Durante la mañana de este miércoles fue inaugurada la edición 2025 del simposio Fertilidad, que organiza cada año la Asociación Civil Fertilizar y que reunirá durante dos días a referentes del agro, la academia y el sector empresario para discutir en torno a la salud de los suelos y la aplicación de nutrientes.
Tras la apertura oficial, Bichos de Campo dialogó con Fernando García, un histórico referente en materia de fertilización y coordinador del simposio, en el que participa desde hace 26 años.
Un recorrido por el programa del evento, que reúne a especialistas e investigadores de prestigiosas instituciones, pone de manifiesto que este año, más que sólo insistir sobre la importancia de darle nutrientes al suelo, el sector hablará también de cómo impacta eso en la producción de alimentos y la salud global.
De hecho, ese cambio de prisma se expresa en el mismo lema del simposio: “Nutrir el suelo, alimentar el futuro”. Al respecto, García señaló que es una “muy buena oportunidad para expandirse”, y recordar cuánto influye la producción agrícola en la vida humana. Si un 95% de los alimentos provienen del suelo, como señala el investigador, no es descabellado pensar en que hay que aportarle los nutrientes necesarios.
“Al hablar de granos y producción siempre nos hemos enfocado en cantidades, pero hay mucho espacio para crecer en calidad”, destacó.
Ahora bien, en esa búsqueda de ser “más eficientes y más efectivos en el manejo de nutrientes”, como recuerda el consultor y se repite en cada uno de los paneles, también se cuela indefectiblemente el aspecto económico. Para un sector agropecuario que viene castigado por años, pensar en una mayor inversión en insumos genera repulsión, y la cuestión de los costos se vuelve un obstáculo grande.
Mirá la entrevista completa con Fernando García:
El problema está en que hay una discusión incómoda que todavía no se ha encarado en profundidad, que es cuánto le estamos quitando al suelo y hasta qué punto podemos “tirar de la cuerda” sin pagar la factura. Si bien el 2024 fue un año de recuperación en la aplicación de fertilizantes, el tercero mejor detrás de 2019 y 2020, está claro que aún no se le devuelve el equivalente a lo que se consume.
“La factura ya llegó”, aseguró García, que considera que este tema no es nuevo para el sector, por lo que en vez seguir dando advertencias hay que ponerlo en términos claros. Lo cierto es que tendremos que evaluar una moratoria, porque la deuda de nutrientes con el suelo crece campaña a campaña. “Sólo devolvemos el 50% de lo que consumimos”, señaló el especialista.
Si bien esa cifra es mejor a la de hace varios años atrás, queda claro que las casi 5 millones de toneladas que se aplicaron en 2024 fueron sólo la mitad de lo que necesita el suelo para seguir dando buenos rendimientos.
“Sacamos 100 y devolvemos 50. A lo sumo, si falla la cosecha, la devolución es del 60%”, explicó García, y advirtió que la “caja de ahorro está muy flaca”. Habrá que empezar a ponerle fondos si no queremos caer en “default”.
Pero ahí vuelve la discusión inicial. En el rompecabezas productivo, los márgenes de rentabilidad son cada vez más exiguos y variables, por lo que cuando se habla de aspectos tan intangibles, como lo son los nutrientes, es natural que ese gasto siempre quede en el fondo de la lista de prioridades.
Entonces, ¿cómo convencer al productor de que invierta en fertilización? Insistir sobre los niveles bajos de zinc, fósforo y materia orgánica, como muestran muchos relevamientos, parece no hacer mella en una discusión. Por eso García da una respuesta económica: “La mayor parte de la batería de medidas tiene costo bajo o nulo”, asegura el especialista, porque generalmente se asocian con incorporar mayor agronomía y saber más sobre el suelo.
De hecho, si se compara lo invertido en granos y aplicaciones por hectárea, el costo de hacer análisis de fertilidad representa, a lo sumo, un 1%. Conocer es barato en términos comparativos, y puede asegurar que la inversión sea fructífera.
De todos modos, ahí también se cuela una autocrítica de las instituciones especializadas, que aún no han logrado que gran parte del agro adopte ese camino. “Nos falta es ser más convincentes y trabajar más de la mano con el productor”, concluyó García.