la faena de las hembras es una cosa a debatir.
-Que crezca el stock, que se retengan las madres y no se sacrifiquen.
-Uno tiene que trabajar por eso y después apostar a los centros frigoríficos que tenemos, que son pocos en realidad. Tenemos a Fridevi, Beltrán y J.J. Gómez. El gobierno tiene que invertir ahí para que tengan ciclo 2, para que puedan hacer trozados, para que podamos llevar en un avión hacia Tierra del Fuego algún corte determinado.
-Decías que tienen que ser proveedores de la Patagonia. ¿No le tenés miedo a la competencia que pueda llegar desde el norte?
-No le tengo miedo porque hay que decir que Buenos Aires tiene a millones de habitantes a los que hay que darles de comer también. No podemos ser tan mezquinos y decir ‘eso no me importa’, sino que tenemos que proyectar y tirar todos para adelante en la zona en la que estemos. Nosotros como productores tenemos que unirnos y tratar de que la ganadería de la Patagonia sea la abastecedora de carne para toda la Patagonia.




