La enorme humanidad de Sergio Taffarel queda expuesta cuando corrige a este redactor de Bichos de Campo.
-No les digas “presos”. Ellos son “internos”. Pueden haber cometido algún error en un momento de su vida, pero merecen otra oportunidad. Algún día van a reinsertarse en la sociedad y lo mejor es que tengan un oficio- nos explica.
Luego Taffarel cuenta que no dudo cuando le propusieron lo que le propusieron sus amigos de la Sociedad Rural de Gualeguaychú. Por esa zona de Entre Ríos todos lo conocen porque es un activo productor de ovinos desde hace 25 años, con campo en el departamento vecino de Concepción del Uruguay (muy cerca del famoso Palacio San José de Justo José de Urquiza). Allí fundó en 2006 una cabaña de Hampshire Down llamada “El Luchador de Herrera”, y acaba de anotar en los registros genealógicos de la Rural los primeros ejemplares de una raza nueva llamada Santa Inés. Son unas ovejas deslanadas que -dice- “parecen más vacas que otra cosa”.
“Gracias a los ovinos yo pude construir y mantener una familia”, define Sergio. Se lo nota dichoso con todo lo que hizo. Tiene dos hijos profesionales que ya se dedican de uno u otro modo a la misma actividad que él, adquirió mucho prestigio como especialista en producción ovina, impulsor de la Ley Ovina e instructor de esquila. Colaboró de modo permanente con el INTA local y otras instituciones. Es, en definitiva, tan movedizo como las ovejas que cría.
-¿Y cuando le propusieron eso no sintió miedo?
-Para nada. En mi familia alguno me dijo que estaba loco. Pero realmente considero que esos muchachos merecen otra oportunidad.
Esos muchachos, los internos que no son presos, están encerrados en la Unidad Penal 9 “Granja Penal El Potrero”, que queda en Gualeguaychú. Allí la política es tratar de integrarlos a diversas actividades productivas, para que aprendan un oficio y tengan una salida laboral el día que finalmente cumplan su condena y se abran las rejas. En el predio de 40 hectáreas hay varios emprendimientos, entre ellos una viaja sala de faena de animales menores que había quedado en desuso hace algunos años, y bastante estropeada.
La semana pasada, en un sencillo pero emotivo acto, la sala de faena de ovinos se reinauguró luego de varias obras que la dejaron a punto y la equiparon, incluso con peligrosos cuchillos y algunas sierras no menos afiladas. La inversión necesaria, de unos 4 millones de pesos, la puso la Municipalidad de Gualeguaychú, que viene trabajando muy activamente en el fomento de las producciones locales que puedan aportar alimentos más sanos y naturales a la población del departamento.
Como entre los productores locales hay muchísimos pequeños y medianos criadores de ovinos que hasta ahora faenan sus animales a la sombra de un árbol, sin controles oficiales ni condiciones higiénicas indispensables, esta sala de faena le viene a Gualeguaychú y a toda la región como anillo al dedo.
Taffarel lo sabe bien y por eso ni pensó cuando sus amigos productores le pidieron que sea quien capacite a los muchachos. No temió ni un minuto y se siente feliz por no haber tenido miedo. Se encerró en varias ocasiones para enseñarles a los internos los secretos de un oficio necesario y que tiene muchos secretos. El despellejado, nos cuenta Sergio, hay que hacerlo con mucha sapiencia para no dañar el matambre del cordero.
El secretario de Producción de Gualeguaychú, Carlos Silva, contó que hace más de un año se pusieron a estudiar al detalle al sector ovino en esa zona y concluyeron que había 1004 productores, y la mayoría de ellos no llegaba a las 100 cabezas. Cerca de allí hay varios frigoríficos habilitados para matar tanto bovinos como ovinos, pero deberían parar la faena de los primeros (mucho más rentable y voluminosa) para dar paso a estos pequeños animales. Entonces no lo hacen. Eso condena a los ovejeros a faenar corderitos de poco peso directamente en el campo, para la venta cercana. Ahora tendrán la sala de faena dentro del predio de la unidad penal. Y podrán soñar más grande.
Por eso el intendente local Martín Piaggo apuntó: “Este puede ser un modelo a replicar, pensando en algo de mayor cuantía. Con esta sala se puede ir terminando con faenas que no reúnen las condiciones mínimas, ilegales, permitiendo esta sala blanquear la actividad y hacerlo a precios razonables”, se esperanzó.
Es lo mismo que opina Taffarel, profundo conocedor de las desdichas de su pares productores para conseguir lugares para la faena habilitada de sus pocos animales. La renovada salita de la Granja Penal El Potrero tiene capacidad para 20 cabezas por día, y está equipada con equipos de frío como para almacenar el stock de cinco días. El instructor cree que utilizar ese espacio ese es el primero de muchos pasos que deben darse para que la actividad cobre envergadura. Como todos los productores de ovinos, sueña con el día en que se puede producir ovinos más pesados, que puedan ser faenados en el lugar y trozados, envasados al vacío. Y que la carne se pueda comercializar no solo en la feria de Gualeguaychú sino mucho más allá, en las góndolas de los supermercados.
Por fortuna lo mismo pensaron los dirigentes de la Sociedad Rural de Gualeguaychú y también el Alcaide Mayor Valentín Gómez Polito, director de la unidad penal. “Esta es una granja modelo que trabaja para una reinserción de los internos en la capacitación en diferentes oficios, en este caso en una sala de faena donde realizan distintas tareas, luego de un curso de capacitación que realizaron con gente especializa recibiendo un diploma cada de los que hizo el curso y trabaja en diferentes tareas”, explicó.
Los diplomas se entregaron en el mismo acto donde quedó formalmente inaugurada la sala. Los internos que los recibieron son los que trabajarán en el lugar, una docena de muchachos que no tenían experiencia y algún hombre más veterano que recordaba haber participado de alguna faena en el campo. Taffarel viene trabajando con ellos desde hace un tiempo para enseñarles todos los secretos de un buen trabajo. Les enseña cómo se usa correctamente un cuchillo muy afilado.
-¿Y en serio nunca sintió miedo?- insitimos.
-Para nada. Son muy buenos muchachos. Y todos ellos mostraron unas ganas enromes de progresar y de aprender. Ahora espero volver cada tanto para poder inspeccionar si las cosas marchan bien.