La reunión del presidente Alberto Fernández con los líderes de la Mesa de Enlace dejó bastantes fotografías que documentan ese momento, unas pocas promesas de trabajo en conjunto y diálogo que son difíciles de creer, pero muy pocas definiciones concretas. La única afirmación fue que no se iban a subir las retenciones ni se iban a imponer cupos al comercio exterior de productos agropecuarios. Pero es un premio consuelo, ya que nadie esperaba ese tipo de medidas hasta que el propio Alberto las sugirió como posibilidad en un reportaje el fin de semana a Página/12.
¿Son creíbles esas promesas? Las dudas persisten. Y es que en el escenario actuaron las dos caras que suele mostrar la coalición de gobierno para tratar los asuntos del agro pampeano con las entidades agropecuarias más tradicionales. Esas dos caras estaban claramente divididas por la gran reja negra que rodea la Casa Rosada. Fuera de ella, algunos militantes de grupos ligados al kirchnerismo más duro le recordaron con banderas a los dirigentes rurales que ellos no eran parte del pueblo sino más bien representantes de la más rancia oligarquía: “Patria Sí, Colonia no”, diferenciaba una de las banderas que alzó la agrupación La Dignidad Confluencia. “Soberanía Alimentaria”, reclamaba otra.
Dentro de la casa de gobierno, el oficialismo mostraba una vez más su cara más moderada. El Presidente, estaba flanqueado por el ministro de Agricultura, Luis Basterra; el Canciller Felipe Solá; la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Toda gente buena, que afirma y reafirma que no quieren volver a un escenario de conflicto con el campo. Ni el propio Alberto ni la niña Todesca se disculparon por las advertencias sobre una posible suba de retenciones lanzadas en los últimos días. No hizo falta tampoco. Los ruralistas escucharon al propio Presidente diciendo que había sido “malinterpretado” en sus declaraciones a Pagina/12.
La doble cara, como juego casi esquizofrénico y permanente. Afuera de la Casa Rosada, unos pocos militantes pedían aplicar todo el rigor hacia los malditos productores agropecuarios que subían los precios y jugaban con el hambre de los argentinos Lo mismo había hecho horas antes el ex secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Oscar Parrilli, de trato directo con la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien acusó a los agropecuarios: “se llenan de plata y fugan divisas”.
Adentro, el presidente y su equipo más cercano prometiendo más diálogo y trabajo conjunto. Quedaron en analizar el proceso de formación de precios en la cadena alimenticia, antes de tomar nuevas definiciones.
-¿Con que sensación se van de la reunión? ¿Se van con algún anuncio concreto, por ejemplo que no van a aumentar las retenciones?– le preguntó la prensa a los dirigentes de la Mesa de Enlace cuando salían.
-No van a aumentar las retenciones. Hemos profundizado un diálogo que así debe continuar, donde nos enteremos de las cosas mucho antes, la programemos, y veamos cuáles son las preocupaciones que tiene el gobierno, que son las preocupaciones que tenemos nosotros- contestó Carlos Achetoni, de la Federación Agraria, quien concurrió al encuentro, el segundo que mantienen con Alberto, junto a sus pares de Sociedad Rural, Daniel Poelegrina; de CRA, Jorge Chemes; y de Coninagro, Carlos Iannizzotto.
Es decir que los ruralistas terminaron desmintiendo una medida que el Gobierno nunca anunció, y que solo insinuó el presidente como posible solución a la escalada de los precios de los alimentos a través de un reportaje en la prensa oficialista.
¿Y qué cambió desde el fin de semana para que Alberto y los suyos retomaran una agenda más amigable con las entidades rurales, cuyos dirigentes ya se habían comenzado a pintar la cara? No hay nada cierto, pero a la luz de los resultados una vez más triunfaron las posiciones moderadas dentro de la coalición oficialista, y los grupos más belicosos tuvieron que enrollar las banderas y mandarse a mudar del lugar. Por ahora la sangre no llegó al río, aunque no hay certeza de que eso no pueda suceder.
En realidad, muy poco sentido práctico para los fines buscados tenía esta suba de las retenciones, que en el caso del maíz y del trigo (dos insumos básicos de la industria alimenticia local) podía ser de solo 3 puntos porcentuales, del 12% al 15%, que es el tope que estableció el Congreso Nacional al Ejecutivo, en la Ley de Emergencia Económica de diciembre de 2019, para que el gobierno pudiera decidir apelando a la cesión de poderes. En el caso de la soja, el cultivo que explica 75% de la recaudación por retenciones, el límite de 33% ya se está aplicando desde marzo pasado.
Esta suba de retenciones a los cereales no solo hubiera podido incidir muy poco entonces en los precios de los alimentos. Tampoco habría significado una mayor recaudación, pues la mayor parte del saldo exportable de maíz y de trigo ya fue anotado por las exportadoras, congelando así por lo tanto la alícuota del12%,
En este escenario, fue más fácil para Alberto y sus ministros decidirse por prolongar la versión más moderada del gobierno, la cara amigable que hasta ahora ocupa los principales despachos de la Rosada y que conformó a los dirigentes agropecuarios.
¿Y entonces? ¿Qué hará el gobierno para contener el aumento de los precios?
El vocero oficial fue Luis Basterra, quien dejó en claro que se seguirá apostando a los acuerdos del precios, como el de la carne vacuna, que permitan ofrecer alimentos a precios algo más baratos para los consumidores. En el caso de la carne, el ministro de Agricultura explicó que a partir de la decisión de los frigoríficos de volcar 6.000 toneladas de cortes subsidiados cada mes al mercado, muchas carnicerías exceptuadas del pacto “han tenido que ajustar sus precios para poder vender esos determinados cortes”.
Escuchá a Luis Basterra:
También puso como ejemplo el caso del aceite donde las empresas del ramo, que son muy pocas y suelen ser exportadoras, han ideado a fuerza de presión oficial una suerte de fideicomiso “que les va a permitir a quienes venden al mercado interno hacerlo a un precio accesibole y desacoplado del internacional”.
En el caso del maíz y el trigo, los dos cereales sobre los cuales se cernía ahora la amenaza de una intervención, Basterra pareció aceptar los argumentos de las entidades de la Mesa de Enlace, “Si bien el trigo tiene un impacto directo sobre un producto de consumo masivo como es el pan, claramente la materia prima no es responsable en la proporción de los aumentos que han habido”, aceptó.
“Se entendió que nuestra participación en el precio final de los alimentos, con lo cual el problema está en el resto de la cadena”, evaluó el titular de CRA. Escuchá el balance completo que hicieron los ruralistas:
¿”La niña” Todesca? Sonó raro eso; e innecesario. Según gugle tiene 50 años.