Después de perder las elecciones primarias, los funcionarios kirchneristas culparon a la derrota por la falta de “platita” en la calle y a partir de allí comenzaron a volcar más dinero en diferentes tipo de asistencias. Dinero, vale aclarar, creado por medio de emisión monetaria.
Pero al tiempo que se intentó contener el malhumor social con más plata en el bolsillo de los sectores más postergados (genialidad que ahora estamos pagando con más inflación), hubo otro plan, tendiente, supuestamente a garantizar la oferta de carnes (sobre todo de la vacuna) con precios más bajos que los del mercado. Se trata del plan “carnecita” (¿hará referencia a las porciones?).
¿En qué consiste? En primer lugar consiste en un cepo a las exportaciones, que hizo que en el año pasado se perdieran ventas al exterior por más de 200.000 toneladas. El sector se disponía a vender a los mercados mundiales poco más de un millón de toneladas en 2021, pero logró colocar finalmente 800.000 toneladas. Eso implicó la pérdida de varios millones de dólares, que ahora, increíblemente, el gobierno termina pidiendo al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero este año el cepo arrancó con más furia y en enero solamente se perdieron exportaciones por 70 millones de dólares, suponiendo que se hubiera podido vender el mismo volumen que en enero de 2021. En función de ese dato, las pérdidas en divisas este año superarían las registradas durante el anterior.
Pero hay otras medidas que está tomando el gobierno nacional y tienen que ver con el “acuerdo de precios”, que en realidad es una imposición forzosa, y que significa otro costo adicional para los frigoríficos.
Pero así como el gobierno interviene en el mercado bovino, no se hace cargo del daño generado por las distorsiones cambiarias en el sector porcino, que este año se encuentra en verdaderos problemas gracias a la “doble Nelson” aplicada por las “retenciones cambiarias”.
Brasil inundó el mercado chileno de carne porcina y está colocando en la Argentina volúmenes crecientes de bondiola y solomillo en particular. “El 52% de la bondiola que se vende en el país y el 38% del solomillo son de origen brasileño” dijo Adolfo Franke, de la Asociación de Productores de Porcinos, a Bichos de Campo,
En el caso del pollo no hay intervenciones a las exportaciones ni acuerdos de precios. No hace falta, porque es tanta oferta de las demás carnes que invariablemente termina también perjudicando el precio de venta interno del pollo.
La otra pata del plan “carnecita” está en la intervención de los mercados de granos, donde a los descuentos por derechos de exportación y “retenciones cambiarias”, se agregan los fideicomisos destinados a subsidiar diferentes industrias alimentarias con extracciones adicionales realizadas a los empresarios agropecuarios.
Tanto el plan “platita” como el “carnecita” no dieron resultados. La inflación es cada vez más alta y la población cada vez más pobre. Es que para que funcione es necesario recorrer el camino inverso, alentar inversiones y generar más oferta, además de reducir la emisión monetaria para financiar gasto improductivo, y todo eso implica un esfuerzo que la corporación política no quiere hacer.