Si uno de sus sueños es el de tener algún día una casa propia, sepa que ella no tiene por qué ser obligatoriamente de material. Aunque no sean las más comunes en Argentina, las casas de madera sí rankean entre los principales tipos de viviendas en muchos países del mundo, tanto por su durabilidad como por su menor costo y especialmente la mayor sustentabilidad. Y esos atributos son los que un grupo de investigadores del INTA Concordia, en Entre Ríos, buscan hacer notar y difundir desde hace por lo menos el año 2007.
“Hace 15 años hicimos una casa prototipo para demostrarle a la gente que se podía construir como en Canadá, Estados Unidos, y otros países. Se hizo con nuestra madera, es 100% de eucalipto, y con nuestra gente”, dijo a Bichos de Campo el investigador Martín Sánchez Acosta.
Aquel proyecto inicial contó con la asesoría de especialistas en construcción de Quebec, Canadá, quienes evaluaron los planos y determinaron que podía construirse una vivienda familiar en poco más de un mes y con un 15% menos de costos en comparación a una de material. Se trabajó fundamentalmente con madera de plantaciones. El prototipo sigue intacto, mostrando las virtudes del sistema constructivo.
“Tener una casa de 140 metros cuadrados hecha de mampostería demoraría un año. En este caso los tiempos se reducen y eso pasa a los costos también”, indicó Acosta, que es un apasionado de la construcción en madera.
Pero el atractivo no solo pasa por el proceso de construcción sino también por su vínculo con el medioambiente.
“Hoy en día se habla del ciclo de vida de las viviendas. De las materias primas, la madera es la única renovable. Captura dióxido de carbono, que por más que al momento del corte o del transporte se emita, al llegar a su lugar de armado es carbono neutral. Encima dejo ese carbono metido en esa casa 50 o 100 años. Es lo que se llama sumidero de carbono. El material es más racional, es más aislante y en las economías circulares es el material ideal para construir”, sostuvo el investigador.
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Sin embargo, al no ser considerado un material tradicional, desde el INTA se debieron impulsar adecuaciones a los reglamentos de construcción para pensar en la madera como materia prima a usar en proyectos a gran escala.
“Hay pasos que hubo que dar. La madera estaba restringida. Hubo que hacer un reglamento de cálculos que el INTI logró. Inclusive se creó una mesa nacional de la madera donde estaba foresto industria y vivienda, porque no conocían nada de viviendas de madera. Logramos tener también en Entre Ríos una ley provincial donde el 10% de las casas que compra el Instituto de la Vivienda deben ser de madera”, recordó Acosta.
Y a continuación agregó: “Es toda una rueda que hay que poner a andar. En muchos lugares no hay gente capacitada. Se están empezando a dar cursos de formadores, sobre todo en las escuelas técnicas que son las que lo van a tener que enseñar y a nivel profesional”.
-¿Y es la madera una actividad generadora de fuentes de trabajo?
-Sí, sobre todo en el campo. Allí no es solo la casa. Hay más construcciones a nivel rural que lo que es urbano, y todo eso se puede hacer con madera. Una deuda pendiente que tenemos también es que todavía el sector no sale con madera rotulada, con un sello que te diga lo que estás usando, que todas tengan la misma medida, las mismas características. Es un paso que va a haber que dar.
-¿Con qué hay que machacar más en Argentina para que esto prenda?
-Con mejorar la calidad de vida a la gente y acerca el confort a la gente de menos recursos. Yo trabajo en construcción social de calidad: escuelas, hogares, autoconstrucción. Enseño que el esfuerzo de hacer una casilla y hacer una casa bien es el mismo. Va a tener más costos seguro, porque deberán usar más madera y de mayor tamaño, pero yo sé cómo mejorar la calidad de vida y es un deber como Estado transferirlo lo máximo que pueda.