No es fácil resumir en una nota los 12 años de historia que llevan Marcela Calderón y su bella familia chacarera en su transición -absolutamente consciente- hacia la agroecología. Su campo familiar está ubicado a mitad de camino entre Los Toldos y Junín, dentro del partido de General Viamonte. Ella sucede a seis generaciones de agricultores que fueron pioneros de la siembra directa en la zona y que en su campo de 200 hectáreas llevaban 30 años aplicando un modelo agrícola tradicional. Cosecha tras cosecha.
Como arrendatarios, cuenta Marcela, llegaron a sembrar diez veces más superficie de la que tenían. Muchas hectáreas en agricultura continua. Eso los llenaba de adrenalina pero también de angustia, especialmente por la alta dependencia a los insumos que estaban dolarizados. Por eso hace 12 años decidieron abandonar ese tipo de trabajo, antes de colapsar financieramente y porque les comenzó a molestar tanto uso de agroquímicos. Decidieron dejar un estilo de vida que ellos mismos percibían como un callejón sin salida.
-¿Cómo arrancó esa crisis? ¿Fue por cuestiones económicas?- le preguntamos a Marcela en una entrevista acelerada porque se nos iban yendo las últimas gotas de sol.
-Sí, cada vez trabajábamos más y nos rendía menos. Tuvimos que salir a buscar otros campos y llegamos a trabajar 2500 hectáreas. Eso era hace 12 años, porque hoy hacen falta 5000 para seguir en carrera. Nos dábamos cuenta que estábamos perdiendo calidad de vida, por el uso de agroquímicos y cuánto afectábamos al suelo, en nuestros campos, que no nos rendían más. Hoy están literalmente muertos, sin vida, basta con clavar una pala y ver su estado deteriorado, compactado, sin estructura, cuánta microbiología posee, y compararlo con estos de ahora, con una pastura polifítica donde están las ovejas hace 5 años.
Es ahí que Marcela nos anticipa parte del viraje que hicieron con su hermano. Mirá la entrevista:
-Dijiste ovejas. Arrancaron con un viraje hacia la ganadería.
-Hay una explicación. El modelo convencional sólo tiene en cuenta la parte física y química del suelo. La agroecología o la agricultura regenerativa u orgánica tiene en cuenta la parte física, química y biológica del suelo. Serían los minerales, la materia orgánica y los microorganismos. Y más allá de todo lo que sucede, porque esa misma vida pasa en el estómago de un rumiante y en nosotros, porque está todo conectado. Entonces nuestro objetivo es regenerar la vida del suelo.
-¿Cuántas de las hectáreas propias empezaron a reconvertir de este modo?
-Empezamos con una hectárea, después dos, y así porque teníamos que reaprender. Me acuerdo que mi hermano, un día se bajó del tractor y me dijo: “Yo no se lo que es este suelo”. Porque en aquella época lo veíamos como un sustrato, como algo que sostenía el fertilizante, la semilla y ya está. Y además con el modelo convencional nos abastecíamos de afuera en un 70%. Hoy hemos logrado autoabastecernos en casi un 90%.
-¿Abastecimiento de qué? ¿Fueron sumando tierra agrícola?
-Es que a su vez, además de tener ovejas, hacemos trigo, asociado con trébol blanco o rojo, o lotus, dependiendo del momento del lote. Cuando empezamos a hacer trigo costaba 100 dólares, y en el modelo convencional costaba 400 dólares. Nosotros teníamos rindes entre 1800 y 3000 kilos por hectárea, y se nos venían achicando los márgenes de rentabilidad. Con el modelo convencional tenés un potencial para pasar de 3000 a 4500 kilos, pero esa diferencia te cuesta más. El año pasado estábamos en 300 dólares la hectárea con un trigo agroecológico y el convencional nos costaba 900 dólares. Han subido los insumos.
-¿O sea que incorporaron las ovejas, sumaron las pasturas, pero siguieron haciendo trigo?
-Sí, porque era una forma de virar a la agroecología, es la forma más fácil de hacer un cultivo extensivo. El tema de la siembra gruesa, un maíz, una soja, es más difícil. Hemos hecho un maíz, sembramos la variedad Candelaria, y hemos hecho sorgo granífero, doble propósito, todos los mismos cultivos. El trigo se siembra asociado con otras leguminosas, porque son las encargadas de incorporar a la tierra el nitrógeno disponible que yo tengo en el espacio.
-¿Y así se ahorran una fertilización con químicos ?
-Sí, pero lo más importante es que respetamos la vida del suelo, que ahora tenemos un suelo vivo, sano. Por ende, las plantas y los animales van a estar sanos, vivos. Es toda una cadena. Cosechamos el trigo y aflora la pastura que se sembró, el trébol, por ejemplo. Después se pastorean las ovejas, que lo aprovechan. E incorporamos dos molinos artesanales a piedra, con el que hacemos harina integral agroecológica.
-Es decir que le agregan valor a ese trigo para diferenciarlo. ¿Lo venden como agroecológico?
-Más que nada lo hacemos por la falta de ingresos ante la falta de kilos al momento de la cosecha. Sí, la harina sale al mercado con la marca El Huerto Interior, producido acá en el campo. Tenemos habilitación municipal y justo estamos obteniendo el RNE y el RNPA. Es molienda entera del grano de trigo. Los dos molinos separan un 20% de afrechillo, que es la parte más gruesa, y obtenemos la harina integral agroecológica, que envasamos en paquetes de 1 kilo, 5 kilos y en bolsas de 18 kilos. La mayoría de nuestros clientes son dietéticas, personas que elaboran productos saludables.
-¿Certificaron de algún modo? Porque no son orgánicos.
-Nosotros apelamos a la certificación participativa, que tiene que ver con una participación social, porque la agroecología tiene una “pata” muy fuerte en lo social. A mí me certifica el consumidor, el INTA, el CEPT que tenemos acá cerca. El espacio está habilitado para que los chicos de las escuelas vengan a hacer las prácticas profesionalizantes. Entonces ellos son veedores, como también el municipio de Los Toldos. Y gracias a que se creó la Dirección Nacional de Agroecología, pudimos obtener el certificado de agricultores agroecológicos, que nos ayudó un montón, porque al principio no nos fue fácil.
-Pero entonces reconocés que obtienen un menor rendimiento haciendo un trigo agroecológico que el convencional.
-Si yo lo comparo, el agroecológico me deja más margen que el convencional. Porque si bien con este último tenemos más volumen de ingresos, los costos son más altos. Y además hay un montón de cuestiones que no se tienen en cuenta, como el agua. Para hacer una pulverización estamos usando 100 litros de agua potable. Nosotros tenemos agua dulce, pero en el resto del mundo no hay agua potable. ¿Entonces cuánto cuesta potabilizar 100 litros agua, que puede ser considerado como un recurso? Debería estar cargado en el costo.
-¿Sobre cuántas hectáreas hacen trigo de las 200 que tiene la familia?
-Hacemos, seguro, 15 hectáreas y el resto van quedando en función de la rotación, van quedando en pasturas y volvemos a sembrar.
-¿Y qué stock de ovinos tienen?
-Estamos teniendo 450 madres, bajo sistema PRV (Pastoreo Rotativo Voisin) , con el efecto manada, con boyero eléctrico, salen una hora a la mañana y se encierran, y una hora a la tarde.
-¿Entonces el segundo ingreso de la familia es por la carne ovina?
-Sí. Participamos de la mesa ovina de Los Toldos donde se está trabajando para habilitar un frigorífico. Y es un debe aún, identificarla como carne agroecológica. Además, nosotros tenemos un modo particular de pensar, de que el precio de los productos que elaboramos está en relación a nuestros costos de producción. No los encarecemos por ser agroecológicos, con el fin de que lo sano no quede como exclusivo de una élite de la sociedad.
Marcela se ocupa del molino, la administración y la comercialización; su hermano Marcos está a cargo de la parte productiva, su hermana Patricia los ayuda en Junín con los repartos. A su sobrina Anna Clara le gustan mucho los animales y cuando hay que vacunar o apartar animales, ella siempre está, y su mamá con 85 años los ayuda a pelar las nueces de un par de árboles que tienen en el jardín. Hacen las garrapiñadas de nuez, que también venden, según indica Marcela, feliz de ver a toda su familia involucrada.
-¿Se sienten mejor después de estos 12 años de experiencia y cambios?
-Mi sonrisa es lo primero que aflora como resultado de mi felicidad. Menos estrés, mejor calidad de vida a partir de este modelo agroecológico. Recuperamos el placer y el honor de ser agricultores, poniendo el acento en un “cultura” del agro, de la tierra, que refiere a ahondar en las raíces. Fijate que comemos dos veces al día y la comida nos viene del agro. Mientras que necesitamos de un médico o de un abogado cada tanto, necesitamos dos veces al día de un agricultor. ¿Por qué perdimos nuestra importancia? Ojalá seamos cada vez más agricultores con conciencia por el bien de la humanidad.
Es demasiado claro que este debe ser el camino, todos ganan en este modelo.
Al pais le conviene que ingresen menos agroquimicos, significa menos salida de dolares, y tambien le conviene que a nivel mundial haya menos oferta, significa precios mas elevados.
Todos vamos a comer mejor, los suelos no se van a inutilizar, y de esta manera se necesita mas mano de obra, asi que es mas trabajo.
No tiene que ser por imposicion, pero si hay que virar en este rumbo, donde todo el pais es beneficiado.
PD: Lo que no se dijo en la nota, es que ante sequia el suelo resiste mas, y ademas hay menos inversion, lo mismo aplica cuando hay muchas lluvias, el sueldo absorbe mas.
Un saludo fraterno desde ánimo y a continuar