El consumo promedio de leche cayó en el primer bimestre del año hasta 183 litros anuales por habitante. Se trata del nivel más bajo desde 2003, cuando cada argentino consumió en promedio 179 litros, ya sea como leche fluida o en su equivalencia en productos lácteos.
Esta situación se produjo en el marco de una violenta corrección de los precios de los lácteos, que subieron cerca del 80% respecto de los primeros meses del año pasado luego de la devaluación de casi 100% registrada a lo largo del 2018. Pero también luego de una larga crisis de rentabilidad en la producción lechera, que fue muy semejante a la que se registraba en 2002 y repercutió en la oferta. Una década y media después, el escenario parece repetirse.
Los datos sobre el consumo de leche los publicó el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). Según la estadística, habría que remontarse al año 1991 para empatar el pobre registro de este inicio de 2019. En aquel momento el país sufría otra crisis de hiperinflación que tuvo como corolario la aplicación de la ley de convertibilidad.
La actual caída en el consumo de leche, de 3,5% respecto del primer bimestre de 2018, tiene que con varios factores que el OCLA resumió de este modo: “La combinación de una menor producción de principios de año (-8,3% en el primer trimestre), la liquidación de stocks durante 2018, producto de los mayores niveles de exportación (+37% en toneladas) y la necesidad de hacer caja en el mercado doméstico, sumado a una baja en el consumo que recién se hizo importante a finales del año 2018 y principios de 2019, generaron obviamente un menor oferta doméstica”.
En ese documento se destaca además que hay una caída en la demanda de leches fluidas, de casi 11% respecto del primer bimestre de 2018. Se trata del producto que mejor expresa la crisis y cuya menor oferta tuvo mucho que ver también con los problemas que tienen las industrias que proveen el mercado doméstico, en especial Mastellone.
Así lo explica el documento del Observatorio: “La menor oferta en el mercado interno se expuso mayoritariamente en el rubro leches fluidas y dentro de ellas en su versión refrigeradas, que fundamentalmente se dio producto de la mayor afluencia de consumo debido al diferencial de precios entre las presentación sachet versus cartón y la menor cantidad de marcas disponibles en la góndolas (baja disponibilidad de materia prima y/o plantas inactivas)”.
Desde esta óptica, la caída en el consumo tiene que ver más con la menor oferta de productos lácteos al mercado que con la suba de los precios de este tipo de productos. En marzo se habría llegado al pico de mínima, por lo que podría esperarse que en los próximos meses haya una recuperación del consumo.
Raro que siempre estos análisis no nombran el año 2015 comparándolo con el “maravillos” período de Cambiemos. En 2015 se consumían 217 litros por año y en el 2019, 183 por año y bajando. ¿Y después hacen el verso de que el camino es por acá?