El precio de la leche que cobran los tamberos creció de forma marcada en 2022. En diciembre alcanzó los 66 pesos por litro, y entonces la suba interanual fue de 93%, de acuerdo a lo que informan los datos oficiales del Siglea.
De esta forma, el aumento de los ingresos en los tambos se acerca bastante a la inflación anual. Eso despierta la envidia de los ganaderos de carne, que este año recibieron una suba interanual de solo 30% y acumulan un atraso más que considerable frente a los otros precios de la economía.
Sin embargo, en la lechería hay poco para festejar. Sobre todo cuando uno contrasta los incrementos en el precio de la leche cruda con los que tuvieron los principales insumos, especialmente los que tienen que ver con la alimentación de las vacas lecheras.
El maíz hace un año se pagaba 21.000 pesos por toneladas y ahora vale 45.000 pesos, por lo que la suba fue de 115%. A la tonelada de soja hace un año se la conseguía en 40.000 pesos y ahora -según el monitor del SIO Granos- su valor promedio ronda los 88.000 pesos. El incremento en este caso fue de 120%.
Los productores de leche sufren como tantas otras actividades la falta de forraje provocada por la sequía. Eso implica una suba de los costos en la suplementación. Este año saben que se las van a ver negras.
Por un lado no hay forraje disponible ni posibilidades de hacer las reservas suficientes para pasar el invierno. Además el maíz y la soja que necesiten tendrán que comprar en un mercado se irá afirmando más con el paso de las semanas, debido a los daños provocados por la sequía.
Por otra parte, las usinas lácteas tienen poca capacidad de pago, pues tienen que vender la leche a una demanda interna también afectada por la crisis. El consumo interno de lácteos se viene cayendo. Si bien medido en equivalentes de litro de leche se sostiene, la gente en el supermercado concentra sus compras en los productos de menos valor agregado porque la planta no alcanza.
En materia de comercio exterior, los precios de la exportación rondan los 3.300/3.400 dólares la tonelada y no son malos en términos históricos. Lo que es malo es el tipo de cambio oficial que rige en la economía argentina y más aun el sectorial, que sufre un descuento adicional de 9% por las retenciones a la leche en polvo y 4,5% por los despachos de quesos.
Por eso desde la industria ya levantaron la voz de alerta y están reclamando mejores condiciones de competitividad y más salida exportadora, pues saben que la demanda interna no traccionará y que si hay alguna chance de mejorar los ingresos de toda la cadena es vendiendo más al extranjero.
Además, de seguir la seca y habiendo menos forraje disponible, se puede comenzar a achicar la producción de los tambos, por lo que deberían pagar más la materia prima. Y más allá de que al productor el precio tampoco le cierre.
En síntesis, ambos eslabones están en un momento complicado y necesitan de respuestas de la política que no llegan.