Norberto Heyda, con 56 años es nacido y vive en Paraná, la capital de la provincia de Entre Ríos. Cuenta que esa bella ciudad es su lugar en el mundo y que varias veces le han ofrecido mudarse por cuestiones laborales a otras provincias, pero ni loco se iría de allí.
El mismo Norberto se presenta así: “Vendo carne vacuna y porcina en el litoral, me gusta la política para colaborar con mi país, he aprendido mucho de mercados de carne -del ‘consumero’ y también algo de exportación- porque trabajé muchos años en el frigorífico Alberdi. En el último tiempo tuve una columna sobre carne en un programa de Radio La Voz. Me declaro justicialista de alma, pero anti-kirchnerista. Después milité en el PRO, en una pequeña agrupación que se llamó La Alberdi, por la que me presenté a las PASO como precandidato a diputado nacional. No gané, pero al menos lo intenté”.
Lo entrevistamos con la intención de conocer su recorrido de vida y que nos diera su opinión acerca de la actualidad del sector carnicero, en el que lleva muchos años.
-¿Cómo fue tu origen laboral?
-Mi familia tenía una fábrica de quesos y allí me inicié a mis 16 años, juntando leche en los tachos de antes, que eran muy pesados para subirlos yo solo, al camión o a la camioneta. En mi tiempo libre, cuando llovía, me gustaba andar “peludiando” en el barro con una Ford, con motor V8, con pantaneras. Luego, mi familia me pasó a la sala de elaboración, dónde aprendí el oficio de hacer quesos. Pero con los vaivenes de nuestra “querida” Argentina, mi familia se fundió con la fábrica.
-¿Y cuándo empezaste en el rubro de la carne?
-Después de la quiebra, en los años noventa me pasé al rubro de la carne. Mi primer trabajo fue en el frigorífico El Gurí, que hoy se llama Mercomeat. Mis comienzos fueron arriba de los camiones. Era la época de los Mercedes 1114 y 1518, con equipos de frío que apenas mantenían la mercadería fresca. Pero yo siempre tuve vocación comercial, que es en lo que más me formó mi papá. Por eso pasé a dedicarme a la venta caliente, personalizada, a los principales clientes, que iba a visitar en auto. Cubrí todo el litoral, más Chaco y Formosa. Recuerdo que los lunes y los martes marcaba carne y después hacía continuos viajes a frigoríficos exportadores, a elegir asados y comprarles parte de sus excedentes. Más tarde, pasé a la venta telefónica.
-En el 2000 te llamaron de una empresa importante.
-Sí, me convocaron del frigorífico Alberdi, que en ese entonces estaba a nombre de los hermanos Rodríguez. Tomé el trabajo y también, paralelamente, fui a trabajar a Estancias del Sur, en esa época, a nombre de Luis Resio. Luego Luis lo vendió a un grupo brasileño. Me enteré de que me había quedado sin trabajo, cuando mi tarjeta no abrió la entrada de la gerencia.
-¿Y qué trabajos saliste a buscar?
-En realidad, mi relación con la empresa Alberdi nunca se cortó del todo. Seguí trabajando con los nuevos dueños, que decidieron suspender los repartos y sólo venden en el frigorífico. Pero hace dos años que solamente les trabajo desde mi casa, atendiéndoles una parte de exportación a unos clientes brasileños, que tienen intención de poner carnicerías argentinas en su país. Eso sí, con la devaluación del país vecino, nos volvimos caros para ellos. Y a nuestra falta de precio se suma la falta de hacienda, ya que las grandes empresas apenas están pudiendo cumplir con los contratos que ya tienen acordados.
-¿Tuviste que buscar nuevos trabajos?
-Tuve la suerte de que hace dos años me convocaron de la Abastecedora “Los Hermanos”, una empresa mayorista de carnes, de Paraná, de Diego y Gustavo Liberato, a quienes yo les venía vendiendo mercadería de la empresa Alberdi. La misma compra ganado en pie, faena en frigoríficos de terceros, retira y distribuye con camiones propios. Me dieron oficina y me ocupo del asesoramiento comercial integral. Atendemos a todo el Litoral, más Chaco y Formosa. Esta empresa está “embarcada” en un ambicioso plan de inversiones, de agregar camiones y nuevos equipos de frío, lo que generará más puestos de trabajo. Pero como está muy complicado el acceso a los créditos, los hermanos hacen lo que pueden. Estoy muy a gusto en esta empresa, que apuesta al futuro contra viento y marea.
-¿Trabajaste en la función pública?
– Sí, cuando quedé afuera de la empresa Alberdi me convocó el gobierno de Urribarri para que fuera supervisor en CO.TA.PA., la cooperativa de elaboración de quesos que había comprado. Pero al tiempo, renuncié. Luego, me convocó una vez más el ex gobernador y me designó en PGE (Procesadora Ganadera Entre Ríos), el frigorífico que había sido de Swift, en la localidad de San José. Allí trabajé hasta que se vendió a capitales chinos.
-¿Y sumaste algún otro trabajo?
-Sí, me convocaron otros dos hermanos, Alejandro y Carlos Di Palma, también de Paraná, que son empresarios de varios rubros, para trabajar, también de asesor comercial en su empresa Bioder SA. Es una granja de cerdos muy grande, que ya cuenta con la matrícula para sumar el rubro de la faena. Así es que están, también, con planes de crecimiento, de agregar valor. Una vez que sumen la tarea de matarifes, yo les manejaré la faena, la venta y la distribución, es decir, todo lo que corresponde al cerdo colgado, al capón. Los dueños se van a ocupar del ganado en pie.
-¿No volviste a ser convocado en alguna función pública?
-Debo agradecer al gobernador Rogelio Frigerio, quien me ha honrado invitándome a retomar algún trabajo en la función pública, en el área de Producción. Pero no acepté porque no puedo dejar a los empresarios que confían en mí, y yo en ellos, justo ahora que están con planes de tanto crecimiento.
-¿A quién votaste?
-A Milei, como también los hermanos Liberato, y juntos creemos en su nueva gestión. Por eso ellos van a seguir apostando a aumentar su faena de bovinos. Veo a la macroeconomía bastante bien, pero aún penamos en la microeconomía, que algo mejora, aunque no alcanza. Por ejemplo, los sueldos privados se van actualizando, pero los estatales y los jubilados no. En general, veo que los empresarios están entusiasmados con los cambios que Milei viene haciendo. No se ve corrupción y eso nos alienta a aguantar algunas cosas que faltan acomodar. Pero nos hace falta comprar repuestos para los equipos de frío y comprar nuevos se torna inalcanzable.
-¿Cómo ves la gestión del nuevo gobernador?
-La provincia retomó algo de obra pública, los sueldos están al día. Está alineado con el presidente, lo que me parece perfecto. La cadena de pagos está correcta, no hay cheques de vuelta, ni concursos, al menos en nuestros clientes. Eso sí, tenemos energía muy cara en relación a otras provincias, lo que nos perjudica frente a otros actores.
-¿Qué reclamos tenés para hacer a las autoridades?
-Que se avance más rápido en la estandarización de las plantas faenadoras. En ciudades de nuestro norte litoraleño hay frigoríficos en estado deplorable, habilitados por los municipios, incluso sin cámaras de frío. Sólo vez algún furgón viejo de camiones con un equipito que sopla fresco. Esos municipios nos cobran “Introducción municipal”, arbitrariamente, porque no se descuenta de ningún impuesto. Sería plata tirada. Hay que controlar los abusos y cuidar la salud de la población.
-¿Qué opinás del tema del cuarteo de la res para su traslado?
-Opino que es inaplicable, porque ocupa demasiado lugar en el furgón y no cabe. Le quita un 20% de capacidad. Yo sé hombrear carne: es más fácil y tiene menos riesgo de lesiones llevar 120 kilos en ambos hombros, que llevar troceado de 40 kilos en un sólo hombro. La media res se descarga más ligeramente, y se tiene menos tiempo abierta la puerta del furgón en cada carnicería. Eso sí, lo que se debe exigir a las carnicerías es no tener escalones por donde transita el hombreador y tener ganchera fuera de la cámara para colgar la media res y no dentro de la cámara, donde el hombreador debe maniobrar y esquivar objetos. Por eso ahí ocurren las lesiones.
-¿Qué actitud te parece que hay que tomar en estos tiempos?
-Estoy convencido de que hay que comprometerse, tanto en el ámbito privado, como en el público. Yo estoy dentro de la mayoría de los argentinos que se ha tenido que ajustar el cinturón. Pero tanto yo, como los empresarios para los que trabajo, apostamos cada día a seguir trabajando y soñando con crecer para que nuestro país salga adelante con equidad y justicia social, donde no haya más desocupación ni miseria.
Elegimos dedicarle a Norberto Heyda la chamarrita “De la costa”, de y por el gran Víctor Velázquez.