A Gustavo Augel le tocaron las siete plagas de Egipto en el tambo que tiene en Lobos, provincia de Buenos Aires.
El suyo es uno de los denominados tambos chicos, que producen menos de 3 mil litros. Durante los últimos doce meses percibieron aumentos de precios cercanos o superiores a la inflación (en enero la leche al productor subió 57% contra el mismo mes de 2021, cuando el IPC acumuló 50,5%), pero esa recuperación no llegó a compensar nunca los aumentos de los granos, que representan el mayor costo de la actividad.
Luego vino la seca y lo complicó todo más. Primero Augel se quedó sin pasturas, luego llegó la ola de calor y faltó agua y por eso se le murieron animales: “Perdí 14 vacas y 15 terneros”, lamenta.
Con posterioridad, en enero, le cayeron en un rato 220 milímetros en una lluvia torrencial que cortó la seca pero inundó todo. Le siguió la caída de granizo, que le golpeó a la producción de maíz que preparaba para hacer reservas. Esa misma plantación luego sufrió el ataque de las cotorras, que le comieron al menos 30% del silo. El cultivo de maíz que estaba en excelentes condiciones se perdió en casi su totalidad. Todo mal.
Encima las vacas que quedaron están produciendo mucho menos. “Hoy entregué 1820 litros producidos por las 120 vacas que quedan, lo que significa un promedio por animal de 15 litros. El año pasado tuve un promedio superior a los 2.500 litros, con picos de 3.000 litros”.
En este contexto, el tambero que además actúa como coordinador de lechería en Carbap, explicó que la suba del precio de enero por el litro de la leche, que fue del 4,3% y colocó el valor en 35,82 pesos por litro en promedio, ha sido la consecuencia de un visible faltante de producción.
Su tambo, queda claro, ha sido solo uno de los tantos establecimientos afectados por el clima, los costos y las políticas.
Augel dijo que la suba del precio hasta cerca de 36 pesos no compensa la caída en los niveles de su propia producción y mucho menos la suba de sus costos de alimentación, por lo que en definitiva está cobrando menos que antes.
El productor añadió que según las cuentas que sacan en la entidad podrían estar cobrando 40 pesos el litro en función de los valores que paga el mercado local y la exportación, “pero eso no llega al productor por la posición dominante de la industria”, afirmó.
“Además hay otros 5 pesos que se queda el Estado a través de las retenciones”, dijo, en referencia a “nuestro socio bobo gana plata recaudando por derechos de exportación mientras nosotros, los tambos chicos, vamos desapareciendo”.