El cepo a las exportaciones de carne vacuna, que debería terminar el próximo martes aunque todo el sector ganadero teme se extenderá por los próximos meses, generó un incremento importante del consumo interno de carne vacuna.
Junio fue el primer mes completo con las exportaciones restringidas. En ese momento la caída fue de más del 30% interanual en los embarques de carne. Con semejante bajón de las exportaciones, lo que aumentó fue la oferta para el mercado interno.
En junio, según datos oficiales, la demanda local dispuso de 201 mil toneladas de carne res con hueso, lo que significó que ese mes se registrara un consumo promedio por habitante de 54 kilos/año. Se trató del nivel más alto en los últimos 12 meses. Y fue 12% superior al consumo promedio registrado en abril, último mes completo con exportaciones liberadas.
Se espera que el mismo nivel de abastecimiento interno se registre en julio teniendo en cuenta que la faena y las exportaciones fueron bastante similares a las de junio. Por imperio del cierre de exportaciones, el consumo promedio volvió a ubicarse por encima d elos 50 kilos anuales por habitante.
Ese incremento del 12% en la oferta, sumada a los altos niveles de abastecimiento de las demás carnes, fue la que permitió que el precio de la vacuna baje cerca de 1% el mes pasado, según lo que informaron tanto el INDEC como el IPCVA en su informe mensual de precios.
Como suele suceder con este tipo de políticas, el remedio termina siendo peor que la enfermedad. Para que el consumo suba en cantidad de kilos y el precio de la carne se estabilice hubo que sacrificar exportaciones a razón de 100 millones de dólares al mes.
Además, según los cpalculos de FADA, los ganaderos perdieron en torno a los 6.500 millones de pesos, es decir, otros 70 millones de dólares a la cotización oficial. Esto sin contar los daños en cuanto a la pérdida de mercados, en la rentabilidad de las empresa y en el ingreso de los trabajadores.
A ese alto nivel de oferta interna de carne vacuna hay que sumar la de las otras carnes. El sector avícola aporta actualmente, según los datos del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), otros 48/49 kilos anuales de carne e la balanza dietaria de los argentinos.
El Ministerio de Agricultura, mientras tanto, dice que hay un consumo de carne de cerdos cercano a los 16 kilos anuales por hebitante, aunque desde el sector privado cuentan también lo que se vende en forma informal y dicen que la ingesta de carne prcina llega entonces a los 19 kilos.
Tomando como referencia esos datos, cada argentino tendría a disposición cerca de 121 kilos de carnes anuales, a lo que se deben sumar 2 kilos de carne ovina y algo más pescado, por lo que se estaría alcanzando una oferta cercana a 125 kilos de proteinas animales.
En este escenario, el consumo diario sería de 300 gramos por persona. Nada mal para una población que tiene el 50% de pobreza, aunque está claro que los sectores vulnerables de la sociedad no acceden a la misma dieta que el resto de los argentinos.
La otra forma de medir el consumo es calculando el gasto de las familias en carne. El kilo de carne vacuna promedió en julio pasado los 712 pesos. Suponiendo un nivel de consumo como el de junio, la “inversión” por persona anualizada sería de 38.500 pesos.
En el caso del pollo, el precio promedio fue de 190 pesos y con un consumo de 48 kilos el gasto sumaría al año unos 9.120 pesos. Mientras que otros 8.600 pesos se destinarían al consumo de carne de cerdos.
En esta cuenta el consumo o gasto en carne vacuna, anualizado en función de los datos de estos meses de cepo exportador, más que duplicaría al que se realiza en las demás carnes.