En la mayoría de los eventos académicos sobre suelos y nutrición de cultivos es habitual encontrarse a Gustavo Ferraris como disertante. Es que el técnico tiene una vasta trayectoria en el INTA Pergamino, y es considerado una referencia global en este tema.
Hubiera sido lógico entonces encontrarlo como expositor del reciente Simposio de Fertilidad que se realizó en Rosario. Desde sus inicios, hace ya más de 20 años, el agrónomo es uno de los principales oradores. Pero en este 2025 se tomó un respiro y participó solo como asistente y elaborador de un proyecto que exhibió durante el congreso. Solo llevó un póster, y sobre todo, fue a escuchar.
Ningún drama con este segundo plano circunstancial sino todo lo contrario. “Es algo muy bueno, es darle oportunidad a la gente más joven, que muestre sus tesis, sus trabajos. Ya largamente hemos tenido oportunidad de mostrar nuestras investigaciones en Pergamino, y estamos muy contentos y muy necesitados de que vaya rotando el programa”, explicó Ferraris a Bichos de Campo.
De todos modos, le preguntamos sobre el oscuro panorama que se avizora para los suelos, que ya “mandaron la factura” de lo que las exportaciones de granos le deben, y por ahora nadie se ve dispuesto a pagar. Es de 30 mil millones de dólares, según estimaciones de la propia Fertilizar, el valor de esa deuda generada por la extracción de nutrientes del suelo, que no se reponen.
Según Ferraris, esto tiene un impacto muy grande en la producción, pero sobre todo en los pueblos del interior productivo, quienes en última instancia pagan los platos rotos de 30 años de una extracción sin la simétrica reposición.
“Los balances negativos se han ido generando prácticamente como una costumbre y una cultura un poco extractiva, que realmente comprometen el recurso suelo”, advirtió el experto.
El mayor problema se concentra en los nutrientes “poco móviles”, que son los que tienen efecto residual en el suelo, como fósforo, potasio, zinc, magnesio. “Una devolución de las cantidades exportadas con los granos es un paso necesario para mantener la fertilidad química y la productividad de los cultivos”, señaló.
¿Por qué entonces el productor no fertiliza cómo debería? Ferraris explica que no es por ignorancia ni negligencia, sino porque no le cierran los números.
“El productor entiende bastante bien esa realidad, trata, quiere y puede fertilizar mejor, aunque muchas veces no puede hacerlo. La gran variabilidad climática, años de distorsiones en los precios relativos entre granos y fertilizantes y, por supuesto, el impacto de las retenciones que deterioran directamente la relación insumo-producto”, enumeró.
El panorama se vuelve aún más desalentador cuando se compara con otros países. “Un productor de Brasil, de Paraguay o de Estados Unidos necesita menos kilos de trigo, soja o maíz que un productor argentino para comprar una unidad de fósforo. Y el productor debe subsistir, debe generar, prosperar él, su familia, y hay un punto en que ya no le da la ecuación económica, más todavía en campo alquilado”.
La falta de políticas públicas que apunten al mediano plazo termina afectando a todos, aunque pocos lo noten. “Esa factura la paga toda la sociedad. ¿Por qué? Lo paga de la forma en que se traduce en que el productor, por su origen, tiene una gran adaptación a la crisis. Entonces, produce menos, gasta menos, se achica, no cambia la camioneta, reinvierte menos, y eso nos achica a todos y sobre todo al interior productivo”.
Ahí es donde más duele. “Si nosotros pudiéramos tener hoy en Argentina una correcta fertilización, sin derechos de exportación y con las relaciones insumo-producto que tiene todo el mundo, hoy estaríamos produciendo 200 millones de toneladas de granos”.
Ferraris lo resume en una imagen: “En Colón, donde yo vivo, en lugar de ser una ciudad de 20 mil habitantes, desde que yo nací, podría haber tenido un desarrollo mucho más grande, haber más gente joven, más trabajo, más tractores, más camionetas, y más servicios para ese productor que lo que quiere es vivir mejor él y su familia”.
Mirá la entrevista completa con Gustavo Ferraris:
Pese al deterioro sostenido, Ferraris cree que no todo está perdido. “Nuestros suelos tienen una gran capacidad de resiliencia y también de recuperación. Allá aproximadamente por el año 2015, se generaron condiciones más propicias a la siembra de gramíneas, de trigo, de maíz. Rápidamente cambió la rotación, una estrategia de cultivo más diversificada, y los sistemas rápidamente acusaron esa mejora”.
Es decir, todavía se puede. “Yo creo que nuestros suelos, con un manejo un poco mejor, mejor fertilización, acentuando o manteniendo otras prácticas que ya venimos realizando, como siembra directa, rotaciones, coberturas, están a tiempo. Porque no es que nos hemos erosionado o nos hemos llevado 10 centímetros de Horizonte A, están a tiempo –los suelos- de tomar la senda de la máxima productividad”.
Pero para que eso suceda, hace falta algo más. “Esto requiere un abordaje interdisciplinario. Los técnicos de investigación y extensión, documentando cuánto implica eso en términos productivos y económicos, los productores dispuestos a invertir y, obviamente, políticas de Estado que en alguna medida apunten al mediano plazo y también al desarrollo del interior”, cree el técnico bonaerense.
No lo invitaron al Congreso de Fertilizar a Sturzenegger? Digo,para desasnarlo un poco.