El rodeo lechero de la Argentina creció el año pasado levemente, pero al fin pudo revertir la tendencia negativa de los últimos tres años.
Desde la consultora Mi Lechería difundieron un documento en el que dan cuenta de la evolución del rodeo de vacas de tambo de los últimos años y de la importancia del manejo en los establecimientos productivos para sostenerse en la actividad.
El año pasado se contabilizaron, según ese informe, 1.588.902 vacas en los tambos nacionales, lo que significó un incremento de 4% con respecto al registro de 2022. Este dato contradice la alarmante versión que, en medio de la crisis de rentabilidad de la lechería, daba cuenta de la liquidación de muchos rodeos lecheros.
El pico de animales en producción de las últimas décadas se dio en 2006 y 2007, cuando se contabilizaron 2.150.000 vacunos, es decir 35% más que las vacas en ordeñe que hay en la actualidad.
A pesar de esta caída, los niveles de producción nacional se mantuvieron y hasta tuvieron un leve incremento respecto de aquellos años, gracias a la mayor productividad por animal. De todos modos, esta productividad tiene límites biológicos, por lo que es clave incrementar el número de animales en ordeñe.
Según los ingenieros agrónomos Francisco Candioti y Javier Baudracco, integrantes de Mi Lechería y docentes de la Facultad de Agronomía de Esperanza, “cualquier empresa de producción lechera debe proponerse como objetivos centrales mantener un crecimiento genuino y sostenido del rodeo en el tiempo (crecer todos los años) y lograr cada año la mayor tasa de crecimiento posible”.
Luego indicaron que el crecimiento del rodeo tiene diferentes lecturas. “Hay un crecimiento vertical en el cual las vaquillonas excedentes quedan en el mismo tambo con incremento de la carga animal, permitiendo la optimización de recursos y la dilución de algunos costos, hasta el límite que se considere conveniente. Y hay otros horizontal alcanzado el óptimo del crecimiento vertical, las vaquillonas excedentes se vuelcan a la creación de otros tambos que replican el modelo exitoso del primero”.
Los especialistas recomendaron “vender vaquillonas excedentes cuando eventualmente se alcance el óptimo de crecimiento horizontal producto de alto valor agregado que maximiza el recupero por venta de carne derivada del sistema lechero”.
El incremento en la cantidad de vacas y vaquillonas en los tambos tiene estricta relación con el proceso de concentración en unidades productivas más grandes y eficientes.
Ese mismo proceso de concentración y mejora de la productividad por animal es el que permitió sostener la cantidad de leche producida en torno a los 11.000 millones de litros anuales, sostenido en las últimas dos décadas.
Al respecto, Candioti y Baudracco dijeron que “la producción de leche anual por vaca ha crecido y ha compensado en términos físicos estos años de caída en el número de vacas”.
“El crecimiento del rodeo lechero nacional se juega en cada establecimiento. Es un desafío para toda la lechería argentina”, consideraron. Luego agregaron que “para que el rodeo lechero nacional aumente, la mayoría de los sistemas productivos del país deberían crecer anualmente en vacas, tanto que además pueda compensarse (o incluso revertirse) la desaparición paulatina de establecimientos lecheros, fenómeno que al igual que en Argentina, también se verifica en otros países con lecherías desarrolladas”.
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