Tiene un nombre sugerente y contundente a la vez, “De Vuelta al campo”, y es una organización de productores minifundistas dedicados a la producción ovina y caprina, cuyos integrantes se organizaron para obtener mayores beneficios de su producción.
La cooperativa se conformó en febrero del 2009 a fin de dar forma jurídica a la organización que ya venía trabajando desde 2004 con el programa “De Vuelta al Campo”, y el objetivo fue formalizar las acciones conjuntas del grupo: la comercialización, las compras de materiales, insumos y herramientas, el desarrollo de actividades vinculadas a la agricultura, ganadería y producción animal, siembras en general, el impulso de la actividad artesanal, las gestiones ante distintos organismos (municipales, provinciales y nacionales). En definitiva, hacer todo en equipo para tener más fuerza.
“Los pequeños productores minifundistas del departamento de Paso de Indios, en Chubut, históricamente han sido afectados por factores climáticos, mal manejo de pastizales, precarias condiciones de las viviendas, bajos ingresos por la baja escala de producción y una comercialización deficiente: vendían sus productos a comerciantes locales denominados ´mercachifles` a los cuales debían entregar sus productos a bajo precio a cambio de provisiones que luego pagaban a costos muy elevados”, explica Beatriz Contrera, técnica agropecuaria y asistente técnica y administrativa de la cooperativa.
A fin de dar respuesta a estas problemáticas, en 2004 la municipalidad de Paso de Indios creó el proyecto “De Vuelta al Campo” que comenzó formulando los proyectos que más tarde financiarían la recapitalización de los establecimientos beneficiando a 30 pequeños productores con alrededor de 6.000 ovejas madres e infraestructura predial (construcción y reparación de corrales, galpones, alambrados).
La entrega de las ovejas impulsó la primera venta conjunta de lana en 2006, logrando un stock de 30.000 kilos que se fue incrementando a lo largo de las zafras gracias a la incorporación de nuevos productores que querían sumarse a esta experiencia de comercialización, ya que se habían logrado muy buenos precios. La cooperativa difunde su trabajo a través de redes sociales y así están convocando a muchos productores.
Los integrantes de la cooperativa son pequeños productores cuyas majadas excepcionalmente superan los 500 animales, con mayoría de ovinos y algunas cabras. Muchos pertenecen a comunidades de pueblos originarios y, en general, viven en sus explotaciones. Son 60 familias asociadas, más vínculos comerciales con otros grupos y asociaciones de la meseta central chubutense; en total se nuclea a más de 150 familias.
“La cooperativa está ubicada en Paso de Indios, un poblado de la Provincia del Chubut a la vera de la Ruta Nacional 25, que une las localidades de Trelew y Esquel. La zona se caracteriza por pocas lluvias, pastizales de baja productividad forrajera y la continua degradación de los recursos naturales”, describe Beatriz. “Es el área más despoblada de la provincia, con un importante proceso migratorio hacia los centros urbanos; las principales fuentes de empleo están asociadas al Estado, a la ganadería y a la minería porque la zona no es propicia para generar nuevas oportunidades económicas y la población vive en condiciones poco equitativas para el desarrollo cultural y social. De ahí que cobra tanto significado la presencia de esta Cooperativa”.
La cooperativa trabaja de forma conjunta con sus asociados en la preparación de los lotes de lana y mohair para la comercialización, a la vez que el productor asociado recibe otros beneficios como asesoramiento técnico, acceso a programas de mejoramiento genético, participación en proyectos que financian Infraestructura productiva, créditos, capacitaciones e interacción con programas que aportan al desarrollo rural.
Beatriz explica que hoy una de las mayores dificultades para los pequeños productores es la baja escala productiva, que hace los establecimientos sean poco rentables y que es uno de los factores por los cuales los jóvenes se van del lugar, buscando otras alternativas laborales. Otros grandes temas son las malas condiciones de las viviendas y el alto porcentaje de mortandad animal por depredadores.
“Pertenecer a la cooperativa mejoró la calidad de vida de los integrantes de muchas maneras”, expresa Beatriz. “Las ventas de su producción en conjunto les han permitido incrementar sus ingresos hasta en un 100%, en muchos de los casos, y las diferentes capacitaciones los ayudaron a crecer en la calidad de su producción, en la adopción de tecnologías y en lo social. La cooperativa ha desarrollado una activa participación de sus miembros, como un espacio apropiado para la promoción de procesos comunitarios y la gestión de recursos humanos, económicos y financieros que aportan al desarrollo rural”.
“La cooperativa no es exportadora sino que la comercialización de lana se realiza a través de licitación pública donde las empresas laneras locales de Argentina, con sus oficinas centrales en Buenos Aires (pero con fábricas, barracas y compradores en Trelew), realizan sus ofertas; en el pliego de licitación se detallan las condiciones para ser oferente y adjudicar los lotes a la venta, tiempos de pagos y fletes, en función de los resultados de análisis de laboratorios de lanas oficiales”, detalla Beatriz.
La fibra mohair (el otro producto de la cooperativa, aunque el principal es la lana) es exportada a empresas extranjeras. En el último caso fue a una firma de Sudáfrica. Esta fibra se vende de forma conjunta con productores de Río Negro, llegando así a los 40.000 kilos.
Las fibras son valoradas según su clasificación, que es realizada por técnicos habilitados pertenecientes al Programa Mohair provincial, que está cargo de la clasificación, acondicionamiento y enfardaje, para conformar los lotes que generan alrededor de 15 toneladas de mohair de la zona de la meseta central. Una vez terminado el trabajo se toman las muestras de cada categoría y se envían al laboratorio de Fibras Textiles INTA Bariloche. Con los resultados obtenidos se realiza el inicio del proceso de comercialización mediante licitaciones públicas.
“El mercado de hoy está demandando, productos certificados con normas que garanticen el buen trato animal, y crías orgánicas. Este año, con la asistencia técnica de INTA Trelew, se dio inicio a una serie de capacitaciones para lograr certificaciones de manera conjunta a través de la cooperativa”, resume Beatriz. “Por eso nuestros proyectos futuros son avanzar hacia las certificaciones conjuntas y aportar a las inversiones en los predios para abastecimiento de agua e infraestructuras que requieren las nuevas certificaciones”.