En una famosa película argentina estrenada en 1969, Luis Sandrini interpreta al personaje central, Horacio “Tito” Montesano, que es un profesor de una escuela secundaria que, debido a ser un librepensador y un alma sensible, tiene mucho más cosas en común con sus alumnos que con sus colegas. En ese film, por ejemplo, descolla un tema musical estrenado ese mismo año: El extraño de pelo largo.
Desde hace 8 años que Andrés Zarich forma parte del cuerpo docente de la escuela salesiana de Venado Tuerto, un secundario de alternancia donde los chicos conviven y aprenden sobre todas las actividades productivas. El singular ingeniero agrónomo no responde a muchos estereotipos: con el pelo largo y guitarra en mano, imparte allí el taller de huerta y lo hace desde una filosofía que tiene mucha aceptación entre los alumnos, la denominada agroecología. El propio Zarich dice ser un producto de las escuelas agrotécnicas y que el campo es el lugar donde realmente puede sentirse libre. Este belo contexto le sirve además como escenario para mostrar otra de sus pasiones: la guitarra, el canto y la poesía.
No sabemos si estaremos delante del “profesor hippie” modelo Siglo 21 pero se la parece bastante.
Los primeros pasos de Zarich fueron como alumno del Centro Agrotécnico Regional (CAR), la otra gran escuela agrotécnica de gran prestigio en esta zona del sur de Santa Fe. Más adelante, convencido de su orientación profesional optó por la agronomía. “Fui a estudiar Agronomía a la Facultad de Ciencias Agrarias, que estaba en Rosario y después se trasladó a Zaballa. Ese mundo en el pueblo de Zaballa fue espectacular, porque ahí aprendí muchas cosas, no solamente la formación del ingeniero agrónomo sino el vivir en un lugar chico propio de nuestros lugares”, recordó
Andrés se graduó finalmente en 1999, dentro de un contexto difícil para el sector agropecuario argentino, ya que el atraso cambiario que había provocado la Ley de Convertibilidad (que estallaría dos años después) había llevado al abandono de muchas actividades productivas. Entonces la primera salida fue la docencia.
“La primera oferta laboral fue trabajar en la CFR (Centro de Formación Rural) de Teodelina, una escuela de alternancia. Por eso también me invitaron a participar en este proyecto (Venado Tuerto), porque algo de experiencia tengo en también en escuela por alternancia”, contó a Bichos de Campo el agrónomo, quien considera este tipo de establecimientos son una gran posibilidad para los chicos que les gusta el campo y apuntan a trabajar con su familia. En este esquema, los chicos pasan un periodo viviendo en la escuela, y otro periodo estudiando en su propio hogar.
-¿Cómo es la vida de los chicos en esta escuela?
-El eslogan de la alternancia es “la escuela explica lo que en la casa aprenden”. Todo el aprendizaje tiene que estar en la casa. Hoy no tenemos ese alumno como cuando se creó la escuela por alternancia, pero la mayoría de los chicos que están acá son todos hijos de productores de peones rurales y entonces les calza como anillo al dedo este tipo de escuela. En los 15 días que están en la casa no están del todo a gusto. Les gusta trabajar con los papás, aprenden mucho y eso es lo que la esencia de la escuela por alternancia.
En la escuela salesiana de Vanado Tuerto, que a las mañanas funciona como un secundario normal y se ajusta a los programas de cualquier escuela, las tardes se pasan a puro campo, ya que según el nivel de enseñanza los chicos tiene la oportunidad de rotar por las distintas áreas de la red productiva. “En primer y segundo año, ambos, se hace huerta y granja. En tercero estamos con los chicos dando cerdo y frigorífico, chacinados. En cuarto damos tractor y tenemos un laboratorio de semillas muy lindo. En quinto año damos maquinarias de agricultura de precisión y ganadería. Tenemos un tambo maravilloso, así que los chicos prácticamente durante los cinco años ven casi todos los sistemas productivos agropecuarios que hay en la zona y que tenemos acá en la escuelas” explicó Zarich.
A Andrés le toca llevar el taller de huerta en un espacio muy cuidado y con todos los recursos necesarios: invernaderos, sistema de riego, herramientas. Al costado existe el área de Granja, que en verdad es como un pequeño zoológico donde existen todo tipo de especies domesticables, comenzando por una gran variedad de aves de corral. Es una parada obligada para quienes visiten la escuela.
-Habiendo sido alumno y siendo docente ahora, ¿cómo ves la calidad de la enseñanza? ¿Vamos para atrás o para adelante en esta materia?
-Estamos trabajando para que no vayamos para atrás. Nosotros estamos en un contexto donde el avance tecnológico es muy fuerte. Mi formación fue en la década de los 80, donde todo lo que se aprendía en el año 86 era más o menos parecido de lo que se aprendía en el año 91. Ahora no, ahora no es tan así. Entonces con los chicos también tratamos de analizar que el uso de la tecnología también hay que hacerlo con responsabilidad.
-¿Existe disonancia entre lo que aprenden en la casa y en la escuela?
-Exactamente. Lo que estamos haciendo en este pequeño espacio con gente del INTA, es que nos ha enseñado de que la agricultura convencional fue una respuesta a la agricultura antigua, donde se trabajaba con la semilla propia, sin tractor, sin agroquímicos. Pero bueno, el boom del cambio fue la Revolución Verde, por esa esa cuestión de tener miedo de que la población aumentaba demasiado rápido en el siglo 20 y que si seguíamos produciendo alimentos de esa manera no íbamos a llegar con la cantidad de alimentos para toda la población.
-¿Y vos decís que hay que desandar algunos pasos y que no hay que asustarse de la diversidad?
-No, al contrario, hay que ponerla en práctica. O sea, en el campo lo que se habla es como mínimo de una rotación. En la agroecología, además de hablar de esa rotación, aparece otro término que es la asociación. Cómo se acompañan las especies. Eso en la huerta es mucho más práctico que probablemente en la agricultura extensiva.
-Los chicos vienen de establecimientos donde se hace soja o ganadería de modo convencional ¿Cómo reaccionan a tus enseñanzas sobre agroecología?
-Lo que yo les digo es que no existe solo la huerta agroecológica. Existe también el monte frutal agroecológico, la granja agroecológica. También el cultivo extensivo agroecológico y la ganadería grande agroecológica. Arrancando desde la huerta, que es un espacio pequeño que se puede manejar, inclusive hasta con herramientas para las edades con las que empezamos a trabajar, la escuela es un lugar q que genera análisis por parte de los chicos. Están en pleno crecimiento. Y la contradicción nunca es mala.
– ¿Es cierto que además de ser docente, tocás la guitarra y cantás?
-Recién ahora estoy empezando a meterme en el mundo de la composición. Hasta ahora, y lo que vengo haciendo es solamente transmitir poesía y canciones de nuestros poetas. Lo que nos enseñó Atahualpa Yupanqui, lo que nos enseñaron todos esos grandes exponentes del folclore a transmitir a través de la poesía el canto, lo que nos sucede en el día a día.
Y allí se larga, guitarra en mano, con unas coplas.